Con un pañuelo verde y una causa justa, Marta Alanis de 74 años, ha liderado uno de los movimientos de mujeres más poderosos de Latinoamérica: el movimiento por el aborto legal, seguro y gratuito.

Católica y feminista, fundó la organizaciones regional Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) hace 28 años, creó junto con otras mujeres el reconocido pañuelo verde que representa la lucha por la legalización del aborto y es una de las mayores referentes que visibiliza los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

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Por su militancia social y política en la que exigía democracia y libertad para su país, Argentina, fue perseguida por la dictadura del militar Jorge Rafae Videla y se exilió en Nicaragua en la década del 70, donde se encontró con un amplio movimiento de mujeres nicaragüenses que luchaban en plena revolución.

Tras su retorno a Argentina, creó CDD en 1993 y fue una de las principales impulsoras de la legalización de la interrupción del embarazo hasta que se consiguió en el año 2020. Actualmente es parte del Consejo Asesor del Programa de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud de su país.

En entrevista con La Lupa, Alanis cuenta que entre los principales obstáculos para la legalización del aborto están los fundamentalismos religiosos, que han tenido un importante avance en Latinoamérica y ha tenido como consecuencia el retroceso de los sexuales y reproductivos de las mujeres.

El autoritarismo es otra de las razones que impiden el avance de los derechos como en el caso de Centroamérica y en particular de Nicaragua. Ante esto, la defensora propone “crear feminismos subterráneos” que salgan a la luz cuando tengan la suficiente fuerza para hacer temblar a los autoritaristas.

Alanis recuerda que hasta hace unas décadas, Nicaragua permitía el aborto terapeútico y era uno de los países con una de las demandas más fuertes por la despenalización total. Sin embargo, con la llegada del régimen Ortega-Murillo al poder, la persecución contra feministas y defensoras de derechos humanos ha hecho imposible continuar la demanda.

“Si no se puede construir feminismos en las plazas, hay que construirlos con más sigilo”, señala. Su próxima cita es este 28 de septiembre para salir a las calles, en el Día de Acción Global por el acceso al aborto legal y seguro. Y aunque en Nicaragua la dictadura mantiene prohibidas las manifestaciones, la defensora asegura que las mujeres del país no están solas.

“No hay que parar de pelear por los derechos”

¿Qué son los fundamentalismos religiosos?

Son aquellas posturas religiosas que llegan a un extremo y que se tratan de imponer a otras personas. Estas posturas fundamentalistas las vemos principalmente en la región con las religiones monoteístas. Y uno de sus principales objetivos es controlar la vida y los cuerpos de las mujeres.

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El fundamentalismo tiene una posición conservadora en todos los aspectos. Últimamente vemos como todos los fundamentalismos se entrelazan y se parecen mucho, porque hay un fundamentalismo de mercado que cree que el mercado es lo más importante y no quiere que el Estado intervenga en cuestiones de derechos humanos. Esto hace que las desigualdades de clase se agudicen mucho más. 

Los grupos fundamentalistas son aquellos que apuntan por un poder político y religioso concentrado en todo sentido, para así dominar a las mujeres de los sectores más pobres de toda la sociedad.

¿Cómo los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se ven afectados por estos fundamentalismos?

Uno de los propósitos de los fundamentalistas es la prohibición del aborto y lo han conseguido en varios países. Por ejemplo, habían varios países que tenían aborto terapéutico legal y lo penalización como en el caso de Nicaragua. Eso es una muestra clara del avance de los fundamentalistas.

En Argentina nunca tuvimos fundamentalismos tan extremas, pero sí tuvimos grupos conservadores y antiderechos que no eran nada buenos para los derechos de las mujeres, pero también tuvimos un movimiento feminista muy fuerte.

A veces parece inalcanzable despenalizar el aborto y no siempre se logra que haya un gobierno progresista  que acompañe al movimiento feminista, pero nosotras lo tuvimos y logramos alcanzar la interrupción legal del embarazo. 

Sin embargo, las mujeres al día de hoy tenemos que continuar peleando por nuestra autonomía reproductiva y para eso debemos de tener participación política para no dejar a estos grupos llegar al poder y en el caso que ganen, no dejarlos en paz en el poder. 

Para las mujeres de Nicaragua hacer esto puede ser un suicidio porque hay una prohibición extrema y han vivido situaciones muy violentas ejercidas por el Gobierno. Lo mismo ocurre en Honduras, Guatemala y otros países de la región.

En situaciones como estas hay que construir feminismos, pero esto no siempre significa salir con los pañuelos verdes y exponerse. También se pueden construir feminismos un poco más subterráneos hasta que tengan la fuerza necesaria para salir a la luz y esto lo digo como experiencia.

