Doña Marina López, descansaba en su casa, en el barrio Guadalupe de León. Sus hijos Bryan y Kenner Murillo dormían en el cuarto de al lado. La luz del sol apenas vislumbraba la madrugada del miércoles 17 de julio.
El cantar de los gallos se escuchaban desde el horizonte y chiflido del viento sacudía las hojas de los árboles. Toda esa tranquilidad fue asaltada cuando entre las cuatro y cinco de la madrugada, fuerzas de la Policía Nacional invadieron la casa de López sin ninguna orden y ni explicar motivos.
«Tocaron la puerta, le dije a mi hijo que abriera, pero no fue, pregunté quién tocaba, entonces abrí. Miré que era la policía y entraron varios. Estaban vestidos de negro, nos dijeron que nos tiraramos al suelo todos, pero mi hijo salió corriendo y le dispararon, logró salir al patio y le volvieron a disparar. Entonces él cae por los disparos», relató Doña Marina.
La invasión de la policía fue inmediata, sin presentar ni una orden de captura ni de allanamiento para la casa de la familia López. El joven que habían disparado a sangre fría se llamaba Bryan Murillo, de tan solo 22 años de edad, estudiante de medicina.
«Cuando mi hijo cae ensangrentado, sale el esposo de mi sobrina (Javier Castillo)le dispararon y mi otro hijo (Kenner Murillo) también salió del cuarto y le dispararon a él también» , aseguró López.
La madre de Bryan rompió en llanto al ver el cuerpo de su hijo sin vida, bañado en sangre, en estado de shock ante la crueldad de los agentes que dispararon sin motivo a sus hijos.
«Les pedí explicaciones a los policías, porqué nos atacaban si no nos metemos con nadie y ellos no decía nada. Les dije, se están muriendo mis hijos, por favor llevenlos al hospital», suplicaba Marina.
Según la información del forense, Bryan Murillo murió con la segunda bala que recibió, la cual le atravesó el pecho, perforando el corazón. Javier Castillo fue herido en la pierna, mientras que Kenner está en estado crítico, los disparos recibidos por la policía le destrozaron los intestinos.
«Registraron la casa y no encontraron nada. No sé de qué nos acusan porque no hemos hecho nada», señaló Marina.
Ante los hechos ocurridos, la Policía Nacional aseguró en su comunicado de prensa que los hermanos Murillo López tenían antecedentes penales y que los agentes actuaron en «defensa propia».
Sin embargo, los familiares, vecinos y en los mismos archivos del registro en sistema judicial online, de acceso público, desmienten la versión que ha dado la institución, pues ambos jóvenes aparecen que sin antecedentes delictivos.
«Ellos solo vinieron hacer esa masacre. Vinieron a matar a mis hijos. No sé cuál era el motivo, tal vez porque ellos estuvieron en los tranques por las protestas, no sé si es eso, pero no tenían derecho a matarlos», sigue preguntándose la madre del asesinado.
Asimismo, María Téllez, suegra de Bryan, afirmó que los agentes policiales entraron de manera violenta a la casa, con claras intenciones de disparar.
«Ellos vinieron sin ninguna orden, y nada más les dispararon. Esa versión que sacó la Policía es falsa. No usaron machete para nada, ellos estaban saliendo del cuarto cuando les dispararon sin razón. El primero que murió fue Byron. Ellos no son delincuentes, es mentira», declaró Téllez.
El asesinato de Bryan por parte de la policía dejó en la orfandad a un niño que apenas cumplirá cuatro años este fin de semana.
«No tiene justificación que hayan venido a matar a los chavalos. Los policías son criminales, terroristas, por qué vienen a la casa, a disparar, a matar de una so vez sin decir nada», expresó Téllez.
En la casa de los Murillo López, solo se escuchan los llantos incontenibles doña Marina, quien exclama justicia por el asesinato de su hijo y reza para que Kenner pueda salir del estado de gravedad en la que se encuentra.
«Mis hijos nunca estuvieron de acuerdo con lo que hacía el gobierno. Ellos quieren que creamos que todo está normal, pero aquí nada está normal», sentenció Marina.