La reforma a la fórmula de calculo de pensión de vejez, enterró toda ilusión de Alba Luz, quien esperaba percibir una «pensión decente» cuando se jubilara. A pesar de ser de las pocas mujeres de Nicaragua que logra retirarse del mundo laboral formal con 1,100 cotizaciones y un salario de 1,100 dólares mensuales.

En agosto de este año recibió su primera pensión, lo que equivale al 38% de su último salario mensual. Es decir 418 dólares. Que si bien, duplica el salario mínimo del país. Este no compensa las necesidades básicas de esta mujer, que continúa pagando un préstamo hipotecario.

«Solo el banco me quita 250 dólares mensuales. De eso me quedan dos años para pagar. Con el resto tengo que pagar, agua, luz, internet que me consumen más de 150 dólares y ¿con qué lleno el tanque del carro?, ¿con qué como?. Esa es una pensión de m…», resiente Alba que laboró como auditora financiera para un consorcio de abogados y contadores en Managua.

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Ella tenía la esperanza de jubilarse y acercarse al 70% de su último salario. Pero la reforma de varios artículos de la Ley de la Seguridad Social en febrero de 2019, la merma en las pensiones alcanzan hasta el 30% en comparación a las que percibían los pensionados previo a ese cambio, explicaron especialistas en Seguridad Social.

Antes de 2019, la referencia para el cálculo de la pensión era de cinco años, ahora son siete. Los criterios que se incluyen en la fórmula como: el factor básico pasó de 0.37 a 0.20. Y el factor de anual de 0.0115 a 0.01, estos dos datos se mantienen fijos para el cálculo de las pensiones. Lo que varía en las fórmulas es la cantidad de semanas cotizadas, según estipula la Ley.

En el caso de Alba, prefiere no pensar en esa fórmula compleja, que le «arruinó» sus planes de quedarse disfrutando de sus dos nietas, su único hijo y su nuera. A los tres meses de cumplir 60 años y gestionar todos los documentos de la jubilación, tomó una decisión que nunca fue una opción en su juventud a pesar que tuvo oportunidades de hacerlo.

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«Me dije a mí misma. Sé que estoy vieja, cansada, pero aún tengo fuerzas para trabajar un poco más. Aproveché que tengo visa y me vine para los Estados Unidos, con eso que me voy a quedar por dos años la perderé, pero ¿qué le voy hacer?, ni modo me tocó y aquí estoy», dice resignada.

A Estados Unidos había viajado tres veces en su vida, pero de paseo. Despreció una relación de pareja porque no quiso dejar su profesión y a su hijo en Nicaragua. Siempre tuvo la oportunidad de ganar por encima del salario mínimo y de desempeñarse en lo que le gustaba, tenía una vida cómoda que se deterioró con el aumento del costo de la vida y la merma en sus ingresos fijos.

Actualmente tiene dos trabajos de ‘dishwasher’ en restaurantes de New York. Movilizarse de uno a otro le supone un reto, porque no tiene carro y resuelve con el transporte público. Con el salario de uno de los trabajos lo usa para los gastos de la comida, alquiler y transporte. El otro es para enviarle a su hijo y ahorrar para comprarse un carro y sacar el permiso de conducir.

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Adaptarse a otro país con otro idioma, siente que es un verdadero reto a su edad. Entre risas confiesa que «la tecnología ayuda, pero una ya vieja es duro para dominar eso. Yo perdí la cuenta de cuántas veces me he perdido a dos cuadras del apartamento donde vivo».

Aunque se detiene en la entrevista y reflexiona que no imaginó migrar a esa edad. Sus planes de jubilación eran disfrutar de su familia y con sus ahorros y pensión viajar aunque sea una vez a Europa, donde tiene una sobrina.

«No quiero morirme sin conocer Europa. Soy fanática del fútbol y me encantaría ir a un partido de la Liga europea. Pero con todo esto que ha pasado, de que recibo menos dinero de lo que esperaba, que todo está super caro y con algunas deudas, pues tengo que posponerlo», agrega Alba.

Lo cierto es que las mujeres en edad de jubilación en Nicaragua no dejan de trabajar. Porque solo el 1% de ellas reciben pensión de vejez. El resto no tienen ese ingreso, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Lo cual les obliga a mantenerse a lo largo de su vida dependiendo del trabajo informal para subsistir.

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