Al cumplirse 61 años de la masacre del 23 de julio de 1959, en que la Guardia Nacional asesinó a cuatro estudiantes e hirió a más de sesenta mientras protestaban en la ciudad de León, sobrevivientes de esa generación afirman que apoyan la “rebelión cívica iniciada en abril de 2018”.

La generación del 23 de julio emitió un comunicado en el que plantean que los jóvenes de abril, como una “gran paradoja” se enfrentan a la dictadura de la familia Ortega y Murillo, que le sucedió a la de Somoza.

Una diferencia que marca a ambas generaciones es que los jóvenes de abril desde el 2018 viven una “represión desmesurada”, que obligó al exilio a miles de nicaragüenses y mantiene ilegalmente en la cárcel a decenas de jóvenes.

“La rebelión cívica iniciada en abril de 2018, encabezada por una juventud valiente, decidida y plena de ideales patrióticos, demostró que la llama del 23 de julio de 1959 nunca se apagó, aunque esta vez, la cuota de jóvenes indefensos sacrificados multiplicó por 100 la de aquel entonces, con una carga mayor de heridos, prisioneros políticos y perseguidos”, dice parte del pronunciamiento emitido.

Entre los firmantes del pronunciamiento está el escritor Sergio Ramírez Mercado; la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, Vilma Núñez de Escorcia y Carlos Tünnermann Bernheim, sobreviviente de la masacre en León y actual coordinador de la Alianza Cívica por la Justica y la Democracia (ACJD).

Además firman el catedrático Alejandro Serrano Caldera, Irela Prado Hernández, Luis Rocha Urtecho, Leticia Saavedra, Joaquín Solís Piura, Arnoldo Toruño Toruño, Ricardo Zambrana Díaz, Humberto Lacayo Dubón y  Julio López Miranda.

Historia se repite

La “Rebelión de Abril” dejó al menos a 328 personas fallecidas, según cifras de organismos de derechos humanos, más de 2 mil personas heridas, más de 700 presos políticos y más de 100 mil nicaragüenses exiliados.

Debido a esa magnitud de la represión, los sobrevivientes de la generación del 23 de julio consideran que “la historia de Nicaragua sigue repitiéndose”.

“Ha continuado la entronización en el poder de una sola persona y su familia; las violaciones flagrantes a la Constitución Política, la sujeción de los poderes públicos a la voluntad de esa familia; los fraudes electorales, los pactos para repartirse cuotas de poder y de curules, y los actos de corrupción”, señalan.

Hace 61 años, el 23 de julio de 1959, Nicaragua protagonizó uno de los “actos más cobardes” cuando la dictadura somocista envió a la Guardia Nacional a disparar contra una manifestación de estudiantes que recorrían las calles de León.

De esa acción de la familia de Somoza cuatro estudiantes -Erick Ramírez, Mauricio Martínez, José Rubí y Sergio Saldaña- fueron asesinados, y más de 60 quedarían heridos.

Los reclamos, después de 61, siguen siendo los mismos “libertad y democracia»

“Nicaragua ha vivido momentos de lucha y esperanza por establecer esos valores de libertad y democracia, a costa de muchísimas vidas, sobre todo, vida de jóvenes, pasando por una revolución que intensificó como nunca esas esperanzas, que también significaban enterrar para siempre todo régimen despótico y dinástico cimentado en el fanatismo y en la corrupción”, afirman.

Un atropello más

Los miembros de la generación de 23 de julio sostienen que en la actualidad el régimen de Ortega y Murillo ejecuta otro atropello en el contexto de la pandemia por COVID-19.

“Ha desoído de manera inhumana todas las voces científicas que han llamado a la prevención del contagio, y más bien lo han promovido, con las consecuencias catastróficas que estamos viendo, y que han significado la muerte de miles de personas, incluyendo -por no recibir la protección debida- las de un crecido número de miembros del personal médico y otros trabajadores de hospitales y centros de salud”, señalaron.

Bajo todas esas  circunstancias que viven los nicaragüenses reafirmaron su compromiso de respaldar “todas las acciones que sean necesarias para formar un solo frente común y plural de lucha” para conseguir libertad y democracia.

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