“Fuí sometido a torturas por ser gay y defensor de derechos humanos”
Crueles agresiones homófobas contra opositores del régimen de Ortega obliga a colectivo LGTBIQ+ a abandonar el país
Crueles agresiones homófobas contra opositores del régimen de Ortega obliga a colectivo LGTBIQ+ a abandonar el país
“Me volví un perseguido más por ser un defensor de derechos humanos y ser parte del colectivo LGTBIQ+”, dice Rubén de 29 años. Él es abogado y trabajó en las comisiones de defensa a los presos políticos en León del Centro Nicaraguense de Derechos Humanos (Cenidh), Amnistía Internacional y como activista de organizaciones de defensa a los derechos de la diversidad sexual y de género.
Las amenazas “selectivas” por ser gay y opositor a través de las redes sociales y de forma verbal eran el pan de cada día en la vida de Rubén desde 2018. En octubre de ese mismo año la saña de los seguidores de la dictadura marcaron su vida. Lo sometieron a “tortura sexual”, frente a su pareja. Entendió la advertencia “clara” de cuál sería su destino si seguía ejerciendo su profesión de abogado.
Días después de ese traumático hecho, decidió salir del país y refugiarse en España. Ahora siente que su vida no corre peligro a niveles extremos, pero que la carga de emociones que lo acompañan no le han hecho fácil el proceso.
“Yo estoy aquí y a mí se me otorgó el asilo, no porque algo me podía pasar. Sino porque algo me pasó . Yo recibí una especie de castigo por ser opositor, por tener una carrera profesional y ejercerla en contra del Gobierno defendiendo a los presos políticos. Entonces, si vos no estás de parte de ellos automáticamente sos un opositor. Y si como abogado ejerces tu carrera en defensa a personas opositoras al Gobierno se entiende que sos uno de ellos”, confiesa Ruben, mientras hace pausas y toma agua.
Tres años va a cumplir de vivir en un pueblo de Pamplona, España. Habla con La Lupa sobre las diferenciadas formas de sumisión y humillación que aplica la dictadura Ortega Murillo a los opositores que son parte de la diversidad sexual. No solo porque lo vivió sino porque conoce a otras personas LGTBIQ+ también han sido sometidas.
“Si vos sos un preso político y eres del colectivo te ponen hacer sentadillas desnudos o desnudas. Bueno en el peor de los casos. La mayor muestra de sumisión, la peor forma de someterte es abusar sexualmente de las personas. Entonces solo por ponerte una referencia de qué te puede pasar si sos opositor y eres gay o lesbiana”, resalta Rubén.
Este tipo de maltrato selectivo se marca también en expresiones de irrespeto a la identidad de género. Otro claro ejemplo es que las mujeres transgénero que han sido presas políticas no les permiten el ingreso de utensilios básicos como una cuchilla de afeitar, para mantener un poco la imagen a la que se sienten identificadas.
Kisha López, Carolina Gutiérrez, Celia Cruz y Victoria Obando son mujeres transgénero, presas políticas que han relatado “el doble odio” con el que fueron tratadas durante su encarcelamiento. Aislamiento, maltrato psicológico, discriminadas por sus mismos compañeros de celdas que se incomodaban por su presencia.
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Toda esa realidad a la que han sometido a personas LGTBIQ+ calificadas como opositores hacen que abandonen el país y busquen refugio en el país de acogida. Así lo hizo Rubén en España, cuyo fallo favorable le coloca en ese reducido grupo de personas con estatus de refugiado en este país de Europa. Según la Comisión de Ayuda a los Refugiados en España (CEAR), solo una de cada 20 solicitudes tienen resoluciones positivas.
Ese estatus migratorio le permitirá permanecer en este país en condición migratoria regular, lo cual le da un alivio en medio de todas las adversidades que ha enfrentado, pero que a su vez le da nostalgia de su país, familia y desarrollo profesional. Ahora trabaja como operario en una empresa de automoción. Pero antes de llegar a este nuevo “nivel de vida” ha tocado fondo en distintas ocasiones.
“La carga emocional de mí persona en comparación a cualquier otro exiliado, es una carga emocional muy fuerte. Eso endurece el proceso. No es lo mismo ir con un balance interior en el proceso (migración) al hacerlo con tantas cargas que te trae, miedo, inseguridad, dolor, soledad y luego todo lo que puede salirte en el camino. Pobreza, desempleo y exclusión en algunos casos”, expresa Rubén.
En España fue recibido por su hermana, quien está casada con un español. “La desaprobación” de su cuñado fue un “tormento” para Rubén y a los pocos días de llegar tuvo que huir de esa casa.
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Luego alquiló una habitación y su calvario empeoró, esta vez fue por un colombiano, quien era su compañero de vivienda “simplemente le caí mal por ser homosexual”, esa fijación a su orientación sexual le obligó a dejar de manera espontanea el sitio, porque de lo contrario su vida corría peligro. En ese momento CEAR Navarra lo ubicó en un hotel mientras conseguían un sitio seguro para Rubén.
