Jacob Ellis: “No necesito el reconocimiento de la gente, sino ser quien soy”

Jacob Ellis es un activista trans no binarie, afrofeminista y defensore de derechos humanos de la Costa Caribe que encarna resistencia.
Desde antes de reconocerse como una persona trans no binarie su identidad ha transitado una vida marcada por múltiples situaciones de discriminación: por género, identidad, etnia, clase y territorio.
Sin embargo, su voz —profunda, crítica y humana— ha sabido abrirse paso desde los márgenes hasta convertirse en referente en la lucha por los derechos humanos y la justicia social en Nicaragua.
Desde joven, su liderazgo comunitario fue evidente. En su ciudad natal El Bluff, Ellis articuló acciones de prevención contra la violencia y la trata, aun antes de asumirse públicamente como parte de la población sexualmente diversa.
Fue en 2016 cuando decidió vivir abiertamente como persona trans, asumiendo el nombre Jacob Ellis como un acto de reivindicación ancestral, identidad política y sanación personal. Como a muchos otros nicaragüenses, tras la represión estatal, le ha tocado vivir en el exilio, primero en Costa Rica y ahora en Estados Unidos, donde ha podido seguir estudiando.
En esta entrevista con La Lupa, Ellis cuenta que ha resistido y ha tenido que crear redes de apoyo.
Su historia es un reflejo urgente de las batallas que enfrentan los cuerpos disidentes en entornos hostiles.
Ese nombre fue la combinación para renombrar. Yo soy muy apegada a mis historias de mis antepasados y mi padre al ponerme el nombre que ya no existe, y que yo asumí, era como conjugar esos nombres.
Lo nombré en el 2017, y fue eso, pues como la combinación de eso, por la por el nombramiento de ese reconocimiento, quizás no legal, porque sabemos que nuestros países o en este caso Nicaragua, obviamente no se acepta ese nombre legal, pero sí mi identidad y donde yo me presento y los espacios donde estoy siempre soy Jacob Ellis.
Yo soy una persona trans. Desde siempre, yo supe que era raro, porque así estamos dentro de las normas, desde los estereotipos, desde el binarismo, lo que es de hombre y de lo que es de mujer.
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En su momento cuando yo me fui descubriendo, yo me acogí en grupos lésbicos, pero dentro de los grupos lésbicos yo decía, yo me sentía siempre raro. Yo me cobijé en la bandera lésbica, pero luego fui conociéndome más. Recordá que yo vengo de una población indígena afro y para ser una persona indígena afro y siendo perteneciente a la población, uno vive cuatro, cinco, seis discriminaciones desde la cuerpa.
Cuando yo me fui descubriendo, yo decía que yo era raro. Y a mí toda la vida me gustó todo lo masculino (…) Era muy disruptivo, porque en ese momento era fuerte.
Yo tengo una amistad, que en todo lo que yo digo, sea malo o bueno, ella me apoya. Y cuando yo le dije siento que voy a transitar —o sea, yo solo le dije para que respetara mi identidad—. Dentro de esta identidad lo de macho agresor y estas cosas son cosas que uno aprende y uno también lo replica y del hecho que seamos de la población sexualmente diversa, pues no nos quita el ser macho y eso.
Y recuerdo que, mi amiga en ese momento estaba saliendo de una relación con una persona transgénero. Entonces, me dijo: ´Está bien, pero espero que siempre seas constante y consciente en pro de los derechos, siempre viéndote hacia adentro´. Y fue fuerte, pero igual no quería su su aval, yo solo era decirle: Mira, yo ya no me llamo tal persona, yo me llamo esta persona.
Y así fue dentro de mis círculos cercanos y desde mi espacio siempre era como costoso decir Jacob, porque claro, toda la vida con un nombre y luego cuando asumís otro nombre es un cambio, pero es un conflicto interno desde uno mismo como ser, pero ante todo es la resiliencia y es resistir dentro de sociedades que en ese momento no estaban abiertos para ver estas cosas.
