Debería existir una terapia que te ayude a maternar responsablemente y a dejar de maternar. Yo estoy en el justo momento en que quiero parar, entregar a la vida a mi hijo y que sea autónomo, como lo hacen los animalitos.
Esta construcción de la maternidad se ha cagado en nosotras ¿por qué dejamos de aprender de la naturaleza? esa era una mejor forma de maternar que la que se inventaron estos imbéciles, basada en el sacrificio, la entrega total y eterna.
Quiero empezar compartiendo que tengo 20 años de estar maternando. 20 años experimentando la precariedad durante, al menos, 10 de esos 20 años. La falta de libertad, de tiempo, experimentando como a mi (al igual que a otras muchas en mi situación) nos cuesta el doble hacer lo que nos plazca. Llevo 20 años tratando de conocer a ese ser humano que salió de mi útero y que puede ser tan fascinante como insoportable. ¡20 años maternando y estoy harta!
La experiencia me cambió la forma de ver la vida. Me inyectó temores que no tenía, me inyectó un empuje que necesitaba para hacerlo sobrevivir, probablemente lo hubiese hecho sin tener que parir. ¡No lo sé Rick! Solo se que cuando he estado a punto de perder un trabajo, siempre me repito, la única opción es conseguir otro porque no puedo darme el lujo de no tener y no lo hago pensando en mí, lo hago pensando en ese otro ser humano. Deje de ser el centro de mi vida.
#EspecialMadre: < La abuelita > La madre de generaciones en Nicaragua
Empecé con la idea de maternar desde que estaba entrando a la secundaria, me proyecté, estaba entrando a primer año y me dije.
En 5 años salgo de la secundaria… lo cumplí.
En otros 5 años termino la universidad… lo cumplí.
Saliendo de la universidad, me embarazaré, tendré un hijo… lo cumplí.
Ahora me da miedo planificar… jajaja
Empecé a pensar en ser mamá desde muy pequeña y de milagro no lo fui en la adolescencia, pues en países como Nicaragua es más común ser adolescente maternando que adolescente siendo adolescente. El mandato lo tenemos en la piel, es inconsciente.
Pero mi idea de la maternidad no era rosadita, era como que es parte de una lista que debes cumplir para vivir o para ser mujer, en ese sentido, a mi me urgía salir de ese compromiso, es lo que logro entender ahora, pero no es que lo deseara románticamente. Era la lista de tareas que me habían asignado y debía completarlas pronto y no cuestioné la lista de tareas. ¡Mala mía!
¿Por qué las ideas de fuga de la maternidad no me alcanzaron? ¿Por qué tuve que ser parte de la mayoría de las mujeres, las que el mandato de la maternidad se les impregnó en la piel y en el cerebro, sin pensar, sin tener con quien maternar, sin decidir otras cosas importantes, solo ser madre? Yo incluí en mis planes la preparación profesional ¡buena mía! Pero lo coloqué en el mismo lugar de mi supuesto deseo de maternar y eso obviamente complicó las cosas.
Mi experiencia empezó con un embarazo a los 22 años. Lo perdí espontáneamente, mi familia pensó que lo había provocado. Seis meses después de ese aborto, quedé embarazada de este hijo. Es lindo, es brillante y muy divertido, pero es carísimo y absorbente. El embarazo fue leve, sin problemas, lo único que me incomodaba era tener la panza tan grande y sentir que se movía dentro de mí, hasta ahí no tenía idea en que me estaba metiendo.
#EnPrimeraPersona: «Tenía miedo de ser madre soltera, pero tomé las riendas de mi vida»
Parí en octubre, mis dolores de partos, los primeros que experimentaba empezaron a las 8:30 de la mañana. Al hospital me fui al mediodía y ahí empecé a experimentar el dolor más grande de toda mi vida, y el más horrible de todos, mi cuerpo se desgarró de una manera tan violenta, que esa noche tuve una pesadilla. Me veía nuevamente embarazada y me aterré. Nació a las 5:40 de la tarde, me desgarró, pero el dolor de su salida era tan grande, que no sentí cuando estaban suturando la herida entre mi vagina y mi ano, no me dolía, eso me impresionó.
A las horas, sin saber como lidiar con esa criaturita, fea y llorona, se cagó horrible y me lleno toda, de no ser por la presencia solidaria de una sobrina (única familiar a mi lado en esos momentos) no sé cómo salió ileso (el chavalo) de semejante acto. Estuve una noche en el hospital y a partir de ahí, el centro de todo era él, durante 20 años ha sido él y ahora soy consciente de que eso nunca me gustó y ahora me esta incomodando de una manera que puede llegar a ser irracional.
Mi primer encontronazo con la maternidad fue cuando perdí la oportunidad de tener un trabajo soñado. Un trabajo que había buscado y que, a pesar de las dudas en mis capacidades por parte del papá de mi hijo, lo conseguí y cuando llegué con la noticia de mi nuevo trabajo, me dijo: “quien te ha dicho que eso va a pasar, llamá y cancélales, yo jamás me voy a incomodar por vos”. El chigüín tenía 2 meses, necesitaba su ayuda, y CANCELÉ, empecé a odiar a ese hombre y obviamente la carga que implicaba la maternidad.
He sido una mujer que ha maternado sola, de los 5 a los 14 años pude acompañarme y estuve compartiendo mi vida con una mujer maravillosa, pero jamás la dejé ser parte de lo que yo llamaba “mi carga y mi responsabilidad” y aunque ella tenía mejores habilidades sobre todo para crear una estructura necesaria para los hijos e hijas, nunca la dejé, no le permití, aun así, su influencia bastante positiva es evidente en mi hijo, bastante evidente, a veces me siento casada con ella aun jajajaja.
