Durante los últimos meses en América latina ha habido diversidad de estallidos sociales que han sido respuestas a una larga lista de atropellos contra los derechos humanos, particularmente de los grupos más vulnerabilizados.

Un sinnúmero de abusos orquestadas por partidos de toda índole, que parecieran competir entre sí por llevarse el título al más perverso. Nicaragua, no ha sido la excepción de esto y hasta el día de hoy, seguimos sufriendo consecuencias de la crisis socio-política que empezó en abril de 2018.

Hoy, no pretendo hablar de esta crisis, pero sí quiero hablar de una crisis paralela que al igual que en nuestro país, es pan de cada día para miles de mujeres, que desde su amplísima expresión intentan frenar un mounstro inmisericorde: el machismo y lo que este arrastra.

El pasado sábado 30 de noviembre, un grupo de activistas feministas nicaragüenses realizó el performance “El violador eres tú” -creado por mujeres chilenas para el abuso sexual- en un centro comercial capitalino en horas de la tarde, todo pasado en paralelo en una ciudad militarizada, donde cualquier forma de expresión no oficialista, significa la cárcel.

Este acto, al contrario de despertar solidaridad, que es lo que se supone debería provocarnos, despertó infinidad de críticas y ofensas en contra de las compañeras que públicamente aparecen en la coreografía. Estas ofensas y demás expresiones de odio, no están dirigidas a quienes ahí aparecen, están encausadas a desprestigiar a todo un movimiento político que lucha en pro de la democratización de los cuerpos, las libertades, los derechos de las mujeres que incluyen el derecho a la seguridad de no ser violadas o asesinadas por el simple hecho de ser mujeres en un país que tiene una enorme deuda con nuestras hermanas.

Basta con ver la manera en que se recibió este performance feminista para comprender la lógica de la lucha de lo que implica una nueva Nicaragua. El machismo, la misoginia, la homofobia y aunque cueste creerlo la falta de sensibilidad ante problemas sociales causados por el género es mal que padece la infinita ciudadanía de este país, militen en el partido que militen.

A estas alturas, las feministas, los LGBTIQ, los cuerpos disidentes, los grupos vulnerabilizados debemos estar más que convencidos que bien no habremos de salir de un sistema anti derechos para entrar a darle batalla al que venga y de que no habrá nueva Nicaragua ni después de ellos, por sus indolentes maneras de criticar lo que desde la acera de la resistencia se crea para preservar y hacer conciencia sobre la seguridad y la vida de las mujeres.

Honestamente, no me dan ganas de construir país libre para cada cual porque sé que en su orden de prioridad no están nuestros derechos, estos de los grupos vulnerabilizados que solamente han podido sobrevivir por el activismo y el acompañamiento cuerpo a cuerpo, herencia ineludbile de los feminismos.

*El autor es activista feminista LGBTIQ, comunicador y especialista en género

* Foto toma de Internet del sitio LópezDoriga

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