Una mujer de descendencia indígena que desafío el machismo, las barreras culturales y los peligros que representaba ejercer periodismo en el Caribe de Nicaragua ha sido obligada a abandonar el país «para salvar su vida». En menos de dos meses le robaron en tres ocasiones su equipo de trabajo, además de amenazarla de muerte a ella, o hacerle daño a su hija. Esto como medida de presión para que dejara de ejercer su profesión.

El hostigamiento lo desafío a lo largo de sus 9 años de carrera, pero empeoró a partir de 2018. Carolina a como llamaremos a esta periodista por razones de seguridad tiene tres meses que dejó al país, su hija y sus padres que son las personas más importantes de su vida. El medio para el que labora no tiene conocimiento de su partida, ella continúa colaborando desde fuera, bajo condiciones más limitadas pero no quiere que se enteren que está fuera para proteger a su familia.

El camino al exilio lo empezó al pasar la frontera del Guasaule entre Nicaragua y Honduras por puntos ciegos. Ese camino de migración no se lo desea «ni a su peor enemigo». Porque el viaje a Estados Unidos sin «coyote», es de extremo sufrimiento. En México pasó mes y medio en un albergue antes de cruzar la frontera, donde tampoco tuvo paz.

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«En el albergue de México estaban las mismas personas que me amenazaban en  Nicaragua. La misma gente del Gobierno se está yendo para el otro lado. Es ahí donde reflexiono y digo que es mejor una amistad que estar ahí defendiendo a un Gobierno, no podés hacerle daño a tu propia raza, etnia y tu propia gente por un partido. No me sentía segura por eso tuve que salir del albergue y alquilar un cuarto. El dolor aumentó. La soledad me mataba», expresa Carolina.

Ese dolor que le embarga por la ausencia de su hija, hace que los días en el exilio se hagan una eternidad y no saque de su cabeza la posibilidad de regresarse, pero en ese mismo dilema recuerda que si vuelve su vida corre riesgo y la situación de su familia empeoraría pues ella es el único sosten económico, además de que su hija solo la tiene a ella.

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«Es difícil dejar todo por venir a buscar una mejor oportunidad. Y en mi caso por salvar mí vida, estar protegida desde aquí y apoyar a mi familia. Una no asimilia esta realidad. A los tres días queria regresarme a Nicaragua.Dejar lo que una más quiere no es fácil y todo por culpa del Gobierno, mucho nos venimos por eso. Si nuestro país estuviera una mejor situación no vendríamos a arriesgar nuestras vidas, y algunos ni llegan a este destino», reflexiona Carolina.

Un mes tiene de estar trabajando en Estados Unidos, pero la incertidumbre de cuándo volverá a ver a su familia la hunden. «Solo le pido a Dios fuerzas, porque cuando me levanto tengo la sensación que estoy en mí casa y luego recapacito y pienso que entre cinco años o no sé cuántos años, no voy a ver a mí familia y eso no puedo soportarlo. Es difícil estar en otro ambiente donde vas a empezar de cero y nada es fácil», agrega Carolina.

En el mundo de la comunicación se desempeñó como corresponsal de distintos medios de comunicación de cobertura nacional tanto radial, escrito y televisivos. En su región fue directora de programa de televisión y colaboró con distintos organismos no gubernamentales.

Contaba con medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por la situación de gravedad y urgencia de riesgo de daño irreparable a sus derechos en Nicaragua «está sufriendo actos de hostigamiento, amenazas y represión por parte de autoridades estatales y particulares a raíz de su labor periodística», detalla el comunicado de prensa que emitió dicha organización en 2021. Pero nada de eso impidió que se marchara al exilio.

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