La certificación de la junta directiva de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), está vigente hasta diciembre de 2019, según el Departamento de Registro y Control de Asociaciones del Ministerio de Gobernación.

El abogado Álvaro Leiva Sánchez, asilado político en Costa Rica, quien en la junta directiva aparece como secretario ejecutivo, refirió a Nicaragua Actual, que no existen motivos para una revisión de la junta directiva, pues la actual está vigente hasta el 27 de diciembre del 2019. Por tanto, refirió Leiva, “estamos a medio año de revisar el tema de la junta directiva”. 

Un comunicado con fecha del 29 de junio, publicado en Managua, a título únicamente de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), anunciaba la decisión de “llenar las vacantes” ante “las ausencias indefinidas de los miembros directivos”.

El comunicado en mención, no lleva firmantes más que “Junta directiva de Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos”, extrañamente refiere que conforme a los estatutos han procedido a suplir cinco de los miembros, en reemplazo a “quienes abandonaron el país sin ninguna notificación”.

Llama la atención que quienes publican el comunicado a nombre de la ANPDH destaquen que los miembros a sustituir dejaron el país sin ninguna notificación, cuando en el caso de Leiva, su exilio forzado fue público.

“Querer quitar lo que es imposible de quitar, el trabajo que están haciendo siete hombres y mujeres comprometidos con la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, en la promoción y defensa de los mismos”, dijo Leiva, quien recordó que se trata de una mayoría que está en el exilio contra tres personas que permanecen en Nicaragua.

Trabajó aún “debajo de las balas”  

El trabajo de Leiva en la ANPDH resaltó aún más durante la crisis sufrida a partir de abril de 2018,  por la labor desarrollada como defensor de derechos humano junto al párroco de la iglesia San Miguel, en Masaya, Edwin Román, pues durante los días de mayor represión en esa ciudad la población recurrió a ellos en busca de auxilio.

Según dijo Román, después que una mañana llegaron a su sacristía varias madres y esposas en busca de ayuda para liberar a sus parientes encarcelados, él llamó a Leiva y así ambos formaron un equipo. Desde entonces, recordó Román, de noche y de día no pararon en su labor aún “debajo de las balas”.

“Las caras que siempre vi en Masaya y en el Chipote son de los que están en el exilio, los otros no se (…), si hay diferencias que las arreglen, debemos estar unidos”, expresó el sacerdote quien apuntó que “la obra que ha hecho el doctor Leiva es una obra de Dios”.

Fue por esta labor desarrollada en los días más crudos de la represión, en Masaya una de las ciudades más ferozmente atacadas por el régimen a partir del 18 de abril, que Leiva fue merecedor de reconocimientos, uno de esos fue el Premio Franco –Alemán de Derechos Humanos.

Pero también le costó persecución, asedio, hostigamientos y amenazas como recuerda el religioso. Román mencionó varios incidentes donde fueron perseguidos por personas que se desplazaban en motocicletas o en automóviles en el trayecto de salida de una casa de seguridad, donde en su momento debieron buscar  protección en las afueras de Managua, hacia El Chipote o  cuando salían de esa cárcel.

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Nota originalmente publicada en Obrera de la Tecla.

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