Discriminación, precariedad laboral, racismo y violencia de género son algunas de las realidades que enfrentan las mujeres migrantes al llegar a España.

Lo revelan datos del Movimiento de Mujeres Migrantes de Extremadura, una organización que promueve y defiende los derechos de las migrantes que, solo en 2024, acompañó a 133 mujeres migrantes y refugiadas víctimas de distintas formas de violencia.

Desde 2023, el Movimiento de Mujeres Migrantes de Extremadura ejecuta el Plan de Atención Integral a Mujeres Migrantes Víctimas de Violencia de Género «Nos queremos libres e independientes» —financiado por los fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género—, para abordar una de las violencias que más afectan la vida de las mujeres. 

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“Brindamos una atención integral que inicia con una entrevista a profundidad que, nos permite comprender la situación familiar, económica, administrativa y social para activar las atenciones necesarias, sí y solo sí las mujeres deciden ser atendidas”, explica Tania Irías, coordinadora de la sede del Movimiento de Mujeres Migrantes de Extremadura. 

Es así que, se han detectado la prevalencia de casos en un 30% de mujeres que han llegado a España huyendo de la violencia, pero que en territorio español, muchas de estas mujeres establecen nuevas relaciones donde son víctimas, otra vez, hasta sumar un 70% de reincidencia entre las atendidas.

“Los agresores pueden ser las parejas con las que han viajado desde su país de origen, parejas que se han reagrupado o bien parejas de nuevas relaciones establecidas en el país de acogida”, explicó la organización en una nota de prensa

La atención permite visibilizar las múltiples violencias que enfrentan las mujeres migrantes como psicológica, económica, física, sexual, vicaria y trata y/o explotación sexual.  

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“Esta atención puede extenderse a sus hijas e hijos, para quienes tenemos otros servicios como acompañamiento emocional, reforzamiento escolar, campamento de verano, actividades lúdicas y talleres de sensibilización. Somos la única organización de, por y para mujeres migrantes en Extremadura, y la única que cuenta con un plan de atención integral para mujeres migrantes y sus infancias”, explicó Irías. 

Las mujeres atendidas provienen de más de 12 países de América Latina, así como de Marruecos, Rumanía y Senegal, lo que refleja la diversidad de orígenes y experiencias que convergen en el territorio de Extremadura.  

“La organización brinda un acompañamiento integral a las mujeres víctimas de violencia, siempre hasta donde ellas estén dispuestas a llegar en términos legales, pero en términos sociales somos un grupo que sirve como red de apoyo y acompañamiento”, manifestó Irías.

El bulo de la denuncia falsa

Irías que, hace énfasis en el abordaje de la violencia desde un enfoque interseccional, decolonial y antirracista, desmiente el bulo que con frecuencia se utiliza para deslegitimar las denuncias de violencias de las mujeres migrantes y refugiadas al afirmar que “realizan denuncias falsas para obtener papeles”.

“Las denuncias falsas son excepcionales y no constituyen una práctica común entre las mujeres, y menos por las mujeres migrantes y refugiadas que son las que menos evidencian y denuncian las violencias recibidas debido a que enfrentan múltiples obstáculos que dificultan su acceso a la justicia y protección”, dice, a su vez que lo confirman los datos, pues en 2024 sólo 5 mujeres de las 133 atendidas han optado por denunciar la violencia de género.

Entre las razones se encuentran; las dificultades laborales y/o dependencia económica de la pareja; muchas mujeres migrantes y refugiadas trabajan en condiciones precarias, a menudo en la economía sumergida, sin contratos formales ni derechos laborales reconocidos que les impide incluso poder alquilar un piso o bien el “riesgo de que me quiten a mis hijos y terminen en un Centro de Menores” y hasta el de perder la estancia en el país, entre otros

También viven expllotación laboral

En el abordaje de la violencia de género, las técnicas del Movimiento de Mujeres Migrantes han detectado otras violencias como la explotación laboral que viven las mujeres que trabajan en el hogar y los cuidados.

“Es otra de las violencias más duras, porque muchas están silenciadas por la necesidad de conservar sus puestos de trabajo”, explica Irías y agrega: «la necesidad de conservar sus puestos de trabajo, la necesidad de contar con dinero y proveer, aquí y en sus países, por eso las mujeres se someten a largas jornadas laborales en condiciones inhumanas, o con un trato deshumanizante», añadió Irías. 

El desafío es reconocer y visibilizar estas realidades para desmontar estereotipos infundados y promover políticas públicas que aborden las necesidades específicas de las mujeres migrantes y refugiadas víctimas de violencia de género. 

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La Lupa Nicaragua