En Argentina tenemos el debate del derecho al aborto desde 1986, el cual inició con los Encuentros Nacionales de Mujeres que llegaron a tener más de 100 mil mujeres, y en donde se debatían todos los temas. Así que no es una cosa de la noche a la mañana.

Pero falta mucho por hacer para frenar los fundamentalismos. No se trata de solo conseguir el aborto, sino también incluir a las mujeres indígenas en los debtales, discutir sobre el extractivismo y expandir el feminismo en todos estos temas.

Nosotras conseguimos la ley que permite el aborto hasta hace poco y se está cumpliendo con ese derecho, pero ahora tenemos la amenaza de la derecha y no sabemos qué puede ocurrir. Ahorita mismo tenemos al hombre que más ataca a los derechos conquistados, Javier Milei. Es un tipo que tiene aspecto de loco, pero no es tan loco, actúa a un personaje. Él está contra del aborto, pero habla a favor de la venta de bebés y de órganos, cosas que son espeluznantes para cualquier humanismo. Promueve un neoliberalismo extremo, quiere que el mercado lo regule y niega totalmente al Estado.

Tenemos elecciones el 22 de octubre y nos vamos a dar si seguimos ampliando los derechos humanos o vamos a tener una situaciones de retroceso. Nosotras las feministas decimos ningún paso atrás. Este 28 de septiembre vamos a salir a calle como en las mejores épocas en que reclamábamos aborto, democracia y derechos laboalres. Debemos seguir defendiendo los derechos conquistados porque la mayorías más pobres están en riesgo.

Actualmente está en riesgo la democracia en Argentina con estos personajes de derecha que son fundamentalistas. Si las mujeres no salimos a las calles, va a ser difícil para nosotras mantener nuestra autonomía corporal.

Usted mencionaba construir un feminismo subterráneo ¿Cómo se construyen? 

Si no se puede construir feminismos en las plazas, hay que construirlos con más sigilo hasta que estén lo suficientemente fuertes para salir a la calle y que asusten a los políticos por su masividad y su creatividad. Nuestro movimiento ha sido un movimiento pacífico y hemos tenido unas provocaciones a las que no hemos respondido.

Teniendo en cuenta el autoritarismo de nuestra región, el contexto lo exige. El Gobierno de Ortega sacó a feministas del país, las montaron en un avión y las atacaron en las protestas, donde murieron personas. Nadie quiere que eso pase de nuevo. En algún momento se podrá salir nuevamente a las calles.

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Hace unos años en el sur de Argentina cuando nos perseguía por luchas como el aborto, un grupo de mujeres llamadas Las Socorristas empezaron a trabajar sigilosamente. Ellas ponían información en internet de manera anónima sobre cómo conseguir misoprostol para las mujeres que necesitaban un aborto, planteaban el aborto en eventos públicos y convocados por los mismos gobiernos.

Todo esto que hicieron fue generando una despenalización social. Por un lado fue imprudente y por otro lado sabían que el miedo no es el mejor amigo. La imprudencia puede ser una estrategia momentánea. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en Centroamérica.

Las veces que viajé a Nicaragua noté que en las radios están las iglesias fundamentalistas hablando y la gente está siempre escuchando eso ¿Cuál es la estrategia para desarmar esos discursos fundamentalistas? Yo apuesto por más feminismos y ciertos cuidados hasta que las feministas puedan volver a salir a las calles, ya que este señor (Daniel Ortega) se cree dueño de los cuerpos de las mujeres.

Conseguir la legalización del aborto no asegura que este derecho se mantenga ¿Cómo conservar esos derechos?

Nada está seguro. En Argentina tenemos ley de divorcio desde hace cuarenta años, también tenemos derechos laborales excelentes, matrimonio igualitario, la interrupción del embarazo de manera voluntaria y por causales con mayor plazo de tiempo, educación sexual integral, identidad de género para personas trans y no binarios y todos esos derechos están en riesgo.

La gente que quiere tomar el poder está hablando de despedir a la gente sin pagar indemnización, desmantelar el estado, revertir leyes y un montón de cosas horribles. No sabemos si las van a cumplir, pero ahorita los derechos humanos están en riesgo y podemos perderlos si no salimos a pelearlos.

Los derechos conquistados tienen una precariedad hasta que se afirman a largo plazo, así que hay pelearlos a largo plazo. No hay que dejar de luchar, hay que exponerse lo menos posible, pero también correr algunos riesgos porque sino las cosas no cambian.

Debemos construir el poder entre mujeres, el hablar, expresarse, manifestarse y hacer que sean muchas las que se muevan. Si salen diez a movilizarse, les van a pegar a las diez, pero si salen miles, no lo sé, lo dejo a la duda.

Me gustaría que las cosas cambien en Nicaragua y más que un deseo mío es el deseo de las mujeres en toda la región. Queremos un cambio en Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Ecuador. Y les dejo saber que no están solas.

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