Entonces yo dije, bueno, pues ni modo. Me conformo con mi nombre, reivindicar mi nombre. Y siempre fui así, que me trataban como Jacob o Ellis.
Desde el primer momento que yo salí y soy lo que soy siempre ha habido esa ruptura, porque, obviamente, yo vengo de una familia muy conservadora, muy religiosa y con todos los estereotipos de la religiosidad.
Desde ahí es mi batalla y desde ahí resisto. Pero esta persona que vos estás hablando siempre ha venido de espacios con mujeres para mujeres y sí es cierto que como persona trans uno tiene o acondiciona su propio espacios, pero en mi comunidad me sentía tuani porque éramos contados los chicos trans que estaban saliendo en ese momento, que muchas veces lo vieron como moda, pero esto no es una moda, esto es un tu vivir diario desde tu sexualidad, lo que vos sos y y todo tu tu cotidianidad.
Simplemente era reivindicar mi nombre porque ese era yo.
Cuando yo me exilié a Costa Rica, en el exilio, ahí es donde agarra auge y fuerza mi nombre.
Pero, era algo de doble sentido y un arma de doble filo con todo esto oleaje de los feminismos y que es cierto, el feminismo es una diversidad y dentro del feminismo hay postura. Pero, el feminismo que yo conocí fue liberador, alivio y sanador para mí, porque eso es una apuesta política en la defensa de los derechos humanos de todos, todas y todes.
En Costa Rica algunos grupos, no voy a generalizar, me cuestionaban, porque como venimos con esto de los binarios, no vemos esa amplia gama de de estas interseccionalidades y que claro que siendo un hombre trans uno puede o podría replicar violencia, etcétera.
Pero, yo vengo deconstruyéndome desde mi ser y deconstruyéndome en que la violencia venga de donde venga se pone en la palestra pública, pero cuando se pone también es selectiva y eso lo aprendí en el exilio.
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En el exilio tuve muchos ataques dentro de esta posición de qué hacía un hombre trans en espacios de mujeres. Me excluyeron, me dolió.
Me dolió, pero lo que sí supe y con lo que me quedé era que en el exilio era la rebelión de abril, la cochonada todavía no y dentro de la cochonada, pues obviamente era más aceptada una mujer trans que un hombre trans.
Hubo mucho cuestionamiento, ataques de algunas personas de por qué Jacob Ellis está en espacio de mujeres, por qué esto, por qué el otro. Eso me afectó un montón y muy fuerte, fue como duelo tras duelo.
Y yo me repensé siempre con mi identidad porque a mí nadie me va a apagar, porque nadie sabe todo lo que viví o cómo viví para hacer y ser de la población sexualmente diversa. Entonces, me cuestioné porque eran como posturas muy conservadoras.
Y entonces dije: bueno, mi historia viene de las bases sociales de las mujeres. Yo comienzo con bases sociales de mujeres, mi grupo es de mujeres y el hecho que yo sea una persona trans no me va a invalidar cuando yo soy alguien que ha venido de procesos y que sigo deconstruyéndome, que sí estoy siempre en procesos de deconstrucción y construcción, no desde la perfección, pero sí desde lo humano.
Al estar en Costa Rica recibiendo esos ataques, claro, una persona afro, de la población rural y un montón de cosas y ver la cara o el rostro de Jacob Ellis, obviamente incómoda, porque obviamente no es solo era el hombre trans. Entonces, vine yo y agarré lo no binarie desde una apuesta política, porque muchas veces por ser mayoría, la gente quiere borrarte sin reconocer en toda tu historia en luchas que has tenido individual para ser quien soy y obviamente no necesito el reconocimiento de la gente, sino de ser quien soy yo desde donde yo vengo.
Cuando hubo ataques fuertes hacia mi persona desde lo individual, dentro de la oposición, yo solo me aparté un rato de todo y me inverné, en qué es lo que yo quiero ser y hablé con alguien que yo le tengo mucho respeto en todos estos temas del feminismo.
