La muerte de Kobe Bryant ha suscitado mucho pesar, pero también mucha controversia en torno a su legado no solo como deportista, sino como persona. Los fanáticos del jugador, han amenazado y acribillado a periodistas y cualquier persona que ha señalado el caso de violación que cometió el ídolo deportivo en el 2003.

¿Cuánto tiempo se debe esperar para analizar la vida de un deportista cuando muere como en el caso del ex jugador de los Ángeles Lakers? Para una sociedad doble moralista, nunca será prudente, porque se nos ha culturizado que señalar las malas acciones que tomó alguien que ya murió no es correcto, así que se opta en resaltar sus cualidades, y la gran persona que era.

La imagen inmediata que se nos viene a la mente de Kobe es la del jugador estrella, la del padre entregado a sus hijas, a su familia, el hombre carismático que no dudaba en dar un autógrafo o foto a sus fans, el altruista que tenía una fundación y del hombre que se encargó de impulsar y reconocer más el trabajo de las mujeres en el baloncesto profesional.

Todas esas cualidades eran parte de la personalidad de Bryant, la que cultivó durante todos estos años, luego del momento más obscuro que atravesó su vida personal, el caso de violación a una chica d 19 años de edad.

Si bien una mala acción no debe definir la vida entera de una persona, si debería ser recordada y no con el afán de “dañar al ídolo”, sino para recordar que los atletas no son seres santificados, por lo contrario, son humanos y que muchas veces actúan mal aprovechando su condición de fama y poder para tapar graves errores que pueden dañar a otras personas de manera permanente.

Muchos señalan y dudan de la acusación a Bryant. Por años han tachado a la víctima como “aprovechadora”, de “interesada” que “solo quería el dinero del Bryant”, pero lo cierto es que en el caso de Kobe, hubieron demasiadas pruebas en contra del deportista. Una de ellas fue el ADN del jugador encontrada en las partes íntimas de la joven, así como los moretones en su cuello y cuerpo causados por la fuerza de su abusador.

La presión mediática estuvo sobre la víctima, quien fue severamente asediada y amenazada por los fanáticos del jugador. Bajo esa presión social y el “arrepentimiento” de Kobe, el caso fue llevado de la vía penal a lo civil, donde Kobe hizo un acuerdo de casi 3 millones de dólares por daños y perjuicios a la joven para que retirara los cargos. Además Kobe tuvo que admitir públicamente que tuvo relaciones con la joven y pidió perdón ante los medios de comunicación. El acuerdo también obligó a la chica a que no hablara más del tema.

Entonces el final feliz fue para Kobe. Nunca fue condenado por la violación y además recuperó sus patrocinadores e imagen que tenía. En el 2018 ganó un Oscar por un corto animado que cuenta su carrera, no exento de polémicas ya que se creó una petición (sin efecto) que alcanzó 17.000 mil firmas que buscaba que la Academia le retirara el galardón debido a la violación a la joven.

Mientras, en el otro lado de la cancha, la realidad era distinta, la joven abusada quedó con mala reputación. En el acuerdo fue obligada al más absoluto silencio, privada de seguir defendiendo su versión, mientras Bryant siempre tuvo la libertad de aclarar este tema cada vez que se le preguntaba.

Kobe fue sin duda alguna una leyenda del baloncesto, sus récords avalan ese legado deportivo. Bryant también era un gran padre, brillante jugador, pero también hubo un momento que demostró su lado siniestro.

Es necesario que este caso en la historia de Kobe no se omita. Fue un suceso que no solo hizo recapacitar a Bryant para mejorar su comportamiento, sino también debe servir para recordar que este tipo de casos siguen existiendo, pero que quedan en la impunidad gracias al poder e influencia que tienen estos famosos personajes, con el respaldo de la artillería mediática y fanatismo cegado.

A pesar de evitar la prisión, en el fondo Kobe tuvo que vivir con ese delito a cuestas, porque ni el dinero y todo la fama que tuvo pudieron borrar esa mancha en su historial. El caso de violación de Bryant lo persiguió toda su vida, incluso lo sigue después de su muerte. Se puede alabar su legado deportivo, pero tampoco debe quedar en el olvido esa parte oscura de su historia.

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