Las personas tienden a asociar a los agresores sexuales con el alcoholismo, la drogadicción, la falta de educación y la pobreza, sin embargo, ellos son todo lo contrario a la creencia popular, afirmó Lorna Norori, psicóloga y especialista en abuso sexual. Ella explica que los agresores suelen presentarse como personas amables, amigables y protectores, pero esto no es más que una máscara para no ser identificados y seguir cometiendo el abuso.

“Se asume que los agresores sexuales son personas malas. Esto está alejado de la realidad, ya que muchas veces son personas muy bondadosas, muy confiables, muy cercanas para ganarse la confianza de los demás”, expresa Norori. De esta manera, a la gente se le dificulta creer que una persona con estas características puede cometer un delito sexual.

Según los boletines trimestrales del Instituto de Medicina Legal, hubo 3,957 peritos por violencia sexual hacia mujeres, adolescentes y niñas en 2020, mientras el Anuario Estadístico 2020 de la Policía Nacional, determinó que hubo 2,114 delitos sexuales contra la misma población. Sin embargo, muchas de ellas no denuncian debido a la falta de acceso a la justicia, estableció la especialista. Así que la cifra podría ser mucho más alta.

Norori expone que entre los mitos que hay alrededor de los agresores sexuales, es que se trata de personas alcohólicas y que cometen la agresión cuando están en estado de ebriedad, o bajo el efecto de las drogas. Asimismo, se suele pensar que los agresores no tienen preparación académica, que están en condiciones económicas precarias, y que tienen algún problema en su sexualidad.

“Se asume que los abusadores abusan porque tienen algún problema en su sexualidad, que hay algún tipo de enfermedad que los obliga. Se les dice enfermos de manera despreciativa, pero realmente siendo enfermos, no son menos responsables de lo que ha pasado”, explica.

Katherine Umaña, especialista en el abordaje del abuso sexual y trauma complejo, indicó que otro de los mitos existentes es que los agresores son hombres solteros o al menos no están casados. “Yo no creo que él sea un violador. Él tiene a su esposa y no tiene esa necesidad” repitió Umaña, refiriéndose a las frases que las personas dicen comúnmente al respecto.

Cómo se esconde un abusador sexual

Las especialistas explicaron que estas personas en realidad se esconden bajo la máscara de la amabilidad, el buen trato y las buenas intenciones. Debido a esto, las personas los defienden fácilmente y más si se trata de personas religiosas, educadas o defensores de los derechos humanos.

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“Cuando los señalan, prevalece que él es una persona honorable, trabajadora, bondadosa, una persona que tiene un prestigio. Eso que ha utilizado como su máscara, sirve para que socialmente sea protegido a la hora que haya una denuncia social”, detalla Norori. Después de la denuncia pública contra el politólogo y miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), Guillermo Incer, el 4 de junio de este año, quedó claro lo útiles que son las máscaras, agrega.

Umaña explica que la violencia sexual puede ocurrir en cualquier contexto y que los agresores no están determinados por un oficio, escolaridad o clase social.

Denuncia pública como alternativa

La denuncia pública ha sido un recurso para las mujeres cuando no tienen acceso a la justicia o cuando el agresor no se detiene, manifiesta Norori. Esto ha sido ampliamente usado desde Zoilamérica Narváez en 1998 hasta actualmente con el uso de las plataformas digitales, siendo la última vez que se hizo masivamente el año pasado, a través de las redes sociales y de espacios físicos como en la Universidad Centroamericana con el Blog de la Denuncia.

No obstante, al denunciar públicamente, los agresores en ocasiones también se disculpan de manera pública. La colectiva Devuelvan Lo Robado, quienes hicieron una sistematización de todas las denuncias digitales, llamada 430 voces, notaron este comportamiento de los agresores. Lola, una integrante de la colectiva, expresa que muchos de los acusados publicaban sus disculpas sobre lo que se les imputaba en las mismas plataformas.

“Los denunciados piden perdón y listo. Ese es el proceso que se está llevando actualmente”, identifica Lola. “Realmente no hay un cuestionamiento. No hay un arrepentimiento real y no se están haciendo cargo de los daños, económicamente también. Todos los traumas de la violencia son pesados y muchas veces hay que acudir a especialistas”, describe.

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Para Norori, esto forma parte de las máscaras antes mencionadas, ya que el agresor no quiere perder su “honorabilidad y prestigio”. Intenta hacer ver la agresión sexual como un “desliz” y no como un delito. Asimismo, añadió que “con su disculpa, intentar involucrar a la persona a la que han sometido al delito sexual, para hacerla ver como partícipe de lo que ellos han cometido, como que ella estuvo de acuerdo, como que lo que ocurrió fue consensuado”.

En el Anuario Estadístico 2020 de la Policía Nacional, las denuncias por violencia sexual son cada vez menores. Esto es debido al miedo y a la desconfianza que tienen las mujeres a denunciar en las instituciones, recogió uno de los testimonios del informe 430 voces.

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