Claro, es más fácil ir quitando a esta persona de color para verlo desde la blanquitud o desde estas cosas coloniales. Fue sanador lo que la María Teresa me dijo y con eso me quedé. Yo ya sabía dentro de mi interior eso, pero quería como ese el empujón y lo entendí y yo dije: Okay, no. A mí nadie me va a borrar, ni me va a sacar y desde ahí dije, yo sé dónde sí y dónde no.
Siempre he dicho y voy a decir en mis espacios, desde la población sexualmente diversa, soy sin encajar, sin nada, pero me siguen mis raíces desde mis luchas de crear esos tejidos y los he creado con mujeres. Fue fuerte cuando el ataque vino desde afuera.
Necesitamos mucha alfabetización en todas las dimensiones desde las cosas nuevas, pero cuando hablamos de derechos humanos y si no sabemos, pues preguntamos o esto para no dañar a la persona humanamente.
Yo vengo de una familia muy religiosa, pero cuando mi madre muere, yo sentí que a la única persona que yo le tenía ese respeto toda esa lealtad, porque claro, veía, oía cómo comentaban de las lesbianas, te digo lesbianas, pero en ese entonces no decían lesbianas. Recuerdo cómo se expresaban de los grupos lésbicos o de la población sexualmente diversa y ese lesbianismo enclosetado y con miedo.
Y cuando salí surgieron ataques de odio hacia mi persona porque cuando ven un cuerpo negro siendo mujer desde los estereotipos que se dan de que las mujeres afro son fogosas, son calientes en la relación sexual.
Para mi etnia no consciente, porque tengo mucha gente de esta población que son personas muy conscientes y abiertas. Pero mi gente, porque vivo en una comunidad, era como una abominación, como una vergüenza para mí, para mi familia, etcétera.
Donde me tocó reeducar a mi familia aún con el dolor. Pero cuando muere mi mamá, dije: que era la única persona que le debía lealtad. De por sí siempre fue una persona muy rebelde sin causa. Entonces, muere ella y dije: ‘okay, aquí ya nadie me detiene’.
Me vale lo que venga. Yo dejé los privilegios de vivir en familia, casa, etcétera, por ser lo que yo soy. Porque obviamente no me iba a acatar a las normas y reglas que había en mi familia (…) y cuando hablo familia, no me refiero a toda mi familia, porque no me interesa lo que piensa mi familia, sino mi familia desde el vínculo cercano, que eran mis hermanos, mi papá en su momento y mis hermanas. Punto.
Desde siempre me sentía chavalito, incluso, mis amistades me decían, Tony o Lucky Boy y me encantaba. Pero, reivindico, decido transitar en 2016 y digo: Yo soy un hombre trans. Mi pelo era más largo y me rapé para posicionar esa identidad de ser un hombre trans.
Yo no me reconocía como activista ni nada, pero siempre estaba involucrado en los problemas sociales de mi comunidad. Recordá que el bello puerto del Bluff es una comunidad donde entran barcos mercantes y se da la trata de personas, la explotación sexual y comercial y un montón de cosas, claro, no podíamos parar, pero sí era prevenir. Me articulaba en ese momento con el centro de salud, era casa base y siempre en tema de la prevención comunitaria.
Cuando de repente entran organizaciones de Bluefields a intervenir en el Bluff, ven el liderazgo mío, porque siempre he sido una persona líderesa en ese momento. Desde que tengo uso de razón y sé lo que es ser humano sin tener el código ni toda la preparación para mi gente.
Incluso dado a esa necesidad, con mi articulación de en ese momento de la Asociación de Mujeres Jóvenes Luchadoras tengo un proyecto de intervención que en esos tiempos era como el fútbol informativo del puerto del Bluff, que acogía chavala, adolescentes y jóvenes en temas de prevención de violencia, porque obviamente la violencia también la normalizaban.
