En el día deben soportar el fuerte sol y por las noches la intensa lluvia. Además de las variaciones climáticas, los nicaragüenses que se encuentran en la frontera de Peñas Blancas, sin que el régimen les permita ingresar a su país, están aguantando hambre y sed.
“Dormimos en el concreto hidráulico del lado nicaragüense, en el día es caliente por la temperatura del sol, en la noche lluvia o brisa, entonces nos mojamos; tenemos cinco días de no bañarnos, de no dormir bien, dormimos en el piso, uno encima de otro, con nuestras maletas”, describió a La Lupa, Alfonso González, de 30 años.
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González se encuentra con el grupo de nicaragüenses que desde hace aproximadamente cinco días se encuentran en la frontera con Costa Rica.
El grupo que se encuentra varado es grande y las limitaciones incluyen visitar un solo baño para hacer sus necesidades fisiológicas. “Estamos en el mero vértice del puesto fronterizo, en la mera guardarraya, pero al lado nicaragüense, los ticos están en su territorio”, insistió.
Historia se repite
La historia es igual a la que han vivido otros conciudadanos que estaban varados en Guatemala y Panamá, donde todavía hay 351 personas esperando la autorización del régimen para volver a su patria.
La única diferencia es que a este grupo el régimen les envió a los miembros de la Dirección de Auxilio Judicial de la Policía Nacional para cerrarles el paso a Nicaragua con quienes protagonizaron un altercado la tarde del miércoles.
“Hubo forcejeo con los policías antimotines, ellos dicen, y los de Migración, que por ellos no hay ningún problema y que nos podemos ir, pero el problema es con el Minsa, que dice que ellos no tienen la prueba del COVID y le exijamos a Costa Rica que nos haga la prueba”, señaló González.
Sin empleo
Hace cinco años, González tomó la decisión de salir de Nicaragua en busca de empleo. Durante todo este tiempo estuvo en Costa Rica, trabajando y enviando remesas a su familia, pero en el contexto del COVID-19 perdió el empleo y se vio obligado a regresar a su país.
“Me fui con el objetivo de superarme y obtener mejores condiciones para la familia, al quedarme sin empleo, no podía pagar apartamento, agua y luz, tuve que decidir de venirme para Nicaragua, pero no contaba que en el puesto fronterizo íbamos a ser rechazados”, argumentó el nicaragüense.
Los días pasan
La vocera del régimen, Rosario Murillo en ninguna de sus alocuciones ha hecho mención a la situación que están atravesando los conciudadanos y mientras los días pasan su desesperación aumenta, pues seguirán a la intemperie en espera de que se les permita la entrada.
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“La Policía de Nicaragua no nos pasa agua, nosotros tenemos que comprar con el poco dinero que andamos, la comida está muy cara, a veces hacemos un tiempo de comida para ahorrar y pagar el pasaje, si logramos pasar”, agregó.
La noche del miércoles, medios costarricenses, difundieron imágenes donde se observa los policías ticos distribuyendo agua a los nicaragüenses.
Mientras tanto, Murillo sostiene que los connacionales de diferentes partes están retornando coordinadamente y se está haciendo “una revisión rigurosa para descartar fiebre o síntomas relacionados al COVID-19”.
“Muchos compañeros preguntaron cuánto valía la prueba, pero dijeron que Nicaragua no tenía para hacer esa prueba del COVID-19”, dijo.
CPDH en el lugar
Un grupo de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), encabezado por el secretario ejecutivo, Marcos Carmona, visitó el lugar la tarde de este jueves para conocer la situación, pero no se le permitió la libre movilización por el lugar.
Un dispositivo policial que se mantiene en el límite con Costa Rica se los impidió, tampoco logró conocer una versión oficial por parte de las autoridades de migración nicaragüense.
Los días pasan y sin saber cuándo recibirán una respuesta por parte del régimen, los nicas han decido bloquear la circulación de los vehículos que van de Nicaragua a Costa Rica y viceversa.
“Es caótico, es frustrante no poder llegar a nuestra casa, estar aquí bajo el sol, no poderse bañar, cambiar, no dormir bien, es cansado y la plata se agota”, puntualiza González, mientras se prepara para dormir nuevamente a la intemperie esta noche.