El temor a vivir un asalto se siente al caminar por las calles de la Villa 9 de Junio, en Managua, dice Susana Picado, una habitante de 21 años que ha vivido toda su vida en “la colonia”, como le llaman. Los robos siempre han existido en esa zona, pero en los últimos años han aumentado drásticamente, al punto que gran parte de sus habitantes han sufrido al menos un asalto, considera la joven.

En menos de dos años, Picado ha vivido dos asaltos a mano armada y siempre es el mismo modus operandi: un motorizado que aparece de pronto con una pistola. El robo más reciente que vivió fue el pasado 9 de abril en la noche a tan solo unas cuadras de su casa, cuando andaba comprando algo para cenar.

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“Estaba caminando con mi novio para la casa, y se estacionó una moto atrás de nosotros. Volteé a ver y solo miré cuando el asaltante se bajó de la moto y sacó la pistola. Apenas miré eso, me resigné. Como tenía mi teléfono en la bolsa derecha del pantalón, puse el plato de comida a esa altura para esconderlo”, relata.

Según Picado, el asaltante los puso contra la pared a ella y su novio, y le arrebató el bolso que tenía sus documentos personales, sus lentes y su billetera, la cual afortunadamente tenía menos de 100 córdobas. Señala que incluso el robo ocurrió frente a una casa donde había gente en el porche.

“Definitivamente los robos han empeorado porque ocurren a cualquier hora del día y hasta con testigos. Solo este año, he escuchado a cinco o seis personas que les han robado en la colonia”, indica. El otro robo que vivió ocurrió casi de la misma manera. A una cuadra de su casa, un motorizado la detuvo, le sacó una pistola y le exigió el teléfono; como ella le dijo que no lo tenía, el asaltante la registró y después de confirmar que no tenía nada, se fue.

A partir de los robos, Picado siempre sale de su casa acompañada o si sale sola, únicamente camina por calles transitadas. Si hace mandados cerca de su casa no carga con su teléfono y solo anda con el dinero que va a utilizar; y si hace viajes largos, oculta su teléfono en su cuerpo en partes como la espalda o el brasier.

Del país más seguro de América, a uno de los más inseguros

Nicaragua pasó de ser el país más seguro de Centroamérica, a ser el segundo el segundo país donde se registran más víctimas de robo o asalto en toda Latinoamérica, superando a países como México, Colombia y Venezuela, de acuerdo con la última encuesta de la Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo S.A. (CID Gallup).

Los resultados muestran que el 45% de las y los ciudadanos reportaron haber sufrido un robo en los primeros cuatro meses de este año.

Esto representa un incremento significativo de la inseguridad ciudadana, señala la socióloga Elvira Cuadra, directora del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM) y experta en seguridad.

“Uno de los factores tiene que ver con el contexto de violencia e inseguridad que se ha instalado en el país a raíz de 2018, particularmente por la violencia ejercida desde el Estado hacia la ciudadanía”, indica.

Otro factor que influye es que la Policía dejó de cumplir sus funciones de prevención y control de la delincuencia, para dedicarse a ejecutar acciones de violencia y represión político contra la ciudadanía. También existe impunidad en grupos paramilitares que surgieron desde 2018 y que “tienen una cierta permisividad” para realizar actividades delictivas, señala la experta.

Por otro lado, el régimen Ortega-Murillo ha liberado masivamente a miles de personas que estaban privadas de libertad, pese a que muchas de ellas no cumplieron con los requisitos establecidos con la ley ni con los procedimientos para recibir esos beneficios. Lo que ha llevado a que muchas de ellas hayan reincidido delictivamente. 

Estos datos contrastan con las reducciones de robos que señala el Anuario Estadístico de la Policía Nacional 2021 respecto a años anteriores. Pues, según la Policía, los robos en todas sus modalidades han disminuido de 224 a 189 por cada 100 mil habitantes, con una reducción del 16% entre 2020 y 2021.

Pero a través de denuncias ciudadanas, se ha señalado el incremento palpable de la delincuencia en las calles.

Vivir con constante temor

“Denise” es otra habitante de la Villa 9 de Junio de 37 años de edad, quien solicitó el anonimato. Es otra de las víctimas de robo de la colonia, que cada vez incrementan más y más. Ella señala que la gente ni siquiera se puede sentar afuera de su casa y los jóvenes no pueden jugar en las calles, ya que cada vez que pasa una moto todas las personas se meten enseguida a su casas por temor a que sea un asaltante.

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Los motorizados pasan hasta tres veces en una sola calle y si no encuentran a nadie a quien asaltar, se parquean a esperar a una víctima. “Es un temor constante”, señala. Ella vive en una rotonda, y dice que los motorizados se meten a la calle y rondan todo el día. Algunos vecinos han puesto agujas de parqueos en las entradas de la cuadra para evitar la entrada de ellos, pero es un gasto económico que no todas las personas pueden asumir.

La última vez que la asaltaron ocurrió a finales de mayo, cuando venía de regreso del colegio con su hijo de 9 años, a unas cuadras de su casa. Estaba en la venta comprando un jugo, y de pronto apareció un motorizado, quien la tiró al piso, le sacó un cuchillo y la amenazó con asesinarla si no le daba su teléfono.

“Se lo di porque no quería que también le hiciera algo a mi hijo. Ahora el niño no puede escuchar una moto porque se pone nervioso y piensa que nos va a robar. Quedó traumatizado”, expresa.

Denise no interpuso una denuncia en la Policía porque además de no contar con información sobre el asaltante, considera que la institución no hace un trabajo adecuado en las investigaciones y no da seguimiento a las denuncias, así que piensa que “está de más hacerlo”.

Señala que hace un par de años, la Policía se ponía con patrullas en las calles para vigilar, pero es algo que ya no hacen, y aunque varios habitantes de la Villa han reportado el incremento de los robos, todavía no hay una respuesta estatal.

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