«Viva Nicaragua libre», grita. La empujan. Cae al suelo. Se levanta. Vuelve a gritar. Esta molesta. Grita. Reclama porque no la dejan protestar. Es sábado, pero puede ser cualquier día, cuando Zayda Hernández aproveche para escabullirse y salir a demandar justicia por una «Nicaragua libre».

Hernández es una las líderes estudiantiles más reconocidas en Nicaragua. Desde que iniciaron las protestas, en abril de 2018, se le ha visto imparable. Es una activista crítica no solo de la dictadura Ortega-Murillo, sino también de la Alianza Cívica.

A pesar del asedio constante que recibe del régimen, Hernández se mantiene firme, aunque admite que el miedo es latente. El 18 de mayo de este año, esas amenazas cruzaron la línea de la subjetividad y fue secuestrada por paramilitares. Luego de 24 horas desaparecida, fue abandonada por agentes de la dictadura en la Catedral de Managua y encontrada atada de pies y manos, con claras señales de maltrato físico.

“El compromiso moral que tengo por las cosas que he visto, vivido en carne propia me fortalece. En determinados momentos tengo temor, los policías me amenazan y dicen siempre que irán por mí. Voy a resistir hasta donde pueda. Dios me dará la oportunidad de ver todo este proceso con vida y de decir que veré a una Nicaragua libre y que las víctimas encontrarán justicia”, expresa.

ES INGENIERÍA QUÍMICA

Es egresada de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), estaba preparando la tesis cuando empezaron las protestas. Antes de la fecha, la política le era indiferente a pesar que identificaba la corrupción y el control que tenía el régimen. Sin embargo, todo cambió cuando miró el atropello contra los ancianos.

“Era muy apática en los temas de políticas porque siempre pensé que ese mundo de corrupción, pero cuando miré cómo las turbas sandinistas golpearon a los ancianos por las reformas del INSS en León en Camino de Oriente, y además estaba incómoda con lo de Indio Maíz, entonces dije basta y salí a las calles”, explica.

El 19 de abril fue la primera protesta en la que participó. En las afueras de la UNI, cargando piedras en sus mano, salió a mostrar su descontento frente a una Policía Orteguista que ya hacia gala de su violencia. “Solo andaba con piedras, porque nos empezaron a disparar. La verdad no tuve miedo, pero sí les gritaba qué si fuésemos sus hijos nos harían lo mismo. Siempre les he expresado lo que siento a los policías”, relata.

Relegada del circulo de la Alianza Cívica

Desde la Coalición Universitaria tuvo la oportunidad de participar en el primer intentó de diálogo nacional en mayo de 2018. Pero aunque estuvo presente desde el inicio de las protestas recientemente pareciera que lucha sola. Se le ha visto enfrentándose contra un contingente policial que la rebasa. Sin apoyo del movimiento estudiantil ni de la Alianza Cívica, solo junto a Kenia Gutiérrez, una excarcelada política.

Es consciente que su crítica a la Alianza Cívica le ha costado la expulsión del circulo cercano. Aunque explica que no solo ella ha sido excluida de la Alianza Cívica, sino varios de sus compañeros que han mantenido una postura crítica frente a la pasividad del grupo empresarial que durante 12 años mantuvo un contubernio que sostuvo el régimen.

«En 2018 hice una gira por Estados Unidos para solicitar sanciones para el circulo más cercanos de la familia y todos los que estaban implicados en corrupción. Hablamos del Nica Act y las sanciones para estos, pero ellos nos dijeron que no teníamos potestad de hablar en nombre de la Alianza Cívica y que cómo estábamos cabildeando a favor de estas sanciones, y desde entonces nos descalifican, incluso, un joven de la coalición universitaria dio una entrevista en donde dice que no representamos los intereses de la Alianza Cívica. Por eso digo, ese temor que tiene el sector privado a las sanciones no es casualidad. Lo corrupto y violador de derechos humanos viene de todos lados”, asegura.

LAS ELECCIONES SON INVIABLES

Para Zayda Hernández, la propuesta de salir de la dictadura mediante elecciones en el 2021 es un plan inviable debido a que el régimen de Daniel Ortega controla los diferentes poderes del Estado y mantiene la fidelidad de las fuerzas armadas en el país.

“Las elecciones son inviables, quieren hacer reformas mágicas, donde el escenario no existe. No hay seguridad ni garantías para que se den elecciones transparentes. No hay condiciones mínimas en el país para realizarlas”, señala y demanda el ejercer mayor presión al régimen con un paro nacional indefinido.

“Es evidente la resistencia que tiene la Alianza al paro nacional y se debe a que una de sus cúpulas, como es el Cosep. Así que la búsqueda de un consenso entre sostener la economía y apuntar a una falsa normalidad, es lo que le impide a la Alianza avanzar, debido a la armonía que siempre ha existido entre el Cosep y la dictadura”, explica.

Considera que “un paro nacional es un mecanismo que le hará mucha presión al régimen, porque Ortega es un capitalista salvaje y se le daría un golpe fuerte, pero el paro debe ir acompañado con más actividades de resistencia cívica para no darle descanso a la dictadura”.

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