Ser una persona joven en Nicaragua significa recurrir a la migración en busca de mejores oportunidades y vivir en la incertidumbre en un país ajeno, expresaron José Cardoza y Heyling Marenco durante el foro «Ser joven nicaragüense en el exilio» en el marco del Día Internacional de la Juventud.

«Ser joven es querer irte todos los días (de Nicaragua), incluso desde antes de 2018 porque el país no brindaba las condiciones para realizar nuestras formaciones o tener un empleo digno. Ser joven en Nicaragua es pensarte fuera de tu país porque no hay oportunidades en un lugar donde han habido tantos duelos, tantas guerras y donde no es económicamente sostenible para nadie», indica Marenco, una joven que se exilió en 2018 debido a la persecución política contra jóvenes activistas.

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Por su lado, Cardoza, un comunicador quien también se encuentra en el exilio, señala que las personas jóvenes no pueden desarrollarse normalmente como ocurre en otros países, ni pueden continuar con su proyecto de vida a como lo tienen planeado, ya que de un momento a otro tienen que salir del país y empezar desde cero debido al contexto.

«En Nicaragua todo está rodeado de incertidumbre, la incertidumbre de si te vas a quedar o vas a buscar nuevas oportunidades fuera de tu país. Ser joven es agarrar una mochila con sueños y abandonar el país», señala.

Las cifras de personas que han emigrado del país no tienen precedentes, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Más de 200 mil nicas son solicitantes de protección internacional en todo el mundo, cifra que ha aumentado entre el año pasado y este año. Solo en Costa Rica, uno de los países principales de destino, las personas nicaragüenses representan el 3% de la población total.

Las personas jóvenes en el exilio podrían representar hasta más de un 30% según organizaciones de derechos humanos, y las razones son muchas. 

De acuerdo con Marenco, la falta de una educación de calidad no partidizada y la falta de oportunidades de empleo son dos de las principales razones que impulsan a que las personas jóvenes se vayan; la perpetuación de la crisis sociopolítica, así como la persecución y criminalización contra jóvenes que quieren impulsar un cambio también son otras de las razones por las cuales muchos tienen que huir del país.

«Ser joven en Nicaragua es un delito», señala Marenco. Hasta julio de 2021, son 37 personas jóvenes las que se encuentran privadas de libertad por motivos políticos, ya que se dedicaban al activismo social y estudiantil o a la defensa de derechos humanos.

Algunos de esos jóvenes están desde hace más de un año encarcelados, y todos se encuentran con condenas firmes de hasta 13 años de cárcel por crímenes que no cometieron, de acuerdo con organizaciones de derechos humanos tanto nacionales como internacionales.

Exilio, otra serie de dificultades

Incluso salir del país no significa “tener resuelto todo”, dice Marenco. Luego que las y los jóvenes salen del país, se enfrentan a otra serie de dificultades relacionadas a limitaciones económicas y xenofobia.

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“Cuando salís del país no traes las condiciones económicas. Muchos vivíamos en las casas de nuestros padres o en casas de seguridad. Ni siquiera teníamos una cuenta en el banco para decir que me voy a Costa Rica con tanto dinero y tengo solucionado el alquiler, y más en un país como Costa Rica que es sumamente caro. Tenés que ver cómo sobrevivís y comés”, apunta.

A las personas jóvenes también se les dificulta culminar una carrera universitaria, ya que al mismo tiempo deben trabajar para sobrevivir en un país ajeno, así que no tienen el dinero suficiente para pagarse una carrera, ni el tiempo para hacerlo. Esto se vuelve más complicado para aquellos estudiantes que fueron expulsados en las universidades públicas debido a su participación en las protestas de 2018.

«Yo pensaba que cuando llegara a Costa Rica todo iba a ser mejor y me iba a hallar más oportunidades, pero no es cierto porque nos enfrentamos a grandes desafíos como la falta de acceso educación y es más difícil para los jóvenes que fuimos expulsados», indica.

También existe la dificultad de conseguir permisos de trabajo por la saturación de personas solicitantes de refugio, y las empresas todavía tienen resistencia a contratar a personas migrantes.

Debido a esto, Marenco recomienda a las personas que quieran migrar acudir a las instituciones que puedan ofrecer servicios de asesoría o ayuda humanitaria tales como el Servicio Jesuita para Migrantes o ACNUR, para poder contar con información veraz sobre cómo realizar el proceso de migración de manera segura.

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La Lupa Nicaragua