A los 83 años Ángela Sequeira sigue criando niños y niñas. Cuida a dos bisnietos de cuatro y siete años, porque su nieta que fue criada por ella misma optó por empezar una relación de pareja quedando los niños bajo la responsabilidad de ella. Esa responsabilidad es algo que no le preguntaron, sino que solo le toca enfrentar porque dice que le da “pesar que los niños anden rodando”. Con el padre no están porque los niños se acostumbraron a esa casa y solo les visita y asiste económicamente.

Ángela es llamada “la abuelita” en su familia. Parió 12 hijos, tiene 18 nietos y 6 bisnietos. En esa familia ella es la referenta para los cuidos. Una de sus hijas hace más de 20 años salió de Nicaragua para Guatemala a trabajar para mantener a 6 hijos que tenía, los cuales dejó con Ángela, pero 3 de ellos fueron reclamados por sus padres y criados por ellos, mientras que los otros tres quedaron a cargo de ella en el cuido y educación, pero después de un tiempo en lo económico también porque su hija murió en Guatemala.

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“Ellos quedaron sin mamá, sin papá, entonces yo me hice cargo de ellos, como su mamá. Ellos me dicen mamá a mí. Y una hija que no tiene hijos me ayudaba siempre en la mantención. Porque yo como empleada doméstica ganaba muy poco”, explica Ángela.

Hasta los 81 años esta mujer de baja estatura, cabello rizado negro, morena y delgada trabajó como asistente del hogar para sustentar a su familia. Aunque dice que aún tiene fuerzas, admite que los tiempos son difíciles y la crianza de niños cambia. Pero que los vínculos sentimentales con los nietos y bisnietos son fuertes, lo cual no se permite «ni pensar» en dejar la carga de cuidarles.

“Siento mucho amor hacia mis nietos, porque ellos quedaron desde chiquitos conmigo. Entonces yo los quiero mucho, como si fueran mis hijos y si son los bisnietitos también los quiero mucho”,sostiene Ángela.

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Bajo ese concepto de “fidelidad, confianza y compromiso” es que las abuelitas, maternas en su mayoría asumen ese deber de cuidar a los nietos, indica el estudio «La segunda madre»: La naturalización de la circulación de cuidados entre abuelas y nietos en familias transnacionales latinoamericanas.

El estudio señala que esa confianza se centra en que “la abuela ya ha demostrado su capacidad para criar”, lo que sirve de referencia básica. Este informe se basa en las madres migrantes, pero lo cierto es que aunque las madres estén en el país, las abuelas pasan a desempeñar en su mayoría esas labores de cuidado, pues la realidad económica pocas veces permite pagar por ese servicio.

Factores como: horarios de trabajos, precariedad salarial, irresponsabilidad paterna, falta de efectividad en las políticas estatales reales para centros de cuido de menores y la baja inserción de las mujeres en el mercado formal, refuerza el protagonismo de las abuelas cuidadoras como «las otras madres».

En una ocasión el nieto más pequeño de Ana Mendoza, de 60 años, le dijo «mi mamá bonita es la Pina y vos sos mi otra mamá», entre risas nos cuenta, pues está clara que los niños se dan cuenta de que una manera u otra están siendo madres también. Ella admite que fue madre dos veces. La primera cuando parió a sus tres hijas y la segunda cuando crió a sus siete nietos.

“Ser una abuela es jugar un doble papel, he gozado tanto y me siento feliz que mis hijas me hayan dado esos nietos, aunque uno al comienzo se enoja porque yo quería que ellas estudiaran, se preparan, y que no salieran con la torta. Pero ideay salieron con la torta antes de tiempo y qué voy hacer, pues terminar de cocinarla y disfrutarla”, rememora Ana.

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Ana instó a sus hijas a trabajar y que no les pasará lo mismo que a ella, que dejó su profesión de docente porque el marido no la dejaba trabajar fuera de casa.

“Yo quería que trabajaran me ayudaran a mí y yo me quedaba con ellos (nietos), yo quería que ellas estuvieran tranquilas porque sus hijos quedaban en mis manos. La cosa más linda que yo he podido experimentar y ellas me lo han dicho es que todo lo que sus hijos son y ellas son me lo deben a mí y yo me siento orgullosa”, resalta Ana.

“La madre y la familia trazan una línea directa de consanguinidad abuela-madre-nieto(a), y la asocian con una lealtad incondicional”, destaca el estudio.

En su etapa de abuela cuidadora admite que no todo tiene que ser amor y abnegación. También se experimenta sentimientos de decepción y estrés, pues las etapas del niño es un factor importante que muchas veces choca con los padecimientos propios de la edad de la abuela. Pero que en su caso logró buscar un equilibrio por su profesión, lo cual le ayudó a amortiguar ese proceso.

Después de cuidar por más de diez años a nietos, migró a Costa Rica por razones económicas, asegura que la marca que dejó en la vida de sus nietos es algo que no se será reemplazado fácilmente.

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Esos beneficios y costos en la salud de las abuelas en el involucramiento de la crianza de nietos se basan en que tienen menos riesgo de padecer de enfermedades depresivas, degenerativas neurológicamente o sentir soledad. Sin embargo, achacar toda la responsabilidad de crianza de un niño a las abuelas tienden a generar ansiedad, estrés o presión arterial, documentan diversos estudios de Salud. En Nicaragua las abuelas suelen ser más jóvenes en en otros continentes del mundo. Pero no las exime de querer cerrar etapas de crianzas.

Por ello Abi Urbina, una abuela de 56 años está clara que sus nueve nietos le dan felicidad, pero que eso no significa que está abierta a hacerse cargo del cuidado permanente de ellos.

“Yo ya terminé de criar a mis hijas. Ahora ellas tendrán que asumir su responsabilidad, porque si yo me hago cargo de ellos, es un mal que les hago a ellas. Después el niño preguntará: ¿cuál es mi verdadera mamá?, está o la otra. Y eso duele. Dar los pañales y la leche no es lo difícil, lo difícil es la crianza”, advierte Abi.

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La convivencia que tiene con sus nietos es frecuente, se responsabiliza de ellos en momentos puntuales, pues está clara que la abuela es considerada la persona de “máxima confianza” para el cuido de los nietos, pero eso sí “bajo sus reglas” porque, así como crió a sus hijas está educando a sus nietos.

Los límites en las obligaciones, deberes y labores en el cuido y crianza de nietos no está claro, porque esa línea de amor y fidelidad es tan delgada que es muy difícil trazar distancia.

No hay una población registrada en estadísticas oficiales que indique qué porcentaje de abuelas están a cargo de los nietos, lo cierto es que con los masivos movimientos migratorios esa tendencia ha incrementado, indican especialistas.

Lo real en la crianza de nietos es que el compromiso que adquieren las abuelas «es visto como un trabajo desinteresado, emocional, subjetivo y casi nunca remunerado, por lo cual el sentimiento de que son utilizadas es inexistente porque actúan bajo un enfoque del amor», explica el informe.

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