Los acontecimientos en Nicaragua transcurren con tal celeridad que la reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, la OEA, realizada hace apenas una semana, pareciera periódico de hace un mes.

Pero es menester alimentar nuestra memoria y remojar algunos aspectos de esa sesión, en la cual quedó constituida la comisión de alto nivel que intentará contribuir a la solución de la crisis en nuestro país. Por supuesto, no es que pensemos que la crisis que padecemos vaya a ser resuelta por la OEA. Mucho menos que la comisión designada vaya a ser el instrumento para lograrlo. Pero sí pensamos, que, para bien o para mal, la OEA, el Consejo Permanente, sus Estados Miembros y la Secretaría General, seguirán desempeñando un papel en el desenlace de la crisis.

La resolución se adoptó, exactamente dos meses después de que la Asamblea General realizada en Medellín aprobó el mandato de constituir dicha comisión. Bastante tiempo. Por ello, lo primero que debemos anotar es el letargo de la diplomacia internacional. Alguien podría decir, bueno, más vale tarde que nunca. El problema es que mientras Ortega permanezca más tiempo en el poder, más alto el costo que pagamos los nicaragüenses. Y ese costo, tristemente, en algunos casos se paga con sangre. Para quienes día a día pierden la vida a causa de las balas asesinas de los esbirros, no hay “más vale tarde que nunca”.

Pero bueno, ahora ya estamos claros que esta Comisión tiene 75 días para rendir un informe sobre el resultado de sus gestiones. Y vamos contando.

Para que nuestro análisis se afiance en realidades, y no alentemos falsas esperanzas ni reproches infundados, recordemos cuál es la tarea encomendada a esa comisión. Su mandato es realizar gestiones diplomáticas al más alto nivel para procurar una solución pacífica y efectiva a la crisis política y social en Nicaragua. Gestiones diplomáticas al más alto nivel. No es sacar a Ortega del poder.

¿Qué expectativas podemos formarnos sobre el trabajo de esa comisión?

Si nos atenemos a lo que declaró el representante del régimen genocida, en el sentido de que no reconoce ninguna validez a la citada comisión, pues no podemos alentar ninguna expectativa. No se requiere ser politólogo o especialista en relaciones internacionales para llegar a esa conclusión. Lo más probable es que Ortega ni siquiera permita su ingreso a territorio nacional.

Entonces ¿Qué podemos esperar?

En primer lugar, debemos considerar la composición de la comisión. Los gobiernos de los cinco países que la integran han mantenido una posición consistente en defensa de los derechos humanos y la democracia en Nicaragua. Estos países son: Paraguay, Argentina, Jamaica, Estados Unidos y Canadá. Por consiguiente, es pronosticable que a la hora de presentar su informe lo haga sin medias tintas.

Y después ¿Qué sigue?

Una vez que la Comisión presente su informe, de acuerdo con lo dispuesto en la carta democrática, el Consejo Permanente podrá convocar a una sesión extraordinaria de la Asamblea General, que es el órgano competente para considerar la separación del régimen de Ortega, de la OEA. LLegado el momento se requerirán 24 votos para alcanzar esa decisión. De aquí a esa fecha se habrán producido varios cambios de gobierno en la región. Así que debemos estar atentos a lo que ocurra en las elecciones en Argentina y Uruguay. Tomemos nota que Guatemala y México se abstuvieron en la votación.

Si tenemos 75 días por delante ¿Qué maniobras podemos anticipar que hará Ortega?

Por supuesto, tal como lo ha demostrado, Ortega no se dormirá en sus laureles. Tomará dos cursos de acción. De un lado, trabajará activamente para impedir que se logren los 24 votos. Seguirá trabajando con los países del Caribe, con Guatemala, con México, y atento al desenlace electorales en América del Sur.

Por otra parte, buscará cómo llegar a un acuerdo con la Secretaría General, enfocado en reformas electorales. Y desde allí provocar confusión y retardos. Si ponemos atención, el representante de la Secretaría General manifestó que hace una semana se produjo una reunión en la cual los representantes del régimen donde se trató este punto.

Si es previsible lo que hará Ortega en el marco de la OEA ¿Qué nos corresponde hacer?

Naturalmente, no podemos cruzarnos de brazos. Es preciso diseñar una estrategia para incidir en México y en el nuevo gobierno de Guatemala. Seguir atentos a las elecciones, particularmente en Uruguay. Mantener la comunicación con los integrantes de la comisión. Y no aflojar la presión a la Secretaría General de la OEA, que es el flanco donde Ortega concentrará sus maniobras. “Ortega gobierna Nicaragua, Maduro reprime Venezuela”, declaró hace algunas semanas Luis Almagro.

Lo anterior, es lo menos que correspondería hacer a nivel de la OEA. Pero lo primordial es lo que nos corresponde hacer frente a nosotros mismos. Pero ese es tema de otro comentario.

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