Es domingo por la mañana y para Josefa Morales se repite el dilema semanal, ajustar los gastos entre la comida y los servicios básicos de la casa. Cada ocho días, refiere la jefa de familia, va al mercado con C$ 1,200 córdobas para hacer malavares frente a una canasta básica cuyo costo es once veces mayor a su presupuesto.

Morales, de 27 años de edad, tiene dos hijas de ocho y tres años, respectivamente. En su casa sobreviven con un salario mínimo de entre C$6,000.00 y C$8,000.00, pues solo su pareja es quien labora y “últimamente le ha ido mal, porque gana por producción”.

La crisis sociopolítica, económica y sanitaria que enfrenta Nicaragua, asegura Morales, los ha golpeado como familia, pues antes por lo menos ajustaban tranquilamente para la comida y alguno que otro “gustito”, que consistía en salir a comer en algún centro comercial o llevar a las niñas al parque y comprarles una que otra cosita.

canasta básica

Sin embargo, ahora solo ajusta para la comida y, de hecho, ha tenido que ir recortando las compras para poder cubrir el nuevo gasto frente a la pandemia: los protectores faciales, mascarillas, lentes y alcohol gel. Una de los primeros recortes en la canasta familiar fue la leche de las niñas, pues ambas se alimentan normalmente y era un gasto que ya no podían soportar en especial porque el tarro jumbo de leche en polvo ronda actualmente entre los C$450.00 y C$500.00 en dependencia del sitio donde se compre.

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Otros de los sacrificios del hogar de Morales fue reducir los botes de champú, ya que antes compraban uno por niña y, ahora, toda la familia usan el mismo. Además, pasaron de comprar 20 libras de arroz quincenal a apenas 15 libras; y de cinco libras de frijoles semanales a solo dos o tres.

“Es que ahora nosotros vemos todo más caro, es más difícil comer, vestirse o limpiar por los precios. Nosotros antes comprábamos champú para cada una de las niñas, pero ahora no, ya lo comparten. El frijol está caro, a 28 lo compramos en esta semana. Nosotros compramos cinco libras para la semana, pero ahora nos alcanzan solo dos o tres libras, antes eran 20 libras de arroz y ahora compramos 15”, detalló Morales.

Menos poder adquisitivo

Situaciones como la de Morales, según el economista y abogado Luis Núñez, son más constantes cada vez en Nicaragua porque la gente está perdiendo el poder adquisitivo, no solo por el alto costo de la canasta básica, sino por el aumento en la tarifa energética, la mala facturación, el cierre de empresas, la baja en las remesas, el precario aumento salarial y el aumento del desempleo.

“Este año los trabajadores experimentaron un incremento de apenas el 2.63 por ciento de incremento salarial, es decir, unos 100 o 120 córdobas, de hecho esto es absolutamente nada para como ha ido incrementando el costo de la vida. Entonces, aquí tenemos que ver varios aspectos, entre ellos: el crecimiento de la tasa de desempleo en el país, el segundo elemento es el incremento en los productos básicos, el precio de la tarifa energética y el agua, las facturas alteradas que van mucho más allá del incremento anunciado, el endeudamiento domestico de las familias, este es el panorama de las familias a nivel general», explicó Núñez.

Además, agregó que los salarios mínimos que oscilan entre 4 mil y 8 mil córdobas no dan abasto y, en este momento, en las familias no todos están trabajando.

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El impacto que dejará esta crisis sanitaria, que empezó el 18 de marzo de 2020 cuando se reportó el primer caso en Nicaragua, según el último informe coyuntural de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), se verá reflejado en un aumento de la tasa de desempleo abierto que podría pasar de 6.6 por ciento en 2019 a entre 8.3 y 10.3 por ciento en 2020, lo cual se traduce entre 59,300 y 123,400 nuevos desempleos, con lo que se sumaría un saldo total de desempleo de entre 272,600 y 336,700 personas sin trabajo desde 2019.

Los precios

Algunos comerciantes del Mercado Orienta refirieron a LA LUPA que los precios de los abarrotes se han mantenido «estables» en su mayoría, pero que obviamente de enero a la fecha sí han habido variaciones en los productos de entre C$1.00 y C$5.00.

Recientemente, explicaron han tenido una fuerte variación en el precio al que comprar el quintal de frijoles, que les ha llegado entre C$2,500.00 y C$2,700.00, por lo que han tenido que subir el costo por libra a entre C$26.00 y C$30.00 para sacar los costos de transporte y empaque.

Un propietario de un tramo de abarrotes, al que llamaremos Marcos, explicó además que las ventas se han venido bajando desde que se anunciaron los primeros casos de COVID-19 en el país.

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«La gente viene poco, desde que se anunció lo del virus. Las ventas se han bajado, supongo porque procuran llenar y venir poco, pero nosotros no aumentamos tanto el precio porque la gente está golpeada, los mantenemos estables aunque ganemos menos porque tenemos que vender», dijo el vendedor de abarrote.

Algunos de los productos como el arroz se cotiza por libra entre 13 y 16 córdobas, dependiendo de la calidad del producto. El aceite, por litro, en el mercado se puede comprar entre 35 y 50 córdobas.

Otro de los abarrotes que se mantiene estable es el azúcar, su precio por libra puede andar entre 12 y 14 córdobas la libra. El detergente por bolsón -que contiene entre 35 y 24 unidades de 250 gramos o 500 gramos-  puede oscilar entre 135 y 240 córdobas.  La ristra de jabón entre 60 y 70 córdobas, mientras que el cloro puede andar entre 5.50 y 6 córdobas.

Algunos comerciantes dijeron que otras marcas de cloro se han escaseado por la demanda, ya que son «los más baratos», puede andar la bolsita entre 4 y 5 córdobas.

El precio de la canasta básica de 53 productos, según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN), ha venido variando entre C$200.00 y C$1,000.00 anualmente. De diciembre de 2010 a diciembre de 2015 la canasta básica pasó de C$9,345.9 a 12,364.5, pero casi cuatro años más tarde, hasta julio de 2019, ya había subido hasta C$14, 159.8 córdobas, es decir, el doble de un salario mínimo.

Sin medidas paliativas 

Organizaciones gremiales del sector privado, tales como el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), han advertido del golpe a la economía que dejará la COVID-19 en el país, pues esta ha agudizado afectaciones producto de la crisis sociopolítica generada por el régimen Ortega Murillo desde abril 2018.

El Cosep planteó recientemente la necesidad de poner en práctica medidas de orden social y económico, para ayudar a la población nicaragüense que se encuentra inmersa en una crisis sanitaria, asumiendo desde el Estado la reducción de las tarifas de energía y agua potable; la creación de un fondo de emergencia, a través de líneas de crédito y que esté dirigido a los micros y pequeños negocios.

Han sugerido la creación de un “fondo especial de asistencia de alimentos y víveres” dirigido al sector informal y los grupos más vulnerables del país como “población extremadamente pobres, discapacitados, y ciudadanos de la tercera edad”. Además, urgió al régimen Ortega-Murillo la modificación de ciertas normativas para hacer una reclasificación y reestructuración de los “créditos personales, de tarjetas de créditos, hipotecarios y pymes”.

Sin embargo, el silencio del régimen Ortega-Murillo se ha mantenido, siguen sin asumir medidas económicas o sociales, tampoco han dictado acciones dirigidas al distanciamiento social como la suspensión de clases o el tele-trabajo para las instituciones del Estado. Mientras tanto, en el país se siguen aumentando semana a semana los contagios de COVID-19, hasta la fecha se contabilizan 1,464 casos positivos y 55 muertes.

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