La culpa de la maternidad me ha acompañado mucho tiempo, nunca me he sentido suficiente, hasta los 18 años de él, me desbordé en cuidados, trabajo duro y de repente me cansé. Hoy soy una mujer que materna desde el cansancio, quiero recuperar el sentimiento de libertad que tenía a los 22 años, quiero volver a sentir que lo único que importa soy yo.
#EspecialMadre: Exclusión y pobreza: El costo de ser madre adolescente en Nicaragua
¿Le veo algo bueno a mi experiencia? no creo, no siento que pueda encontrar nada bueno, es una eterna carga y limitación de la libertad, hoy tiene 20 años y tengo que seguir trabajando porque debe terminar la universidad y me toca viajar mucho. Todavía hoy me angustia dejarlo solo; él se lo vive complicado, me extraña y lo extraño, eso es pérdida absoluta de la libertad.
A esto agrégale que es un joven demandante, que usa y sigue usando mis recursos, hasta los que no quiero que use, pero siente el derecho de tomar todo de mí, desde mi libertad hasta mi carro, mi shampoo y mi cama, es vivir permanentemente peleando por establecer límites y a estas alturas (siempre) mi paciencia no es muy elástica.
Creo que en la lista de tareas que la sociedad me impuso, esta ha sido la más difícil, de las otras tareas he salido bien, de esta no estoy segura, creo que podrían aplazarme.
He sido una mujer muy dura, he violentado psicológicamente a mi hijo, en el he descargado mi furia por la falta de libertad, pero es razonable, es la causa de mi frustración, pero eso no es lo más duro que puedo decir, se los advierto, es el ser que más amo y al que más daño puedo hacerle, esa es una cagada, nunca aprendí a desarrollar la ternura, ¿cómo se puede ser madre, sin la capacidad para ser tierna?, pensarán que vivo un infierno culpándome, pero no, ya he hecho terapia y estoy avanzando jajaja.
Luego de mi hijo, tuve sexo usando AE, y quedé embarazada en dos ocasiones. En las dos aborté. Sin culpa, sabiendo que era lo que quería, usé anticoncepción, pero no funcionó ninguna de las dos veces. En cuanto confirmé los embarazos, no pensé en nada más que en abortar, jamás iba a volver a pasar por eso de nuevo, empezar de nuevo en el proceso.
Mi libertad, mi ser lesbiana y feminista se contradice completamente con el rol de la maternidad. He odiado ser madre por demasiado tiempo y no tengo ninguna gana de reconciliarme con eso.
Cuando mi hijo tenía 5 años creo, yo tenía 28, con toda la vida y las ganas de devorarme lo que se me ponía enfrente, conocí a una de las mujeres más importantes de mi vida y la conocí siendo madre ¡gran cagada! para poder verla, dormir con ella, debía dejar al hijo con alguien más, estaba chiquito, pero no podía hacerlo de otra manera, necesitaba estar con esa mujer, necesitaba disfrutarla, necesita absorber su piel, su amor, su presencia, me gustaba demasiado estar con ella y no tanto siendo madre, eso me generó mucha frustración y ganas de abandonar la maternidad, no lo hice. Nunca le he preguntado a ella, si pensaba que era una madre terrible por hacer eso, quizá si lo piensa.
#EnPrimeraPersona: Migrar duele aunque sea en condiciones privilegiadas
Luego nos establecimos como familia. A ella le emocionaba el combo, a mi me atrasaba y me impedía hacer cosas lindas, nunca logré integrar a mi hijo en la dinámica de esa relación ni de lo que implicaba, pero no sabía cómo hacerlo sin que él me quitara espacio, atención y disfrute.
Quisiera decir cosas bonitas de la maternidad, pero no las encuentro, así sea deseado el embarazo, así sea planeado, acompañado, no las hay.
Quiero compartirles una lista de cosas que pasan con la maternidad.
- Cagan asquerosamente y nadie más que vos les debe cambiar el pañal.
- Vomitan y es asqueroso.
- Son frágiles, de vos depende que sobrevivan.
- Son egocéntricos y creen que el mundo gira a su alrededor.
- Muy frecuentemente los quieres mandar a la mierda, pero no podes.
- Se enferman mucho, te toca solo a vos cuidar de esa persona, porque además sentís que nadie más lo puede hacer mejor.
- Lo amas tan profundamente que nada de lo que he escrito podría decirle porque le haría mucho daño, según yo.
- Usan siempre tus recursos, sienten que pueden y se lo merecen. Se los consumen todos y si te descuidas, te quedas hasta sin jubilación… jajaja Yo hay ando protegiendo la casa y pensando que será mi fondo de retiro… jajaja que ni sueñe que se la voy a heredar… jajaja
- Pueden ser mejores personas que vos y eso te da mucha vergüenza.
- Haces intentos por compatibilizar tu vida personal, de mujer deseosa de vivir y bacanalear, con la maternidad, pero es imposible, alguna parte de esa descuidas, sumas una culpa.
Admiro mucho a las mujeres valientes que pueden mandar a la verga a los hijos e hijas, pero la canteada es que lo hacen en circunstancias en las que en efecto no pueden asumirla y no por su derecho a ser libres, se lo viven en la mayoría de los casos con mucha culpa y un sentimiento permanente de fallar en su papel.
Hoy tengo 45 años y se me ha desatado la necesidad de dejar de maternar, ¿se podrá? Me pregunto si eso es posible, porque lo necesito, necesito vivir sola, no pensar en él cuando salgo o cuando debo trabajar fuera, quiero recuperarme y no estoy segura de poder hacerlo, recuperarme para mi solita, eso implicaría dejar de amarlo por encima de mi misma.
*La autora ha optado por el anonimato.