A Azra Bibi (nombre cambiado para proteger su identidad) le gustaría votar a su candidato favorito en las elecciones generales que Pakistán celebra el próximo jueves 8 de febrero, pero la prohibición de su marido le impedirá ejercer un derecho garantizado por la Constitución.

Residente en el distrito de Upper Dir, en Khyber Pakhtunkhwa, Bibi afirmó a EFE que el veto de su marido se extiende a sus tres hijas y dos nueras porque, según él, que votaran «daría una mala imagen».

La participación de las mujeres en los comicios de 2018 se situó casi diez puntos por debajo de la de los hombres, con un 44,03% frente al 55,97% masculino según la Comisión Electoral de Pakistán, que fue el primer país musulmán del mundo en contar con una primera ministra, Benazir Bhutto, quien elegida por primera vez en 1988.

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La participación de las mujeres en las elecciones, sin embargo, es drásticamente menor en regiones conservadoras como partes de Khyber Pakhtunkhwa o Punjab.

«Nos dijo que no salgamos el día de las elecciones, porque cree que sería un insulto para él si fuésemos al centro de votación rodeadas por tantos hombres», lamentó Azra Bibi.

Los datos electorales de los comicios anteriores reflejan que este veto afecta a muchas mujeres de la región: en Upper Dir un 68,51% de los hombres votaron frente a un 31,49% de las mujeres.

Son más de treinta puntos porcentuales de diferencia en la participación que se suman a la brecha ya existente antes incluso de acudir a las urnas en el distrito, donde casi el 60% de los votantes registrados son hombres.

Otras áreas de la misma región registran porcentajes de voto aún menores. Es el caso de Shangla, menos del 10% de las mujeres inscritas ejercieron su derecho al voto en 2018 frente a un 90% de los hombres.

En algunos casos, sin embargo, algunas mujeres que sí pueden acudir a los centros de votación se ven forzadas a votar por candidatos impuestos por sus familiares.

«No sabemos por quién vamos a votar (…) son los hombres quienes deciden a quién vamos a votar las mujeres», dijo a EFE Shagufta Elahi, procedente de una zona rural en la localidad de Jalalpur Pirwala, en el estado de Punjab.

Elahi cuenta con la dificultad añadida de no saber leer ni escribir (cerca del 40% de la población es analfabeta).

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El 51,9% de las mujeres sabía leer y escribir en Pakistán, frente al 73,4% de los hombres, según la encuesta de 2020-21 sobre la población activa de Pakistán. En el medio rural, la tasa de analfabetismo entre las paquistaníes se dispara hasta casi el 60%.

«En el día de la votación, (los hombres) recogen nuestros carnets de identidad y estampan las papeletas en nuestro nombre», explicó Elahi, que como millones de paquistaníes solo puede reconocer a los partidos por sus característicos símbolos.

A las presiones impuestas por los hombres de la familia se une, en el caso de la región montañosa de Kohistan donde residen 800,000 personas, un decreto emitido por una treintena de clérigos afiliados al partido Jamiat-e-Ulema Islam (F).

Estos religiosos afirmaron el mes pasado que no es islámico que las mujeres participen en campañas electorales.

La Comisión Electoral paquistaní se apresuró a desmentir esa afirmación, también rechazada por la Comisión Nacional sobre la Condición de la Mujer.

«A pesar de que las candidatas están haciendo campaña de forma muy limitada en la zona, tememos que muchas votantes no puedan acudir a votar», dijo la presidenta de este organismo que lucha por los derechos de las mujeres, Nilofar Bakhtiar.

Momina Basit lucha por un escaño en la Asamblea Nacional desde el distrito conservador de Kollai-Pallas y es una de las 313 mujeres que se presentan a las elecciones generales, frente a los 4,797 candidatos masculinos.

«Solo tenés esta última oportunidad de votar por un candidato que luche por tus derechos, votad por mi y por el PTI», el partido del encarcelado exprimer ministro Imran Khan, dijo Momina Basit durante un evento electoral sin presencia de mujeres esta semana.

EFE
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