«Mi esposa era mía», la frase posesiva del femicida de Villa Reconciliación

“Mi esposa era mía. Solo para mí”, es la frase que repetía Bayardo José Morales Osorio, de 43 años, mientras grababa un video en el que los cuerpos de su exesposa, Julissa Asunción Montoya Chavarría, de 46 años, y su hija adolescente, aparecen después de haberles arrebatado la vida.
El hecho, ocurrido el 22 de junio de 2025 en Villa Reconciliación Sur, en Managua, fue grabado por el propio agresor. Morales Osorio aparece con una cuerda al cuello, mientras los cuerpos de sus víctimas están sobre una cama.
Llorando, expresa que lo lamenta, que les había dado todo, que nunca les faltó nada. Y repite: “Mi esposa era mía. Solo para mí”.
El video —difundido ocho días después del femicidio y parricidio— pese a su contenido explícito, se ha replicado ampliamente en redes sociales, causando consternación y revela un último acto de control y dominación por parte del femicida.
Especialistas han explicado a La Lupa cómo un hombre se convierte en femicida, y advierten que en estos casos prevalece “una condición de poder”.
Los hombres asumen “que esta mujer es de su propiedad, es un objeto, ni siquiera la reconocen como persona”.
En muchas ocasiones estos hombres se disfrazan de “bueno, bondadoso, benévolo, amoroso” como parte de una estrategia mediante la cual “controlan la vida de las mujeres”, explican.
Además: ¿Cómo un hombre se convierte en femicida?
Bayardo Morales tenía antecedentes judiciales. En enero de 2025, fue procesado por el delito de intimidación o amenazas contra la mujer, en perjuicio de su expososa. Guardaba prisión preventiva mientras se realizaba el juicio, por orden emitida el 22 de enero.
Sin embargo, el 31 de enero, el juez Harold Leal Elías, del Cuarto Distrito Especializado en Violencia de Managua, autorizó la suspensión condicional de la persecución penal, luego que la Fiscalía argumentó que el acusado no tenía antecedentes penales, que aceptó los hechos, y que el delito era «menos grave». Esto permitió que Morales saliera libre, sin juicio.
También: Violencia machista: El mal social que amenaza a las mujeres del mundo
Cinco meses después, asesinó a la mujer que lo había denunciado por su comportamiento violento, contra ella y su propia hija.
Este caso revive el debate sobre la falta de respuesta del sistema judicial ante las denuncias por violencia.
La figura de la “suspensión condicional” fue utilizada como una vía legal para liberar a un hombre que había demostrado conductas amenazantes. En este como en otros casos, Montoya Chavarría denunció.
El Estado no la protegió. Ni a ella, ni a su hija.
En lo que va de 2025, en Nicaragua se han registrado 38 femicidios, una violencia que cada año se repite en los países de la región latinoamericana.
Solo 11 de los 17 países analizados por el Mapa Latinoamericano de Feminicidios (MLF) —una plataforma digital de libre acceso dedicada a monitorear estos crímenes en la región—, reportaron datos oficiales sobre feminicidios en 2024, lo que revela la graves “deficiencias” en los sistemas de registro y la falta de transparencia gubernamental para documentar una de las formas más extremas de violencia de género que afecta a millones de mujeres latinoamericanas.
Nicaragua se encuentra entre los países que no proporcionan datos oficiales sobre femicidios, dejando esta labor crítica en manos de las organizaciones de la sociedad civil o de los medios de comunicación.
Lo anterior, según MLF, evidencia cómo los asesinatos de mujeres por razones de género permanecen ocultos tras la ausencia de datos oficiales y la falta de responsabilidad estatal.
El femicidio, pueden ocurrir tanto en el ámbito público como privado, y es la forma de violencia más extrema contra mujeres y niñas.