Lo siento Selección de Fútbol, no puedo alzar mi voz por ustedes, luego de meses de represión sistemática, en la que cientos de nicaragüenses han resultado muertos. No puedo pretender que todo está normal e ir al estadio y empuñar mi pluma para escribir de una derrota anunciada ante Haití. Lo siento selección, no puedo defenderte, cuando no hay argumentos para hacerlo.
Lo siento selección, pero no puedo escudarte, cuando ni siquiera has tenido el respeto de pedir un minuto de silencio por sus compatriotas asesinados en estos meses. Son escasos tres jugadores que lamentan la situación del país, y es irónico que uno de ellos sea nacionalizado y se digne a decir lo que siente. Una actitud que se espera, por lo menos del capitán.
¡Oh Capitán, mi Capitán! Te has escondido en el silencio. El iluminado se ha apagado tanto en la cancha como fuera de ella. ¿Y cómo reclamarte? Dirán los dobles moralistas, que el deporte no se debería mezclar con la política. En varias ocasiones el técnico Henry Duarte, lo dijo en conferencia, está muy “agradecido” ya que ha recurrido en varias ocasiones a solicitar el “apoyo” de su amigo Fidel Moreno, a quien acusan internacionalmente de ser el que orquesta la banda de paramilitares en el país.
El mismo Fidel Moreno, propietario del Real Estelí FC, y quien realmente está detrás de la manutención de la famosa Liga Primera. Sin embargo, aún los ingenuos bañados de patriotismo falso, dicen que el deporte no se debe mezclar con la política, cuando el mismo secretario de la Federación Nicaragüense de Fútbol (Fenifut) José María Bermúdez no esconde su orgullo partidario y amistad con el sancionado secretario de la Alcaldía de Managua.
¿De dónde viene la hipocresía? De esos que se les infla el pecho y gritan “No te voy a abandonar mi Selección”, pero que son indiferentes a la realidad del país, de esos que lloran y lamentan la derrota ante Haití, pero que no lamentan los asesinatos a mando de la política represora del orteguismo. Esos mismos que ahora, defienden a capa y espada al equipo, pero no tienen el mismo valor de defender a ese grupo de personas que luchan para que al final tengamos un país libre en la que se pueda ir al estadio sin temores.
Dónde está ese nacionalismo falso, de los que se llenan la boca y hablan que se debería disfrutar de un partido de fútbol, mientras los jóvenes eran torturados, presos en el Chipote y La Modelo, jóvenes que les gusta el fútbol y que también gambetean la pelota, pero que se les privó ir al estadio por jugar el partido más importante, la libertad de un país.
¿Se perdió ante Haití? Qué más da perder un juego que nunca será más importante que la cruda realidad que se vive en Nicaragua, un país que ha perdido a más de 500 personas en estos meses y donde cientos siguen desaparecidos y otros que siguen presos o asediados. La pelota no debería ser manchada por el engramado que se desplaza, ni la bandera Azul y Blanco que se alza en el estadio. La Selección de Fútbol es el reflejo de lo que se vive, un país agobiado y desgobernado por la tiranía.