La Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Managua expresó, a través del mensaje número 5, a propósito de la visita de la Virgen de Fátima, que la importancia de la realización de elecciones, aunque estas sean o no adelantadas, es que abren “posibilidad institucional y pacífica para sacar al país de la crisis social, política y económica”.
La vía electoral es para la Comisión de Justicia y Paz “una luz de esperanza” para Nicaragua. No obstante, critican que esta se esté viendo amenazada por “protagonismos, ambiciones personales o de grupos”.
Es por ello que piden, ante la esperanza pacífica de la vía electoral, al pueblo de Nicaragua “trabajar unidos como auténticos ciudadanos que aman a su patria”.
La Iglesia Católica aprovechó para recordar que para tener unas elecciones legítimas, libres y confiables, es necesario “el restablecimiento de la libertades civiles, de expresión y movilización”.
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Asimismo, sugirieron para futuras elecciones una “sustancial reforma electoral, cambio de las autoridades electorales y amplia observación nacional e internacional”. Sin embargo, la dictadura de Daniel Ortega ha dejado claro, desde hace un mes, que no va a realizar reformas electorales consultadas con el pueblo de Nicaragua, sino que lo hará únicamente con partidos políticos tradicionales, criticados muchos de sus miembros por actos de corrupción y pactos con el mismo Ortega.
SOLIDARIDAD
El llamado de la Iglesia Católica llega en un contexto en el que Nicaragua está bajo un estado policiaco. Casi todos los días, los medios de comunicación reportan actos de asedio, intimidación, amenaza o criminalización de manifestantes opositores al régimen de Daniel Ortega.
Por lo que, la Comisión de Justicia y Paz también aprovechó para solidarizarse con las familias que “sufren por sus presos políticos, desaparecidos, asedados, muertos y exiliados. Así como con todas las personas que sufren el desempleo y con los medios de información que continúan secuestrados o perseguidos de diferentes formas”.
Las secuelas que ha dejado la crisis sociopolítica en Nicaragua se cuantifican en más de 300 personas asesinadas, docenas de desaparecidos, centenares de manifestantes criminalizados y más de 70,000 exiliados.
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