Estas circunstancias se contraponen a lo que reflejan distintos estudios sobre la percepción y respeto a la diversidad sexual en España, colocándolo en uno de los países con mayor aceptación a nivel global.
Existen muchas incongruencias al momento de tratar los casos de persecución por homofobia, apuntan fuentes que trabajan con estos casos, lo cual hace más difícil la inclusión y acceso a la justicia en los procesos de asilo.
Jared Andino, fundador de Fénix Asociación en Navarra, explica que hay una deficiencia en el sistema de asilo en España. En distintas ocasiones el Gobierno español ha argumentado que estas personas pueden vivir “con discreción” en su país de origen vulnerando doblemente la condición de la persona y negando el derecho de asilo.
“En el caso específico de las personas lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales son menos propensas a solicitar asilo. Porque viven en un contexto de invisibilidad. También se ven vulnerables en el momento de solicitud de protección internacional por falta de pruebas o falta de denuncia, huyen de sus países, e inclusive de la misma policía porque no confían en los sistemas judiciales de sus países”, detalla.
Tienen el temor de interponer denuncias, luego llegan a España sin denuncias y sin pruebas, entonces el sistema de asilo lo interpreta como un indicador de no persecución por esos casos, por esas faltas de pruebas rechazan la solicitud”, advierte Andino, cuya organización trabaja con personas LGTBIQ+ refugiadas.
A ese cuestionamiento del sistema de asilo en España se une Berta Güell, investigadora del Centro de Pensamiento Global (CIDOB). En el artículo “¿Es España realmente LGTBI-friendly con las personas refugiadas? Las deficiencias del sistema de asilo español para el colectivo LGTBI”, publicado en junio de 2020, menciona los aspectos que invaden la intimidad del solicitante para probar su orientación sexual e identidad.
“Pueden verse confrontados a ideas preconcebidas acerca de las relaciones sexuales y la identidad de género (por ejemplo, en qué momento se produce “el despertar” de su homosexualidad), su corporalidad (presuntamente afeminada o masculinizada), los gestos, la vestimenta, el conocimiento de personajes LGTB occidentales, etc. No se conciben situaciones como que la persona haya tenido que emprender una “doble vida” para esconder públicamente su condición sexo-genérica, se haya casado (quizás forzosamente) con una persona heterosexual e incluso haya tenido hijos/as”, menciona Güell.
Las personas LGTBIQ+ no siempre logran conseguir protección internacional bajo la figura de asilo u otras formas de protección internacional. “Muchas veces los sistemas de asilo no garantizan la capacitación ni la imparcialidad de los funcionarios quienes operan bajo prejuicios de género, ni son sensibles a las particularidades y necesidades de la población LGBTI”, resalta el informe Protección Internacional de las Personas LGTBI, de Acnur publicado en 2015.
También señala que existe crecimiento en las solicitudes de asilo basadas en persecución por orientación sexual o identidad de género en los distintos países, lo cual debería generar un mayor debate sobre las múltiples vulnerabilidades que enfrentan las personas LGTBIQ+ solicitantes de asilo y refugiadas en todas las etapas del ciclo de desplazamiento, encaminado medidas concretas para garantizar el reconocimiento, la protección y la exigibilidad de los derechos de estas personas.
Andino secunda esa percepción de que en estos últimos tres años se ha incrementado la solicitud de protección internacional especialmente de los colectivos LGTBIQ+ de países de Latinoamérica.”No tenemos datos porcentuales de estas cifras porque al nivel del sistema por asilo hay una falta de datos oficiales en cuanto a las personas que solicitan asilo o protección internacional por estas razones”, pero la referencia la hace por las personas con las que comparte experiencias y trabajan dándole el seguimiento de asesoría legal, psicológica, inclusiva y acogida.
La Oficina de Asilo y Refugio, que es parte del Ministerio del Interior de España registra a partir de los informes anuales de 2020, la disgregación de las razones de solicitud de asilo. La orientación sexual ocupa el cuarto lugar. Antes de este periodo no existen registros puntuales al respecto.
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Las cifras oficiales del Ministerio del Interior de España ubican a Nicaragua entre los primeros 5 países con mayor solicitud de asilo político a partir de 2018, cuya tendencia persiste en la actualidad. Las razones específicas no están reflejadas en los datos pero predomina la mujer entre las solicitantes. Históricamente la migración nica a la península Ibérica tiene rostro de mujer y esa tendencia se consolidó aún más en los últimos 3 años.
Nicaragüenses, es la nacionalidad con mayores resoluciones a favor en asilo político en 2020, con el 25% de las solicitudes firmadas. El 45% de esos expedientes son de mujeres.
Rubén admite que el factor político y de identidad sexual se entremezclaban en su declaración presentada en la solicitud de asilo, en sus planes no estaba tomar esa decisión de migrar. En Nicaragua avizoraba un futuro prometedor en su profesión, pues era recomendado por sus maestros de universidad en distintos trabajos y tenía previsto la apertura de un bufete de abogados en León. Pero la represión masiva a la Rebelión de 2018 no le permitió ese sueño.
