Nicaragua está sumergida en una política «insensible e irresponsable», según analistas, ante la pandemia del coronavirus en la que la población sufre las consecuencias del «secretismo y la desinformación» del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo que se niega a decretar cuarentena, promueve actividades masivas, crítica la campaña #QuedateEnCasa, y calla frente a la crisis económica que vive la población producto de la pandemia.

“Siempre vamos a tener gente que está contra la corriente, si el gobierno dice que habrá una marcha los que van siempre son los del gobierno, pero el comportamiento del pueblo que mira con responsabilidad las características de esta pandemia está en autocuido y tomando las cosas con seriedad”, dice el exdirector de los Hospitales Bertha Calderón y Roberto Huembes, Alejandro Lagos que resalta que no se puede obviar la responsabilidad con la que ha actuado una parte de la población frente a la pandemia.

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Según el doctor Lagos, lo que el régimen no está midiendo en la actualidad es el riesgo que representa acudir a una unidad de salud, donde una persona que llega en busca de atención por cualquier padecimiento, puede contagiarse de COVID-19.

“Ahora mismo se está haciendo más crudo, más retrechero e inconforme porque sabe que no le están dando las condiciones para trabajar, de protección por su vida y están ahí por la necesidad, la situación es caótica y más que se va a poner mientras vayamos en el ascenso de casos”, sentenció Lagos.

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Un sector de los nicaragüenses han adoptado sus propias medidas de prevención mientras otro hace caso omiso a las advertencias. La Lupa/Oscar Navarrete

Cuatro realidades en un mismo país

La socióloga, María Teresa Blandón, cree que Nicaragua frente a la pandemia vive más de dos realidades,  y desde su óptica identifica al menos cuatro grupos que tienen comportamientos diferentes.

Un primer sector identificado que «está muy bien informado» sobre la situación y que tiene «condiciones» para permanecer en cuarentena, pero es un grupo «minoritario de la sociedad».

«Hay otro sector que tiene clara la gravedad de la situación de la pandemia, pero que su situación económica no le permite adoptar estas medidas y está tratando de jugársela con algunas alternativas, el uso de la mascarilla, el alcohol, el lavado de las manos, cierto distanciamiento; y eso lo vemos en las calles, en los buses, en los supermercados», afirmó.

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La socióloga nicaragüense sostiene que en el país existe un tercer sector «menos informado, que no consume información de calidad y que muchas veces eso coincide con que es la gente que recibe información del régimen Ortega Murillo».

Este tercer grupo identificado por Blandón es la gente que está «más expuesta». «Es la gente que abiertamente está desafiando, porque esa es la orientación y es lo que ha oído en los medios, desafiando las medidas de prevención y más bien se está exponiendo un poco o mucho por ignorancia, otro poco por fanatismo y otros poco por disciplina», señaló.

El cuarto grupo, según la socióloga,es el que está «más fregado» y en este entran los trabajadores del Estado, particularmente de la salud y de educación. «Son rehenes, saben la situación, pero están siendo amenazados, chantajeados por el régimen Ortega y Murillo», señaló la socióloga.

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El personal médico es víctima de chantaje y amenazas ubicándolo en un sector vulnerable frente al covid19 y la dictadura. La Lupa/Oscar Navarrete

Una estrategia del régimen

Para el sociólogo y economista, Cirilo Otero el régimen está actuando en el marco de una «estrategia gubernamental» donde el dictador, Daniel Ortega pretende demostrar que es posible seguir con la cotidianeidad en el país, pese a que ya se han reportan cinco fallecidos por COVID-19.

«Él quiere y está buscando un premio porque digan que aquí hubo menos casos de coronavirus y no sé de quién está esperando ese premio (…) Ortega tiene muy vinculado su dinero, su capital, con la realidad nacional y él necesita recuperar, cómo recupera, a través de los impuestos y de los préstamos y las dos cosas han caído están en una curva descendente», señaló el sociólogo.

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Desde el Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR) el régimen sigue promoviendo actividades en plena pandemia. De acuerdo a la cartelera turística, entre el 1 y 31 de mayo tienen programadas más de 400 actividades, una de ellas las fiestas de “¡Mayo Ya!, en Bluefields, mientras en los países centroamericanos endurecieron las restricciones de movilidad por temor a la propagación.

«La situación es consecuencia de una política errática, irresponsable y también insensible por parte del régimen Ortega Murillo. Negar información, no tomar ninguna medida para apoyar a los sectores más empobrecidos, no dar a conocer a la ciudadanía qué está pasando con la pandemia y su evolución para que la gente también tome decisiones, no aplicar profusamente las pruebas de confirmación, no proteger al personal de salud, todo eso son muestras inequívocas», enfatizó Blandón.

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La población se encuentra indefensa frente a un régimen que no ofrece soluciones. La Lupa/Oscar Navarrete

Además de obligar a las personas a participar en manifestaciones y otras actividades propias del partido de gobierno, tampoco se suspende oficialmente las clases de forma presencial, pese a que esta semana la vocera del régimen, Rosario Murillo, anunció un plan de “teleclases”.

El vicepresidente de la Unidad Médica Nicaragüense, Javier Núñez, señaló que el régimen no toma en cuenta que la pandemia sacudió los sistemas de salud más fuertes en otros países más desarrollados.

“Nosotros tratamos de advertir antes para evitar llegar a esta fase de contagio masivo, de contagiarnos no íbamos a contagiar eso era algo inevitable, pero no es lo mismo que vos te contagies de una manera abrupta, de tal forma que tengas una cantidad de pacientes infectados que sature el sistema de salud, a que nos fuésemos contagiando de una forma leve, que diera la posibilidad de brindar atención a aquellos que lo ameriten”, explicó Núñez.

El representante de la Unidad Médica Nicaragüense, en Nicaragua no se puede obviar que la mayor parte de los pobladores tienen un empleo informal. Ante la amenaza de la pandemia, el régimen contrario al resto de países de la región, tampoco se preparó cerrando fronteras como hicieron otros países.

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