Las mujeres dedican en promedio 3,2 veces más horas que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una insostenible situación que perpetúa las desigualdades de género en el mercado laboral y provoca empobrecimiento y mala calidad de vida para las mujeres de todo el mundo.

Y es que este trabajo realizado por las mujeres representa el 6,6 % del PIB mundial. Al año, las horas empleadas por ellas para realizar estos cuidados no remunerados representan un total de 201 días laborables (sobre la base de una jornada laboral de 8 horas), mientras que en el caso de los hombres son solo 63 días. El panorama se agudizó con la llegada de la pandemia de la covid-19.

“A pesar de su contribución, el trabajo de cuidados no remunerado está excluido de la principal medida de la riqueza nacional calculada por el Producto Interior Bruto (PIB). El resultado de ello es que se infravalora la actividad económica en general y se quita importancia al valor del bienestar personal, familiar y del conjunto de la sociedad”, afirma la organización en un reciente informe.

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La magnitud del trabajo de cuidados no remunerado, dice la OIT, es enorme “y con frecuencia compensa la falta de gasto público en servicios e infraestructura de cuidados”. Además, representa una transferencia de recursos de las mujeres (y muy pocos hombres) a la sociedad y la economía.

Aunque los hombres nunca han participado tanto en la vida familiar como en el presente, la brecha de género en ese trabajo está cerrándose a un ritmo casi imperceptible entre los pocos países que cuentan con series cronológicas de datos. A este ritmo, es probable que se tarde unos 210 años (esto es, no hasta 2228) en cerrar la brecha de género en el trabajo de cuidados no remunerado en estos países.

Para cambiar esta realidad, organizaciones como ONU Mujeres han venido impulsando como una “necesidad urgente” la inversión de los países en sistemas de cuidados, especialmente en América Latina y España, lo que ha llevado a la Asamblea General de las Naciones Unidas a proclamar el 29 de octubre como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo.

Los cuidados no remunerados en España

La realidad de los cuidados no remunerados en España no es muy diferente a la del promedio. Las españolas utilizan 263 minutos por día para realizar trabajo doméstico y de cuidados a miembros de su hogar y ese trabajo representa un 10,3% del PIB nacional, según datos de la OIT.

Mientras que en países como Austria y Alemania, que están en la media mundial, ese tipo de trabajo realizado por las mujeres representa 269 minutos (4 horas y 29 minutos, o sea, el 18,7 % de las 24 horas del día).

En un reciente informe del Instituto de las Mujeres se señala que el 92,2% de las mujeres en España realizan tareas domésticas y se ocupan del cuidado de criaturas y personas adultas dependientes (durante casi 4,5 horas al día), frente al 74,4% de los hombres (cuya duración promedio es de 2,5 horas diarias).

“Según datos europeos, las personas cuidadoras informales son mayoritariamente mujeres en todos los países, pero el porcentaje es más alto en el este y sur de Europa. El caso español destaca por superar el 60% de personas cuidadoras informales”,

se detalla en el informe.

La sobrecarga de cuidados se evidencia también en los permisos laborales. De las excedencias por cuidado de familiares solicitadas en 2019 en España, el 81,26% fueron concedidas a mujeres. En los primeros nueve meses de este 2023, las excedencias han subido a 44.369, de las que 37.384 corresponden a mujeres, el 84,3 %, y 6.985 a hombres, lo que equivale al 15,7 %.

Según los mismos datos, el 45% de mujeres frente al 7,8% de hombres (18-64 años) dejó de trabajar durante al menos un mes seguido para atender el cuidado de criaturas. Los mismos porcentajes, pero relativos al cuidado de familiares dependientes se corresponden al 5,6% de mujeres frente al 2,3% de hombres.

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Del total de 357.400 personas que en 2021 trabajaron a tiempo parcial para poder cuidar a personas dependientes, el 95% (340.800) eran mujeres. Después de no encontrar trabajo a jornada completa (51,7%), el cuidado aparece como el principal motivo que alegan las mujeres (16,2%). Por el contrario, los principales motivos en el caso de los hombres son el hecho de no encontrar trabajo de jornada completa (58,6%) y seguir cursos de enseñanza o formación (13%) siendo prácticamente inexistente la responsabilidad de los cuidados.

Y aunque el teletrabajo podría ser una opción para fomentar la conciliación, los datos señalan que las mujeres que teletrabajan experimentan consecuencias negativas sobre el rendimiento profesional, así como el bienestar físico y emocional, en comparación a los hombres. “Ellas manifiestan más dificultad para concentrarse en el trabajo remunerado por causa de responsabilidades familiares. Además, registran niveles de estrés y sobrecarga física y mental superiores”, afirma el Instituto de las Mujeres.

Recientemente el Ministerio de Igualdad de España puso en marcha la app “Me toca”, que busca impulsar el reparto de los cuidados y las tareas en el hogar para dar la vuelta a las estadísticas.

Impulso a sistemas de cuidados en América Latina

La directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, María Noel Vaeza, ha señalado que la sociedad no puede “seguir con una economía basada en los hombros de las mujeres de manera gratuita”.

“Ese modelo económico está terminado. Hay que humanizar la economía poniendo a la mujer en el centro y por supuesto poniendo los cuidados en el centro, porque todos necesitamos cuidados desde que nacemos hasta que nos morimos”, afirmó Baeza en su última entrevista con Efeminista.

Según la OIT, el trabajo de cuidados no remunerado es uno de los principales obstáculos para que las mujeres consigan trabajos de mejor calidad. Las mujeres con hijos menores de 6 años trabajan menos horas a cambio de remuneración o beneficio que los hombres y que las mujeres que no son madres. Las mujeres con responsabilidades de cuidados también tienen más probabilidades de trabajar por cuenta propia y de trabajar en la economía informal y menos de cotizar al régimen de seguridad social.

Y aunque las tasas de participación en el mercado de trabajo de las mujeres están en aumento, suele decirse que las que tienen un trabajo remunerado trabajan un “segundo turno” o experimentan una “doble jornada”, una en el hogar y otra en el trabajo.

Es por esto que en América Latina, los sistemas integrales de cuidado han ido ganando en concreción, siendo Uruguay el país pionero. Países como Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, y República Dominicana, con diferentes grados de desarrollo, se encuentran avanzando en su implementación, según datos de ONU Mujeres. Mientras que en Argentina, Ecuador, México, Paraguay y Perú existen proyectos de ley en debate que proponen la creación de estos sistemas de cuidados.

En ciudades como Bogotá, en Colombia, y Guayaquil, en Ecuador, se han implementado unas “manzanas de cuidado”, que son lugares en los que las mujeres aprenden oficios mientras otras personas cuidan a sus hijas e hijos.

Esta economía del cuidado podría generar en potencia un total de 475 millones de empleos en todo el mundo. “Si la inversión en la prestación de servicios de cuidados no aumenta al menos en 6 puntos porcentuales del PIB mundial de aquí a 2030, los déficits de cobertura aumentarán y las condiciones de trabajo de las trabajadoras y los trabajadores del cuidado se deteriorarán con los recortes que se hagan para intentar cubrir algunos de estos déficits”, alerta la OIT.

EFE
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