Ceshia Ubau: «Quiero que la gente escuche mi música con los oídos del corazón»
La cantante fue una de las artistas preseleccionadas en los Latin Grammy, convirtiéndose en la primera mujer nicaragüense postulada a este galardón.
La cantante fue una de las artistas preseleccionadas en los Latin Grammy, convirtiéndose en la primera mujer nicaragüense postulada a este galardón.
Cuando Ceshia Ubau decidió convertirse en cantante a los cuatro años de edad, nunca se imaginó que sería la primera mujer nicaragüense en ser preseleccionada en los Latin Grammy, el mayor galardón otorgado por la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación.
Aunque no quedó seleccionada, para ella es un gran paso para que las mujeres nicaragüenses se abran paso en la industria de la música a nivel internacional.
Ubau es una cantautora de 24 años, que debutó en el folclor centroamericano en el 2017. De esa manera se hizo conocida en el país y en países cercanos, especialmente con las canciones Las mujeres de mi tierra y La canción del güis.
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Su música se ha caracterizado por abordar temas como los derechos de las mujeres, denuncias de desigualdades sociales y raíces personales.
Ubau decidió postularse a los Latin Grammy con su segundo disco Luz, el cual sacó en marzo de este año. Dicho disco consiguió que estuviera preseleccionada en la Categoría Álbum del Año en la posición 1287, y en la Categoría Mejor Álbum Cantautor en la posición número 83.
En esta entrevista con La Lupa, la cantante cuenta lo que significa para ella esta estar en estas categorías, la situación de las mujeres nicaragüenses en la música y sus próximos proyectos.
Lloré un montón, lloré como 20 minutos sin parar. Es un sueño. Uno como artista crece oyendo de un Grammy y viendo los artistas que ya están en el medio. Así que realmente no me lo esperaba.
Aunque sí estaba consciente de todo el esfuerzo y calidad del disco, no pensé que fuera a entrar. Fue sumamente emocionante. Se lo compartí a los muchachos, al equipo de trabajo y estaban muy contentos.
Sabíamos que La Academia tiene ciertos lineamientos de confidencialidad y no podíamos hacerlo público en el momento, hasta que se hicieron las nominaciones oficiales que fueron el martes pasado. Estoy muy emocionada la verdad.
He tomado riesgos y me gusta tomarlos. Para mí cualquier riesgo es una ganancia, porque realmente no pierdo nada con intentarlo. Fue una ganancia como artista independiente saber que estaba preseleccionada. Especialmente por todo lo que implicó hacer ese disco, que lo hice de la mano de algunos colaboradores.
Estar preseleccionada es una forma en que La Academia certifica la calidad sonora y de composición de mi trabajo. Cuando suceden estas cosas una realmente se da cuenta cuánto ha trabajo y lo que se puede llegar a hacer a largo plazo.
Luz es mi segundo disco, salió el 12 de marzo. Es un disco que vivió muchos cambios porque empezó a gestionarse en la pandemia. Cuando se vivió el confinamiento, ya estaba todo armado y al final se estancó. Para que no siguiera congelado hubo cambios radicales desde quién iba a ser el productor hasta quiénes iban a tocar.
Fue un disco muy especial porque tenía intención de escribir canciones que hablaran de mi historia familiar y que pudieran honrar a esos ancestros. Desde el 2017 para acá fui componiendo canciones para ese álbum y fui viviendo cada metamorfosis.
También pasé de usar elementos acústicos a usar elementos más electrónicos, y a jugar con otros colores y sonidos.
Desde el primer día ha sido una escuela diaria, no solo artística, sino humana, porque me he enfrentado a mis inseguridades y mi ego. Eso es una de las cosas que más rescato de ser artista: cada reto es para que te trabajes el ego.
He tratado que mi carrera artística vaya de la mano con mi trabajo personal, mi trabajo interno y mi propio proceso de crecimiento. Porque para mí una de mis prioridades es ser coherente con las cosas que planteo. No puedo hablar de no violencia cuando soy una persona violenta, o no puedo hablar de cualquier otra cosa que simbolice una contradicción. No quiere decir que soy perfecta, pero trato de ser transparente con las cosas que digo.
