Una docena de velas, una veintena de ramos de flores y pancartas exigiendo justicia rodeaban el féretro de Michelle Dayana González, la niña de 14 años que fue asesinada y desmembrada en la noche del pasado 7 de diciembre en un femicidio cometido en el barrio San Judas de la ciudad de Cali, en el suroeste de Colombia.

Su velorio se realizó en el polideportivo del barrio que la vio crecer y en el que también estaba ubicado el taller donde un hombre, el sospechoso del crimen, la llevó con engaños para cometer el asesinato. El lugar ahora está decorado con grafitis que dicen “las niñas no se tocan, no se matan”.

Genaro González, padre de la menor, le aseguró a EFE que hasta el momento ninguna entidad del Gobierno le ha dado noticias sobre el paradero de Harold Andrés Echeverry Orozco, el presunto femicida quien hoy se encuentra prófugo de la justicia y por quien ofrecen hasta 100 millones de pesos (cerca de 25,000 dólares) de recompensa.

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“Las últimas palabras que me dijo mi niña esa noche fueron: ‘Papi, no me demoro’ y no la volví a ver. Los entes que están a cargo – Alcaldía, Gobernación o Fiscalía- no me han dado información, pero espero que esa captura se dé muy pronto para que se haga justicia con mi hija”, dijo Genaro.

En medio de lágrimas, las compañeras de la víctima llegaron a acompañarla en su último adiós antes del mediodía, a una eucaristía, levantando carteleras que decían: “queremos salir a la calle sin el miedo de no regresar”.

“Era una gran amiga, alegre, a ella le encantaba pintar y tenía siempre buen ánimo para todo. Es muy duro que estas cosas pasen en el barrio, aquí no nos sentimos seguras”, precisó Lizzet Ramírez, asistente al velorio.

EFE/Ernesto Guzmán

En el barrio San Judas el ambiente es de tristeza. Las luces navideñas no se volvieron a encender y los vecinos no salen de la consternación, pues este femicidio les arrebató a una de sus más queridas habitantes.

“Uno siempre la veía a ella caminando, feliz, sin ningún tipo de maldad. Le gustaba mucho ir a la tienda por dulces y esa noche no volvió a casa. Este crimen nos duele a todos”, aseguró Eulalia Ijají, otra vecina del barrio, a EFE.

Marlon Cubillos, concejal de Cali, hizo un llamado para que las autoridades redoblen los esfuerzos para encontrar al asesino de la niña antes que se acabe el 2023 y solicitó a los caleños que levanten su voz para que este crimen jamás sea olvidado.

“No podemos permitir que estos hechos ocurridos se vuelvan normales en nuestra ciudad, aquí debe primar el respeto a la vida y mucho más, a la vida de nuestros niños”, precisó el edil a EFE.

Búsqueda imparable

Jimmy Dranguet, secretario de Seguridad y Justicia de Cali, aseguró que gracias a las entrevistas realizadas en el sector se pudo constatar que Harold Andrés Echeverry Orozco tenía antecedentes por acceso carnal abusivo contra menores de edad y que las heridas que le habría provocado Michelle serían claves para dar con su paradero.

“Algunos compañeros del taller donde trabajaba aseguraron que tenía un golpe en el ojo, rasguños en su rostro, como también heridas en los labios y el cuello. Esa información la estamos compartiendo con la ciudadanía para que nos ayuden a dar con su paradero”, precisó el funcionario.

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Las autoridades distribuyen un cartel con la cara del presunto asesino en aeropuertos y terminales de transporte para evitar que salga de la ciudad o del país.

Finalmente, el sepelio de la pequeña Michelle se realizó en el parque Memorial La Ermita de la ciudad de Yumbo, con la participación de cientos de caleños que rechazan el crimen.

“Me siento muy conmovido al ver a toda la comunidad acompañándonos. Solo espero que las autoridades capturen a ese asesino, eso sería un alivio para mi alma y mi corazón porque le hizo mucho daño a mi bebé”, concluyó el papá de Michelle Dayana.

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