Nicaragua llegó este viernes a los 100 días de COVID-19. En este tiempo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha minimizado la pandemia, ha negado información de los casos, promovido actividades multitudinarias, y despedido a personal de salud de los hospitales públicos, que son los que están en primera línea frente a la enfermedad.

Hasta la fecha el Ministerio de Salud (Minsa), reporta 74 personas fallecidas y 2,170 casos positivos a nivel nacional. En cambio, el Observatorio Ciudadano COVID-19, difiere de las estadísticas del Minsa, hasta el 17 de junio lleva registradas 1,688 muertes por neumonía y sospechas de COVID-19 y 5,957 contagios.

Para el doctor Carlos Quant, el principal aspecto negativo en estos más de tres meses, es que siguen en negación de la pandemia, “a estas altura todavía el Gobierno no ha reconocido que estamos en fase comunitaria desde hace semanas, aunque hayan informado del ascenso exponencial de la epidemia obviamente la información que se ha dado no es la suficiente, esta muy lejos de aproximarse a la realidad”.

De acuerdo con el infectólogo, el manejo, ocultamiento y desconocimiento de la información y la falta de la realización de pruebas sigue siendo un problema importante en Nicaragua, ya que no se puede determinar la condición de un paciente y tampoco les permite conocer dónde están los focos de infección.

“Por información que se ha obtenido del Observatorio Ciudadano, es que sabemos que hay focos en Managua, Masaya, Estelí, por mencionar algunos, pero no tenemos las muestras, los resultados que son necesarios para saber en realidad cómo está el comportamiento de la epidemia y eso es una debilidad”, asegura el profesional de la salud.

A pesar de todo lo anterior, hay que destacar aspectos positivos como la conciencia sanitaria que ha desarrollado la población. Según Quant, se ha estado bombardeando de información a través de las redes sociales y en lo medios de comunicación, sobre todas las medidas de protección, y eso ha permitido que la población asuma el autocuido.

“La población ha incorporado el hábito de lavado de manos, su alcohol gel, el distanciamiento social, el confinamiento, el teletrabajo…la creatividad que ha desarrollado para tratar de minimizar el riesgo de infectarse como por ejemplo; la confección de mascarillas de tela, algunos transportistas incluso, han hecho barreras en los medios de transporte, colocando plástico, también en las pulperías”, explica Quant.

El doctor también se refirió a la solidaridad de las personas con los trabajadores de la salud en especial con los médicos, ya que les han obsequiado equipos de protección individual para la atención de pacientes, asimismo se han solidarizado con los médicos despedidos.

COVID-19 se traslada a la zona rural

El epidemiólogo Rafael Amador, considera que hay un factor a tomar en cuenta y es que la epidemia se ha extendido al sector rural, se está yendo hacia las comunidades indígenas, y ahí habrá un problema porque las notificaciones serán menos, más esporádicas lo cual aumentará el subregistro.

Según el médico, en este momento la tendencias es que se mantenga la cantidad de muertes registradas, aunque reitera que se van a dar más muertes en la zona rural y que probablemente no se vayan a conocer de manera objetiva ya sea de manera oficial o a través del Observatorio Ciudadano.

Para el epidemiólogo, a cien días de haberse diagnosticado de manera confirmada el primer caso en Nicaragua, el personal de salud ha llegado a conocer mejor el comportamiento de la enfermedad.

“Los médicos ya saben cómo identificarla de manera más oportuna, y manejarla de manera más adecuada, esto podría reducir la cantidad de personas que tengan que llegar a los hospitales, porque se están tratando de manera temprana y oportuna en las casas, y los que lleguen al hospital al ser menos la demanda, puede incidir en la disminución de mortalidad y letalidad”, aseguró Amador.

No hay que bajar la guardia

Algo que preocupa al profesional de la salud, es que las personas bajen la guardia porque piensan que quizás ya no se van a contagiar con el virus.

“En este momento las personas pueden comenzar a disminuir su atención a mantener las medidas de prevención, sea por aburrimiento, por actitud, o porque piensan que ya no les dio o que no les va a dar la enfermedad. Hay que recordar en este momento que el contagio es real, está disperso por todo el país y todo los que no han estado en contacto con el virus anteriormente son susceptibles a entrar en contacto dependiendo su edad y su estado de salud”, explicó.

Agrega, “a los que todavía creen que esto es un juego, hay que ver lo que está pasando con personas en el país que se ha burlado de manera pública, esto es un juego y desafortunadamente han pasado por un episodio severo de la enfermedad, o fallecido, es un hecho real que la enfermedad va a permanecer por más tiempo en el país y que no podemos bajar la guardia”.

Para Amador la mejor cura es la prevención. Los mayores de 60 años, deben cuidarse mucho más. Y las personas menores que tienen alguna enfermedad crónica como: hipertensión, diabetes, obesidad, o que hayan sido fumadores durante mucho tiempo en su vida, están propensos a contagiarse por lo que deben evitar exponerse al exterior.

Las recomendaciones siguen siendo las mismas; distanciamiento entre personas, uso de mascarillas, el lavado permanente y continuo de las manos por 20 segundo, uso de alcohol gel, tener como norma de vida no tocarse la cara ya que el virus entra por las mucosas de los ojos, la boca y la nariz. Si es indispensable salir, hay que utilizar careta de plástico para protegerse todo el rostro.

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