También he vivido experiencias que representan cierto peligro por ser una mujer que trata de abrirse un camino en la música, pero he construido una red de apoyo y he sabido pedir ayuda.
Toda mujer enfrenta obstáculos específicos, y mucho más si sos una mujer negra, indígena o con discapacidad, porque existe esa violencia estructural. Especialmente en la movida musical de Centroamérica y de Nicaragua hay mucho por hacer.
Nos enfrentamos a una región con altos femicidios y varios tipos de violencia hacia las mujeres. Así que hay retos, pero también oportunidades creadas por las propias mujeres.
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Hace poco se creó el Encuentro Latinoamericano de Mujeres en la Industria Musical (MIM LATAM) y eso es genial. Es una de las iniciativas de toda esta revolución de conciencia sobre la equidad. Ahora hay varias oportunidades nuevas para mujeres en Costa Rica, Honduras, El Salvador y otros países de la región.
Hace unos años fui a Nicaragua y me alegró mucho ver a tantas mujeres cantautoras, chavalas que son solistas, guitarristas o que lideran bandas. Eso es maravilloso.
Al final soy el resultado de ver a Katia Cardenal, Elsa Basil, Clara Grün y toda esa generación. Yo era esa niña de 13 años que las miraba con la boca abierta. Y ahora me han dado la oportunidad de también compartir con ellas, y de alguna u otra forma devolver lo que he recibido de ellas.
Sí, tenía 4 años e imitaba a Shakira (risas). Ponía RitmoSon Latino y estaban las canciones de los 2000: Vivir la vida de Shakira, Paulina Rubio, o Thalía con No me enseñaste. Yo las cantaba y sentía que había algo.
Son diversos temas los que abordo. Empecé muy fuerte con el tema de género, que es algo que continúo. Sin embargo, el mismo camino del feminismo me ha enseñado que no puedo exigir afuera lo que no tengo resuelto dentro.
Ante las causas sociales tenemos muchas veces una profunda necesidad de sumarnos a ellas, pero es importante verse hacia dentro primero. Tenga que ver o no con un movimiento social, algo que he tratado es convertirlo en música.
He recibido de la música mucho acuerpamiento de cantautores que no tienen idea de que existo. Escuchaba canciones tan hermosas como de Mago de Oz, Silvio Rodríguez, Bebé o La Oreja de Van Gogh, que es un pop latino, pero las letras y su contenido es bastante hermoso y tierno.
Yo sentía que encontraba respuesta en esas canciones. La verdad, aunque yo quisiera ser otra cosa, no puedo (risas), porque estoy tan empapada de eso y lo amo.
He hecho canciones de amor, tratando de visibilizar relaciones de amor más saludables, relaciones con uno mismo, diversificar el amor. También señalo que tener una pareja no lo es todo y que hay muchas formas de amor: el amor fraterno, el amor a uno mismo, el amor espiritual. He tratado de insistir en ello.
También como psicóloga me he apoyado mucho de la psicología como una base teórica de lo que escribo. Hay canciones como Con los ojos del alma, que son muy densas, o canciones como Conchita de amor, Sáname, o Humanidad, que es una de las canciones más depresivas que he escrito, pero que también la psicología me ha ayudado a encauzar y delimitar lo que quiero decir.
Cuando escribo siempre pienso que hay alguien del otro lado que me va a escuchar. Me doy cuenta del poder que tengo como comunicadora, porque la música es un medio de comunicación. Al escribir pienso en la gente para regular mis emociones y ver qué quiero decir.
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Viene una gira de mi último disco; quiero fortalecer mi enfoque terapéutico con la música, quiero hacer proyectos para música de niños y niñas, y en eso ando.
Espero también que la gente pueda escuchar el disco Luz. Me gustaría que lo escuchen con los oídos del corazón, porque hay muchas cosas que he querido compartir desde hace mucho tiempo, y están en ese álbum de forma explícita y no explícita. Solo espero que cada persona que lo escuche vaya a aterrizarlo a su propia realidad y vea de qué manera le aporta en la vida.