Desde su llegada a España encontrar un trabajo en condiciones dignas ha sido lo más difícil. Al inicio por no tener “papeles”, no tener redes de contacto, y la necesidad de generar ingresos para el sustento del día a día lo empujaba a recorrer pueblos a pie buscando una oportunidad laboral “en lo que sea”, pues al finalizar el mes el pago del alquiler, la comida y otras necesidades demandan dinero.
Acudía a entrevistas para hostelería donde lo descartaron. En ese momento tenía la tarjeta roja, lo cual te permite acceder a trabajo con contrato, pero los empleadores muchas veces lo desconocen.
En ese laberinto de búsqueda de ingresos ha hecho de maestro de matemáticas, lengua y literatura e inglés, de carpintero, en hostelería, limpieza y en fábricas.
“Hay una parte del refugio que está ligado a lo que nosotros como refugiados representamos a nivel social.Tengo la impresión que a nivel laboral los refugiados tienen menos atractivos para el empleador, que una personas que no lo es. Creo que eso representa muchas adversidades en el camino”, dice Rubén, quien también es voluntario de Fénix Asociación de Pamplona.
Güell también insiste en el gran desconocimiento sobre las garantías del permiso de trabajo de la tarjeta roja por parte de los empleadores, “quienes no la reconocen como documento válido a la hora de contratar, por lo que pueden desestimar las candidaturas de las personas solicitantes”.
“En este contexto, se instaura como necesidad social que la persona solicitante acuda con un acompañante que acredite y legitime sus derechos como solicitante de asilo, lo cual la posiciona en una situación de subalternidad”, detalla.
Además considera que el Gobierno debe “formar más a los profesionales involucrados en el sistema de asilo en materia de diversidad sexo-genérica y en competencias interculturales, así como potenciar las políticas de no discriminación y de gestión de la diversidad en los distintos ámbitos de la sociedad de recepción”, pues solo así se podrá avanzar hacia sociedades más justas, cohesionadas y dignas.
Esas condiciones de vulnerabilidad las ha atravesado Rubén a lo que se suma también el aumento significativo en los casos de agresión homófobas en los últimos meses en España, lo cual le genera cierto sentimiento de miedo e inseguridad.
“Los delitos de odio repuntan hasta alcanzar cifras superiores a las de antes de la pandemia”, tituló El País, el 28 de julio de 2021. En el primer semestre de este año la Policía y la Guardia Civil registraron 610 denuncias, superando las 558 recepcionadas en el mismo lapso del año anterior, lo cual marca ese 9.8% de incremento en los delitos de odio.
El asesinato de Samuel Luiz, de 24 años en A Coruña, Galicia en julio de este año, relacionado a crimen de odio y homofobia es uno de los casos que ha extremecido a España y que pone en la mesa el tema de que aún existe intolerancia en la sociedad.
Este caso y otras denuncias de graves lesiones físicas a miembros de la diversidad sexual genera preocupación en Rubén quien admite que pensaba que estás cosas no ocurrían aquí, pero cuando lee, mira o escucha noticias relacionadas a crímenes de odio no evita sentir miedo.
A la fecha no ha sufrido agresiones directas porque “evita” y actúa “con prudencia” sobretodo cuando es de noche y anda solo por la calle.
“Si yo miro aquí un grupo de personas en estado de ebriedad o voy solo y viene alguien haciéndome un mal gesto desde lejos porque a lo mejor se fijó en algo, cambio de dirección. Yo me he visto en las situaciones que podria ser blanco cualquier tipo de discriminación o cualquier tipo de ataque. Eso genera miedo, por ejemplo por un grupo de hombres heterosexuales, te genera siempre inseguridad porque pueden estar tomado, pueden decirte algo o llegar hacerte algo”, expresa Rubén.
Esa sensación de vulnerabilidad con el aumento de casos de odio contra la comunidad es una preocupación para Fénix Asociación. “Los casos o delitos de odio estan creciendo, esto se debe a los diferentes discursos políticos los que incitan a la violencia, al odio, a la discriminación por razones de orientació sexual o de género son ataques que vulneran o son violaciones a los derechos humanos de las personas LGTBIQ+”, resalta Andino.
A pesar del universo de incertidumbres en el que se ha movido Rubén admite que se siente más seguro que en Nicaragua, pues aún recuerda el día que esperaba el avión para salir del país, fueron los “minutos más largos y angustiantes” de su vida por temor a ser detenido y llevado al Chipote. El proyecto que tiene a corto plazo es reunirse con su pareja que está en Nicaragua y con el que pretende comenzar una nueva etapa de relación en Pamplona.
A pesar de todo lo vivido de algo que jamás se arrepentirá es de participar de esa Rebelión de Abril “no me arrepiento, porque creo que siempre se debe hacer la lucha, y fue lo que yo hice. Las cosas no han cambiado, más bien van a peor. Me quedo con la satisfacción, de haberlo intentado y de haber ayudado a la gente que en ese momento lo necesitaba”.
*Rubén es un nombre ficticio a fin de proteger la identidad del entrevistado. (Su familia aún sigue en Nicaragua y teme por la seguridad de ellos).