La situación de la población LGBTIQ+ en Centroamérica continúa en un entorno de constante violencia, inseguridad y desatención estatal. Así lo expusieron tres activistas de distintos países de la región en el Webinar “Violencia contra las personas LGBTIQ+” llevado a cabo por la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), La Corriente Somos Todas de Nicaragua, el Movimiento de Diversidad en Resistencia (MDR) de Honduras y LAMBDA de Guatemala.

Las activistas Niray Vellafont, Jensy Jalitza Ávila y Mary Bolt relataron los tipos de violencia que sufren y la creación de estrategias para continuar promoviendo la resistencia.

Violencia desde el hogar

Las panelistas aseguraron que mucha de la violencia que sufren inician desde el seno familiar. “Empieza desde la familia, el rechazo y maltrato que reciben. En algunos casos la expresión de extrema violencia tiene que ver con los golpes y con las agresiones sexuales. Hay casos en los que las madres les dicen a sus hijas que las prefieren “putas” antes que lesbianas o que prefieren que no hubieran nacido nunca. Eso es una agresión emocional que no se olvida”, expusó Bolt, terapeuta psicocorporal.

Vellafont, integrante de la organización guatemalteca LAMBDA, compartió que las principales expresiones de la violencia para personas LGBTIQ+ en Guatemala incluyen la persecución política, extorsiones por pertenecer al colectivo y el destierro de sus hogares desde el primer momento en que manifiestan su identidad de género u orientación sexual.

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Ávila, explico también que, desde MDR Honduras remarcó que en ocasiones la violencia es originada por la presión social en casa y por el despojo del lugar en donde crecieron, que consideraban como su espacio seguro.  

Bolt explicó que todas estas agresiones tienen consecuencias en la salud psicoemocional: “afecta la autoestima y la autoaceptación. Hay ideaciones suicidas, hay estrés post traumático por todas las heridas y los malos tratos. Autorrechazo, hay ansiedad, depresión, hay tendencia a las adicciones. Afecta también las decisiones a futuro”, insistió.

La desatención estatal

Por otra parte, las activistas comentaron sobre la evidente desatención estatal de la que son víctimas las personas LGTBIQ+.

“En el 2015, el Gobierno de Guatemala formalizó un documento titulado “Estrategia de atención integral en salud para personas trans”. Estamos ya casi a siete años y no se ha implementado. En esta estrategia hay un área específica para la salud mental. Es el deber del Estado, a través del Ministerio de Salud, atender esta necesidad de las poblaciones LGBTIQ+, lamentablemente a pesar de los esfuerzos de la sociedad civil, no hay interés político”, explicó Vellafont.

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En Nicaragua no existe un programa para garantizar la protección y la no discriminación al colectivo LGBTIQ+. En cuanto al tema de la salud mental, Bolt mencionó que existe un hospital de referencia nacional, que es el Hospital Psicosocial José Dolores Fletes. Este centro esta para atender personas en crisis independientemente de su orientación, pero solamente que lleguen en crisis de gravedad.

“No existe ningún programa o protocolo sobre los medicamentos (hormonas) que deben utilizar las personas trans. Las personas trans se automedican o buscan algún médico, pero no hay seguimiento o control y eso tiene grandes consecuencias en sus cuerpos”, agregó Bolt.

¿Cómo continuar promoviendo la resistencia?

Vellafont planteó como alternativa para mantener la resiliencia y resistencia entre las personas LGBTIQ+, continuar concientizándoles como colectivo, informándoles constantemente sobre la existencia de sus derechos y capacitarles para que los exijan y luchen por ellos.

Bolt opinó que es importante seguir organizando grupos de autoyuda, pero también utilizar las redes sociales. “Para que aporten a las perspectivas que tiene cada persona y a sus sentires. Se pueden ocupar a nivel virtual una serie de recursos con los que se cuenta. Como los podcasts, eso puede ser un apoyo ante las dificultades”.

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