Periodista, feminista y defensora de derechos humanos son las palabras con las que se nombra, Patricia Orozco. Hacer un periodismo crítico no ha sido fácil para ella, ya que le ha costado múltiples ataques, la confiscación ilegal de su casa y el exilio; pero es un compromiso que tiene y con el que va a continuar, insiste.

Desde los años setenta se ha dedicado a hacer periodismo independiente y con enfoque de género; décadas más tardes fundó los medios Onda Local y Agenda Propia; y desde el estallido de la crisis sociopolítica en 2018, no ha parado en denunciar las violaciones a los derechos humanos que ha cometido la dictadura Ortega-Murillo.

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Debido a su labor periodística, en agosto del año pasado, el programa radiofónico Onda Local fue suspendido; su casa de habitación fue confiscada; y ella tuvo que salir del país ante la posibilidad de ser arrestada arbitrariamente.

El cuatro de marzo de este año, su trayectoria periodística fue reconocida con el premio XV Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, el cual ganó por votos unánimes. Para Orozco, este premio es solo una muestra del compromiso que mantendrá.

Su compromiso con el periodismo

Recientemente ganó el XV Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado en medio de un entorno hostil para la libertad de prensa ¿Qué significa para usted haber recibido este reconocimiento?

Creo que tiene que ver con un mayor compromiso de mi parte para con la lucha del periodismo nicaragüense, a la par de la lucha del pueblo con su libertad, para que la libertad de expresión y de prensa sean vigentes, y para que no haya mujeres ni hombres presos políticos. Eso significa este premio que me han podido otorgar. Más allá de la satisfacción que genera un premio de esta naturaleza, tengo que decir que es un compromiso más profundo todavía.

Usted ha ejercido el periodismo en medio de dos dictaduras. La primera la de Los Somozas y la segunda la de Los Ortega-Murillo ¿Qué semejanzas y diferencias encuentra dentro del ejercicio periodístico en estas dos dictaduras?

Las dos dictaduras han tratado de que no exista el periodismo independiente, unos de una forma y otros de otra forma, pero el fin ha sido el mismo. En el tiempo de Somoza existía el Código Negro que lo utilizaban para evitar precisamente el ejercicio profesional de periodistas independientes y de periositas críticos a esa dictadura. Si bien en la actualidad no hay Código Negro, sí hay una falta de acceso a la información pública, sí hay una acción deliberada de la dictadura Ortega-Murillo con esta Ley nueva de Ciberdelitos, sí hay una acción deliberada cuando nos han puesto un montón de epítetos con la intención de que no informemos lo que informamos. Quienes hacemos periodismo independiente no estamos retransmitiendo discursos, sino que estamos contándole a la ciudadanía los hechos que están pasando, y también recibimos la opinión ciudadana junto con sus análisis sobre lo que ocurre.

¿Qué significó para usted irse al exilio a estas alturas de su vida?

Es difícil porque me exilié, más bien, me volví clandestina para poder luchar contra Somoza y ahora tuve que ocupar la clandestinidad para huir de esta dictadura Ortega-Murillo, para poder vivir. Es difícil el exilio. Lamentablemente no solo nos afecta económicamente, ni el lugar que ocupamos en la sociedad porque seguimos haciendo periodismo, el cual ha sido el compromiso de vida de quienes hemos aceptado hacer periodismo ético, sino que también hay un impacto emocional muy fuerte ¿Por qué? Porque dejamos familia donde vivíamos.

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Por ejemplo, en mi caso no había adoptado nunca por irme del país y me vi obligada por la represión de esta dictadura a tener que salir. Me vi obligada a hechos represivos de la dictadura que hasta llegó a quitarme la casa donde yo vivía desde hace 36 años. 

El periodismo en Nicaragua ha sido un espacio tradicionalmente masculino. Dentro de su trayectoria como periodista feminista ¿Qué cambios ha visto dentro de esta profesión para las mujeres en el país?

La mirada masculina ha estado imperando, pero en la práctica he conocido muchas periodistas muy buenas, merecedoras de este premio que tengo yo hoy y de otros premios. Hay periodistas muy comprometidas, lo que pasa es que la mirada masculina que ha imperado y que sigue imperando en el país, las ha invisibilizado.

Sin embargo, a partir de abril de 2018, las periodistas nicaragüenses mostraron en la calle, en su libretas, con sus lapiceros y con sus ordenadores, que tienen mucho valor y que están comprometidas con los derechos humanos de la población de Nicaragua. Hay muchas y muy buenas periodistas, no solo en Managua. Eso es importante decirlo. Hay muchas y buenas periodistas en varios territorios de Nicaragua.

Diversos informes han mostrado que han aumentado los ataques contra las mujeres periodistas por parte del Estado y personas afines a la dictadura ¿Qué violencias específicas viven las periodistas dentro de este contexto y dentro de esta profesión por el factor de género?

Una cosa que algunos colegas no les gusta hablar tiene que ver con el acoso y el abuso sexual. Esto es un problema que viven las periodistas lamentablemente, tanto en las propias redacciones como de parte de fuentes muchas veces, de gente que las llegan a buscar para una entrevista y termina acosándolas sexualmente. Es una situación que viven muy pocos los periodistas y sí es una situación que es bastante reiterada en las periodistas. No se quiere reconocer y algunos colegas no lo quieren aceptar, pero lamentablemente el acoso y el abuso sexual es una realidad.

¿Por qué es necesario seguir realizando un periodismo con perspectiva de género en Nicaragua?

Porque hay muchas periodistas en el gremio y hay muy buenas periodistas. Me parece que es un tema de justicia social que las periodistas sean las que conduzcan medios de comunicación y tengan el reconocimiento de la sociedad.

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También me parece importante que la sociedad reconozca que no solo es mostrar en términos de género, sino que habemos mujeres y hombres, y que históricamente nos han asignado distintos roles. El patriarcado nos ha mandado a hacer cosas diferentes, pero que hay tanta capacidad tanto en hombres como en mujeres periodistas. Creo que hacer visible esa situación y hacer visible los derechos de las mujeres es una obligación que nos toca a las mujeres periodistas y también a los hombres periodistas, que les debería de interesar.

¿Por qué cree que hay tanta saña del régimen contra las organizaciones de mujeres? 

Porque han sido las organizaciones de mujeres las que han dicho claro y pelado como decimos en Nicaragua, los problemas que están pasando. Desde la década de los ochenta, se le dijo al poder en ese momento el tema de la violencia, y Daniel Ortega lo que dijo es que  las mujeres habían nacido para reponer a los caídos en la guerra de ese año.

De alguna manera, esa ha sido la forma de ver la realidad que vivimos las mujeres en Nicaragua. No les gusta que hablemos del derecho a decidir de las mujeres, no les gusta por cuanto eso implica la libertad. En distintos momentos de la historia, las mujeres feministas hemos nombrado los problemas reales que atraviesa Nicaragua.

Nosotras desde hace como diez años hablamos de que estaba naciendo una nueva dictadura en Nicaragua y ahí la tenemos, en todo su esplendor lamentablemente, causando asesinatos, violaciones, crímenes de lesa humanidad, desapariciones y asesinatos. Esa es la dictadura actualmente.

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