Constância siempre tuvo un expediente académico intachable que le permitió llegar al doceavo grado, un nivel al que pocas adolescentes acceden en Mozambique. Sin embargo, a los 17 años quedó embarazada y tras dar a luz a su hijo tuvo que enfrentar las múltiples barreras sistémicas y sociales que alejaron a otras niñas y adolescentes como ella de las aulas.

El abandono escolar en este país del sur de África es parte de un círculo en el que las niñas y adolescentes sufren violencia y discriminación, lo que se suma al poco control gubernamental, a una normalización de los matrimonios y embarazos infantiles y a la ausencia de educación sexual y reproductiva en las instituciones educativas. Una realidad que se detalla en un reciente informe de la organización Human Rights Watch (HRW), en el que se documentan numerosas barreras que enfrentan las adolescentes y mujeres que están embarazadas o son madres y que se intensifican cuando intentan permanecer en la escuela.

La tasa de embarazo adolescente de Mozambique es la más alta de África oriental y meridional: 166 de cada 1,000 niñas y mujeres jóvenes de 15 a 19 años dieron a luz en 2021, en contraste con el promedio regional de 94 nacimientos por cada 1,000 niñas. Mientras que la tasa de embarazos no deseados entre niñas y mujeres de 15 a 49 años también es alta: 88%. Esto muestra una grave brecha en la capacidad de las niñas y las mujeres para ejercer sus derechos sexuales y reproductivos.

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Las niñas y adolescentes que se convierten en madres a menudo experimentan discriminación, estigma y falta de apoyo y adaptación que hace imposible compatibilizar las responsabilidades escolares y de cuidado infantil. Además, la falta de educación gratuita obliga a muchas menores de los hogares más pobres a abandonar la escuela.

La realidad de las adolescentes en Mozambique

En 2003, el gobierno mozambiqueño adoptó un decreto ministerial que ordenaba a los funcionarios escolares trasladar a las niñas embarazadas y a las madres adolescentes de las escuelas diurnas a las nocturnas, aprovechando una infraestructura existente utilizada para la educación básica de adultos. Este decreto autorizó y consolidó en la práctica la discriminación contra estas estudiantes en el sistema educativo nacional, negando a las alumnas embarazadas o con hijos el derecho a estudiar en las escuelas primarias y secundarias junto con sus compañeros.

Quince años después, y gracias a la intensa lucha de grupos de la sociedad civil de Mozambique, el gobierno revocó el decreto y dio instrucciones a las escuelas para que permitieran a las alumnas embarazadas o con hijos estudiar durante la jornada escolar normal. Sin embargo, esta política no se ha convertido en realidad a nivel escolar ni se han abordado las enormes barreras sistémicas y sociales a las que se enfrentan las niñas para permanecer en la escuela.

Human Rights Watch descubrió que algunos profesores y autoridades escolares enviaban automáticamente a las alumnas a escuelas nocturnas debido al estigma, las prácticas discriminatorias existentes o la falta de orientación de los funcionarios.

La poca socialización de la revocación del decreto también se evidenció en el desconocimiento que las mismas adolescentes tenían sobre este derecho. En 2021, las estudiantes todavía creían que estudiar en el turno de noche era la única opción que tenían. Las matriculadas en el turno nocturno informaron de muchos problemas asociados con ir a la escuela por la noche, incluida la distancia a las unidades educativas, el costo del transporte y la falta de medidas de seguridad y protección personal.

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Y las que se quedan en el turno matutino tienen que soportar el escarnio de sus compañeros y profesores, que las juzgan por el embarazo y por querer buscar un futuro mejor para sus familias, como fue el caso de Custódia. «Los profesores empezaron a menospreciarme porque solía ser una estudiante buena y muy dedicada. Estaban decepcionados de que quedara embarazada. Dijeron que yo era falsa, que lo que parecía en la escuela no era mi realidad después de todo».

«Otras decían que me tenían lástima porque tenía mucho potencial, pero que no iba a poder aprovecharlo porque quedé embarazada temprano. Pocos profesores me apoyaron»,

relató Custódia.

El dinero para pagar la matrícula o el transporte hacia la escuela también se convierte en un problema, como le sucedió a Dinércia, de 17 años. Ella no recibió apoyo de su escuela, que estaba lejos de su casa y no tenía dinero para pagar el transporte para llegar allí. También tenía que pagar entre 3,000 y 4,000 meticais (entre 86 y 114 dólares) para volver a matricularse en la escuela. Además, tanto su novio como su madre trabajaban todos los días y no podían quedarse en casa con el bebé.

Un estudio de 2019 sobre datos recopilados sobre el abandono de la escuela primaria en Mozambique encontró que el 70% de las niñas embarazadas abandonaron la escuela.

Embarazos y matrimonios adolescentes

Una de las principales causas de los embarazos adolescentes es la tasa persistentemente alta de matrimonio infantil en el país: el 53% de las adolescentes se casan antes de los 18 años y el 17% se casan antes de los 15, a menudo en uniones informales. Esto sitúa a Mozambique entre los cinco países con la mayor prevalencia de matrimonio infantil en el mundo.

En 2019, Mozambique adoptó una ley nacional para prevenir y combatir el matrimonio infantil, incluso prohibiéndolo e igualando la edad mínima para contraer matrimonio a 18 años para ambas partes, sin excepción. Sin embargo, las uniones de adolescentes incluso con mayores de edad están normalizadas en el país.

La violencia sexual también es una las causas de los embarazos infantiles y expulsa a muchas niñas y adolescentes de la escuela. Según el Banco Mundial, las niñas y adolescentes corren un riesgo «preocupantemente alto» de sufrir violencia de género. Y aunque en un gran número de casos de violencia física, sexual y emocional los perpetradores son las parejas de las víctimas, ellas también enfrentan niveles impactantes de violencia sexual y de género perpetrada por maestros y compañeros en la escuela. Siete de cada diez niñas han informado ser conscientes del acoso y abuso sexual en el entorno escolar, explica HRW.

La organización asegura que la educación sexual integral y el uso de anticonceptivos siguen siendo deudas en Mozambique y que aunque el aborto es legal en algunos casos, el acceso sigue siendo muy limitado. «Las niñas y mujeres que hablaron con Human Rights Watch dijeron que enfrentaron barreras al intentar acceder a los servicios de aborto, como que les pidieran que pagaran por el procedimiento a pesar de que los abortos deberían ser gratuitos en clínicas de salud pública, recibieron información médica incorrecta o fueron desanimadas a hacerlo por sus parejas, familiares y funcionarios».

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Según datos de Naciones Unidas, al menos 1 de cada 10 adolescentes tuvo un hijo antes de los 15 años.

Human Rights Watch afirma que Mozambique tiene la obligación de respetar, proteger y hacer realidad los derechos a la educación y al más alto nivel posible de salud para todas las adolescentes y mujeres, incluidas aquellas que están embarazadas o tienen hijos. «Esto requiere que el gobierno garantice que los servicios esenciales para estos derechos, incluida la escolarización y la información sobre salud sexual y reproductiva, estén disponibles, sean accesibles, aceptables y de suficiente calidad», recomienda.

EFE
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