Las mujeres nicaragüenses migrantes en Costa Rica están expuestas sufrir todo tipo de violencias, indica Heyling Marenco, integrante de Volcánicas, colectiva feminista que trabaja en la defensa de los derechos de las nicaragüenses migrantes en dicho país.

La violencia laboral es una de las más comunes en las experiencias de las nicaragüenses que trabajan en Costa Rica, ya que acceden a trabajos precarios, donde muchas veces viven maltrato, indica la activista.

“Una de las violencias más comunes es la violencia laboral. No solo en esta oleada migratoria, sino históricamente. Las mujeres son violentadas porque no tienen acceso al trabajo digno, ni con las condiciones laborales necesarias. Casi siempre las mujeres están en el trabajo doméstico, en condiciones de explotación y mal pagado”, apunta.

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Sin embargo, las nicaragüenses migrantes no solo se enfrentan a largas horas laborales y salarios bajos, sino que también enfrentan agresiones físicas por parte de sus empleadores, quienes se aprovechan de su situación migratoria porque saben que no los van a denunciar.

La golpiza que recibieron dos nicaragüenses trabajadoras de las tiendas SYR no son casos aislados, afirma Marenco.

La semana pasada se viralizaron unos videos en redes sociales que muestran a dos nicaragüenses recibiendo golpes con tubos por órdenes del dueño del local. A una de ellas también le cortaron el cabello en contra de su voluntad. La agresión fue justificada por un supuesto robo que no fue confirmado. 

El dueño de la tienda fue detenido el 21 de noviembre, de acuerdo con el Organismo de Investigación Judicial (OIJ). También la Fuerza Pública cerró 14 locales de las 18 tiendas que hay en el país, ya que no pagaban impuestos y habían personas migrantes trabajando sin permiso laboral.  

La Policía Profesional de Migración entrevistó a 49 trabajadores migrantes, entre ellos 31 mujeres. Del total de trabajadores, 33 eran nicaragüenses.

A partir de este caso, otras mujeres nicaragüenses expusieron que ellas también eran violentadas físicamente por sus empleadores, señala Marenco, pero temían denunciar por el riesgo de perder su trabajo o de ser deportadas por no contar con un estatus migratorio regular.

“Este no es el primer caso. Ha habido otras mujeres que dijeron que han vivido lo mismo en sus trabajos y en otros lugares. Esto les provoca daños físicos y psicológicos, porque no solo son los golpes. Pero no denuncian por temor a perder su trabajo y no poder mantener a sus familias”, explica.

Marenco señala que por la falta de datos sobre la población migrante tiene como consecuencia que se desconozca cuántas mujeres nicaragüenses se encuentran en Costa Rica y cuántas de ellas tienen un estatus migratorio vulnerable.

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Nicaragüenses viven violencia machista, sexual y estatal

Desde el inicio de la crisis sociopolítica en 2018 hasta este año, se estima que más de 400 mil 500 nicaragüenses han migrado a Costa Rica, de acuerdo con la investigación Los migrantes nicaragüenses en costa rica: vulnerabilidad e implicaciones de su integración, investigación realizada por Manuel Orozco, director de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano.

El número de nicas que migran al país vecino ha aumentado exponencialmente a partir del año pasado y autoridades costarricenses han señalado que no esperan que la ola migratoria baje.

En esta oleada migratoria, miles de mujeres han sido víctimas violencia no solo laboral, sino también violencia machista, sexual y estatal, según Marenco.

“Las mujeres no tienen trabajo, ni acceso a viviendas, y esto las hace regresar con su agresor. Las mujeres se preguntan “¿quién cuida a mis hijos? ¿quién los alimenta?” en el caso de las mujeres que ya son madres. Muchas no pueden salir de esa violencia basada en género”, explica.

Marenco asegura que otras viven explotación sexual o se tienen que dedicar a la prostitución porque no encuentran trabajo en el país, y tampoco hay acciones del Estado para integrar a las mujeres en la economía. “Las mujeres no encuentran otra solución para poder comer en este país”, señala.

A pesar que el emprendimiento ha sido una salida para las migrantes para generar ingresos, si no cuentan con un estatus migratorio regular no pueden acceder a préstamos para hacer crecer sus negocios, o para reguralizarlos.

Sin embargo, Marenco señala que tener un estatus legal o estar reconocidas como refugiadas, no garantiza que las mujeres puedan acceder a derechos básicos, ya que las instituciones no reconocen estos estatus.

Esta situación afecta principalmente el acceso a la salud y a la salud sexual y reproductiva, ya que cuando las mujeres presentan sus carnets de refugiadas en las instituciones, las personas funcionarias no los aceptan, niegan el acceso a los servicios médicos o brindan un trato despectivo.

“Te preguntan despectivamente “¿qué es este carnet?”. Ha sido una lucha desde los movimientos de la sociedad civil. Hay mujeres que dicen “yo prefiero no enfermarme porque sé que no tengo dinero y no puedo ir a ningún lugar a hacerme el papanicolau”. Hay mujeres que tienen años de no realizarlo”, expresa Marenco.

Sin acceso a la justicia

Marenco señala que la mayoría de las agresiones contra las nicas migrantes quedan en la impunidad, ya que muchas mujeres tienen temor a denunciar por su estado irregular migratorio; o no tienen recursos económicos para realizar las gestiones, movilizaciones y seguimiento que requiere hacer una denuncia.

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Las instituciones tampoco brindan información clara sobre las rutas de denuncias, sino que dan información protocolaria y con un lenguaje que muchas de las migrantes no pueden comprender.

En el caso de las mujeres que sí deciden realizar las denuncias, tienen que enfrentar revictimización por parte de los funcionarios, quienes cuestionan su estado migratorio aunque este sea regular.

“No es desde ahora que este país recibe población migrante, específicamente nicaragüense. A mí me parece que a Migración de Costa Rica no le interesa para nada la Ley Migratoria de Costa Rica. No le interesa que las mujeres nos regularicemos en este país. Eso nos vuelve vulnerable a no acceder a derechos”, manifiesta Marenco.

Ante estas situaciones, la activista recomienda a las nicaragüenses migrantes crear redes de apoyo con otras mujeres migrantes; informarse sobre instituciones y organizaciones que acompañen a mujeres; y acudir a organismos de apoyo tales como el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), Red de Mujeres Migrantes Nicaragüenses y Volcánicas.

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