Nada de mi población sexualmente diversa, porque ese tema era aparte porque no se tocaba nada, pero todo el mundo sabía quién era La Chonco, porque yo soy La Chonco en mi comunidad.
Cuando ya fui haciendo el camino, yo sí dije: ya es hora de meterme de lleno en la población sexualmente diversa, porque se tiene que visibilizar toda esta violencia y estas cosas que uno vive dentro de las casas, las familias. Hasta donde tengo uso de razón, tengo la mitad más uno en todo este tema de activismo.
Sí sé que mi madre sabía lo que era. Uno vive esa doble vida para querer encajar, pero a la larga pues no encajé y nunca me ha gustado encajar y soy quien soy. A pesar de las adversidades que he pasado como la sobrevivencia de abuso sexual por ser de la población sexualmente diversa y una más de no tener justicia, y no la quiero, porque además en ese entonces era como la revictimización mega extra full y yo no estaba para eso, cuando conocí el feminismo, el feminismo a mí me liberó, me sanó y obviamente me salvó.
Yo siempre digo que uno a veces es activista por algo personal o por las amigas, por la influencia de las amigas que de repente te invitan a cualquier taller. Y de ahí uno va construyendo su identidad.
Pero, mi activismo fue personal porque te comenté que soy sobreviviente de abuso sexual. No tiene nada que ver con el 2018. Fue desde el momento que decidí salirme del closet y era como si a la gente o familias mías les dolía más como a ellos que a mis propias gente de vínculo cercano.
Entonces, cuando a mí me pasó esto, era promotora de Ixchen en Bluefield, pasé mis procesos psicológicos, temía en ese momento un embarazo, una infección de transmisión sexual para seguir en el rango de que las poblaciones sexuales somos más vulnerables, pero no vemos todas estas vulnerabilidades que a veces sin que las pidamos sucede. Pero, gracias al universo y la Pachamama no fue nada de eso.
Desde ahí yo dije, nadie más va a pasar lo que pasé siendo una adolescente que no tenía alguien que la protegiera porque obviamente en nuestra comunidad cuando pasan sucesos así la gente solo murmura (…) en ese entonces era como que tal vez me lo merecía por el castigo divino de Dios y porque era lesbiana.
Debería de ser distinto, porque obviamente no quiero ni me imagino que otra persona indígena o afro viva las cosas que de una u otra manera viví, y aún siendo alguien que ha venido desde los privilegios, porque la información te da privilegio.
El sentarte en un taller, capacitarte, fomentar, accionar, articular, son privilegios que no lo tiene mucha gente y que Jacob Ellis puede hablar castellano es un privilegio porque Jacob Ellis ese no es su lengua, pero si veo a mi alrededor como en Karawala, en la desembocadura de Río Grande, veo mis compañeras trans que no hablan el castellano y que de repente, vi varios casos de discriminación.
Ser persona trans es ser resiliente siempre desde el ser y existir. Han habido casos de homo y transfóbico, casos de odio y de discriminación y ha habido asesinato.
No hay un día en el calendario para la celebración en temas de derechos humanos. Porque todos los días son los derechos humanos, no solo es un día.
Pero cuando hablamos del 28 de junio es el día de la población sexualmente diversa, es el orgullo, es tu identidad, es ser quien sos constantemente sin encajar, ni esconder lo que sos.
Nosotres, las poblaciones que hemos venido desde el exilio es seguir resistiendo que queremos los derechos humanos garantizados para todas las personas, porque sí es un tema de celebrar, de reivindicar, de conmemorar a los que nos abrieron el camino, a los y las y les que nos abrieron el camino de hoy nombrarnos sin miedo.
Pero también es un tema de exigir, de demandar estos derechos que aún no están a la totalidad para las personas sexualmente diversas. El orgullo es el orgullo en todo momento resistís siendo orgullose de lo que vos sos, porque representa tu identidad sin encajar, sin que alguien te quiera apagar o menospreciar por lo que vos sos.