El 8 de marzo es el día más importante para los movimientos de mujeres porque se posiciona en el espacio público las demandas del feminismo, se denuncian la violación de derechos humanos y se conmemora la lucha de años de las mujeres.

En esa fecha, cientos de miles de mujeres de todo el mundo salen a la calle a tomarse el espacio público a través de marchas, performances y protestas, gritando consignas y alzando carteles.

“Salir a las calles es un gesto vital para la identidad feminista porque el  espacio público ha estado limitado para nosotras y que ha sido masculinizado. Es una forma de decirle a la saciedad y al Estado que aquí estamos y estas son las cosas que exigimos”, dice “Ana”, integrante del Movimiento Feminista de Nicaragua (MF) quien solicitó el anonimato por la persecución del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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A pesar de ser una fecha fundamental para la demanda y reivindicación de los derechos de las mujeres, Nicaragua es el único país de la región donde las mujeres tienen prohibido manifestarse de manera pública o privada por órdenes de la dictadura Ortega-Murillo. Estos prohibieron expresamente cualquier tipo de protesta a través de un comunicado policial en septiembre de 2018, para poner fin a las protestas surgidas en la crisis sociopolítica ocurrida en ese mismo año.

Este 2023 se cumplen cinco años en que las mujeres nicaragüenses no pueden salir a las calles en el Día Internacional de la Mujer, aunque la Constitución Política reconoce el derecho a la libertad de pensamiento, de expresión, de movilización y de manifestación (artículos 29, 30, 31 y 54).

Las mujeres que se atrevan a realizar cualquier tipo de manifestación aunque sea en actividades privadas, pueden ser detenidas y criminalizadas con cualquiera de las leyes que la dictadura Ortega-Murillo ha utilizado contra feministas y defensoras de derechos humanos, a quienes también ha apresado, desterrado y quitado la nacionalidad nicaragüense.

Aunque las manifestaciones y protestas están criminalizadas en el país, las mujeres nicaragüenses continúan encontrando formas para resistirse a la dictadura y continuar demandando al Estado el cumplimiento de los derechos de las mujeres, adolescentes y niñas.

“El feminismo nicaragüense no puede salir a las calles, pero sigue vivo, fuerte y latente. Lo que hicieron otras por nosotras, lo que seguimos haciendo como movimiento, feministas y activistas. Eso no lo va a censurar, ni detener ninguna dictadura”, señala la activista feminista Ana.

Feministas nicas protestan desde el exilio

Desde el inicio de la crisis sociopolítica y la prohibición de las protestas, miles de mujeres nicaragüenses exiliadas han protestado desde otros países para denunciar las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura Ortega-Murillo, la liberación de las presas políticas, y la situación de violencia machista que se vive en el país.

Este año, además de las mujeres exiliadas, se unen a las marchas en el extranjero las mujeres desterradas por la dictadura.

“Quiero recordar a las miles de mujeres que están en el exilio, a las activistas feministas exiliadas y desterradas que van a marchar por las nicas que no podemos hacerlo hoy. Eso llena de emoción y da esperanza porque nuestro movimiento sigue vivo, porque lo sostenemos las que estamos aquí, pero también las que están fuera”, expresa Ana.

Movimientos feministas de otros países también se han solidarizado con las feministas nicaragüenses, y posicionan la crisis de derechos humanos que atraviesa Nicaragua como temática en sus marchas.

Existía represión en las marchas de los 8M antes de 2018

La última vez que se pudo hacer una manifestación pública durante un 8 de marzo en Nicaragua fue en 2018, solo poco antes del inicio de las protestas antigubernamentales. Sin embargo, asistieron muy pocas personas en comparación con las marchas realizadas en años anteriores en donde mujeres de todo el país se convocaban en Managua.

Ana explica que las dificultades para manifestaron comenzaron mucho antes de 2018, ya que la dictadura Ortega-Murillo impedía la movilización de mujeres de los departamentos que intentaban a llegar a Managua, detenían los buses en que se transportaban, las retenían durante horas, les quitaba los carteles o prohibía totalmente su entrada a la capital.

Mientras que las feministas que se encontraban en Managua eran duramente reprimidas con mujeres policías que las golpeaban, detenían e impedían el paso para que no se hiciera el recorrido que se tenía planeado.

Policías detienen a mujeres de los departamentos que se dirigían a Managua para marchas del 8 de marzo de 2017. Foto: Coordinadora de Mujeres Rurales.

Uno de los años más violentos fue 2017, recuerda Ana. Por esa razón al siguiente año en 2018, no se planificó la llegada de mujeres de otros departamentos para resguardar su seguridad.

“Es importante recordar que las dificultades para manifestarnos los 8 de marzo vienen de antes de 2018. Desde antes de 2018, el control que tenía la incipiente dictadura limitaba la movilización a mujeres que venían de los departamentos u nos enviaban una línea de policías anti-motines”, señala la activista.

Mujeres encontraron formas de protestar bajo la represión

A pesar de que después de 2018 no era posible volver a salir a las calles, las mujeres se siguieron organizando de forma privada, realizando actividades en los locales de organizaciones feministas. Así conmemoraron el Día de la Mujer varias activistas en el Programa Feminista La Corriente y en otros colectivos en 2019.

“Sin embargo, recibieron en respuesta fuerte presencia policial y la prohibición de salir de los edificios. Recuerdo que en 2019 nos juntamos en La Corriente para hacer un foro y actividades artísticas, y mandaron a la policía a cerrar la salida. Estuvimos encerradas durante varías horas un grupo importante de mujeres y chavalas hasta que se nos concedió el permiso de salir en grupos pequeños”, relata Ana.

Después de esa fecha, las organizaciones feministas no volvieron a convocar actividades para proteger su seguridad, sin embargo, las jóvenes universitarias siguieron tomándose espacios para poder protestar. 

Después de dos años sin ninguna protesta, en 2020 un grupo considerable de estudiantes volvieron a realizar una marcha dentro de la Universidad Centroamérica (UCA), y realizaron performances denunciando a la dictadura Ortega-Murillo y la violencia machista.

Manifestación realizada en la UCA en 2020.

Este fue el espacio donde muchas jóvenes marcharon por primera vez, aunque sea dentro de un recinto. “Estefani”, estudiante de 22 años, relata que entre las estudiantes se organizaron para hacer carteles y consignas. “La primera vez que estuve en una protesta feminsta fue en la UCA. En ese momento me vi rodeada de mujeres y muchachas que me acuerparon y me abrazaron” dice la joven. 

La UCA fue un espacio donde las feministas jóvenes lograron continuar denunciando los femicidios, la violencia sexual y la falta de democracia.

Sin embargo, en los últimos dos años la violencia política y la persecución contra feministas se ha recrudecido, por lo que las manifestaciones han desistido, pero mujeres que se encuentran fuera del país continúan protestando por las condiciones que se vive en Nicaragua.

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