«Navidad sin presos políticos», rezaba uno de los banners que la Alianza Cívica por la Justicia y Democracia (ACJD) circuló en redes sociales previo a las fechas, sin embargo, públicamente se desconoce de acciones concretas para alcanzar tan ansiado sueño del pueblo nicaragüense.

Ya casi es navidad, y aun hay más de 160 ciudadanos presos políticos que no podrán disfrutar con sus familia la cena navideña, esa que también les hará falta a 2.1 millones de nicaragüenses que en 2020 tendrán que vivir con C$ 58.38 córdobas al día, pero tampoco disfrutarán los más de 300 asesinados bajo impunidad y miles de personas que están en un forzado y duro exilio.

Es así como llegamos, otro año, a diciembre con la cruel y dura realidad que no hemos salido de la dictadura ni tampoco «vamos ganando». Seguimos en un país que vive bajo una aparente normalidad impuesta por el régimen Ortega-Murillo a punta de miedo, persecusión, asedio y asesinato porque los muertos no han dejado de contarse.

Ha sido un 2019 de altos y bajos con diálogos fallidos, acuerdos incumplidos, unidades nacionales fracasadas dirigidas por un grupo de viejos políticos, y nuevos empresarios aspirantes a políticos que parecieran, al igual que los discursos del régimen, vivir en un mundo paralelo donde son agasajados por el pueblo.

Un grupo que se ha autoproclamado dirigente y representante del pueblo, pero haciendo oidos sordos de la principal demanda de la población: un paro nacional. Y en cambio, han excluído de sus procesos «democráticos» a quienes osaron cuestionar las decisiones y acciones en torno a la crisis del país.

Pareciera que estamos condenados a cometer los mismos errores del pasado, en el que «grupúsculos», secuestran las luchas, ante la mirada atónita y cómplice del resto porque todavía no deja de sorprender como algunos movimientos estudiantiles y sociales han quedado atrapados (a conveniencia) dentro de estas élites.

2019 ha sido otro año duro para Nicaragua, y no me extraña que el venidero 2020 será peor tomando en cuenta que sumado, a la crisis política del país, esta la crisis económica que se avizora, pero que ya se siente en cada hogar de Nicaragua.

No solo basta pedir, orar, hacer cartas, escribir blogs, proponer sesudas reformas que no podrán ponerse en práctica mientras las instituciones esten plagadas de orteguismo, hay que tomar acciones concretas, reales y palpables que lleven a Nicaragua a una solución a la crisis política para que tengamos en 2020 una navidad sin presos políticos, con justicia y reparación, en casa, en familia sin exiliados.

Desde nuestra casa, La Lupa, proponemos para el 2020 no dejar de «joder» al régimen, no aportar a la normalidad, cuestionar y fiscalizar las voces, y los grupos que hablan en nombre del pueblo, mantener la resistencia pacífica y sobretodo no exponer nuestras vidas porque ningún régimen lo vale.

¡Viva Nicaragua Libre!

Equipo La Lupa.

Foto de Oswaldo Rivas para Reuters.

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