La partera colombiana Francisca Eulalia Córdoba Camacho, más conocida como Pacha Pasmo, que acumula casi 40 años de experiencia asistiendo partos, es un testimonio viviente de la importancia y vital contribución de la práctica ancestral de la partería, recientemente reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Las parteras son muy importantes en los territorios porque en nuestra geografía para llegar de la zona rural al casco urbano hay comunidades que tardan hasta cinco o seis horas y si hay parteras bien cualificadas en los territorios pueden salvar la vida del bebé y de la madre”, asegura a EFE, la partera tradicional Pacha Pasmo, representante de Rediparistmina.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en su decisión del 6 de diciembre, reconoció la propuesta conjunta de Colombia, Alemania, Chipre, Eslovenia, Kirguistán, Luxemburgo, Nigeria y Togo, declarando la partería como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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Esta práctica de asistir partos, que en Colombia tiene sus raíces en las tradiciones ancestrales de las comunidades indígenas y afrodescendientes, ha sido parte integral de la cultura y la vida de muchas poblaciones y ha permitido salvaguardar la vida de las embarazadas y los bebés, defiende Pasmo.

La importancia de la partería tradicional

Del total de los 573,090 nacimientos que tuvieron lugar en Colombia en 2022, 5,510 fueron atendidos por parteras o parteros tradicionales, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Los departamentos donde más se recurre a esta práctica ancestral son Cauca, Chocó, Risaralda, La Guarjira y Meta.

A sus 60 años, Pasmo ha acompañado más de 8,000 partos en la remota localidad de Istmina, en el Chocó colombiano, desde que decidió seguir los pasos de su abuela: “Desde muy pequeña me incliné por la partería, mi abuela era partera y siempre me llevaba a los partos”.

“Nosotras las parteras atendemos a las parturientas antes, durante y después del parto. Por ejemplo, cuando una mujer va a tener su bebe, viene con las contracciones y nos dice que quiere tener el niño con partera y desde ese momento nos preparamos para recibirle el parto”, explica.

E incide en que muchas veces su labor es dar consejos e informar a las mujeres embarazadas sobre su estado, posibles afecciones o, simplemente, escuchar sus preocupaciones.

El parto suele tener lugar en las casas de las mujeres que van a dar a luz o en “el nicho”, una casa destinada a atender partos que no es un hospital, cuenta. Y reconoce que “el espacio tienen que ser un lugar limpio, con buena iluminación y sabanas limpias”

Cuando el bebé nace de manera natural, se seca, se pesa, se talla e inmediatamente “se le pone a la mamá” para mantener el vínculo, cuenta.

Colaboración entre la partería y el sistema de salud

Sin embargo y a pesar de suplir las falta de atención médica en muchos territorios, las parteras a menudo enfrentan un gran estigma por parte del sistema médico convencional. Actualmente, aunque las y los parteros tradicionales se reconocen como apoyo al sistema de salud en Colombia, no son parte de él.

Para la chocuana, la declaración de la Unesco abre nuevas puertas para la colaboración entre parteras y profesionales de la salud, mejorando así la atención a las parturientas.

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“Les tocará tenernos en cuenta en algunos procesos en los que estemos atendiendo un parto y nos toque llevar a una paridora al hospital, para que al menos no nos cierren las puertas como antes”, señala.

Ya en el año 2022 la Corte Constitucional hizo un llamado al Ministerio de Salud para integrar a las parteras tradicionales en el sistema de seguridad social. Y en 2021 se reconoció la partería tradicional afro del Pacífico colombiano como un oficio ancestral y se adoptaron medidas para su salvaguarda, transmisión y protección.

Además, desde 2017 las parteras también pueden expedir la certificación de nacimiento para el registro civil, lo que posibilitó la visibilización de este rol.

EFE
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