Las mujeres periodistas nicaragüenses no solo se enfrentan al contexto hostil de la represión estatal, sino también a campañas de difamación y descrédito contra su profesión caracterizadas por la burla y el sexismo, afirmó Guillermo Medrano, extrabajador de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro (FVBCh) durante la presentación del informe regional Situación de violencia contra mujeres periodistas de América Latina.

El informe que se presenta en el marco del 25 de noviembre, día internacional para erradicar la violencia contra las mujeres, refleja que la violencia que viven las periodistas nicaragüenses está marcada el sesgo machista, lo que está presente tanto en el ámbito estatal como dentro de los espacios de trabajo.

“En la actualidad las mujeres periodistas informan en un contexto adverso. La situación de la prensa en general es adversa, pero la situación de las mujeres es doblemente compleja, porque se presentan ante un riesgo por su seguridad emocional y física”, expresa Medrano.

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La violencia contra las mujeres periodistas se acrecentó a partir de la acusación del Ministerio Público contra la periodista y fundadora de FVBCh, Cristiana Chamorro, por supuesto lavado de dinero, que finalmente fue detenida arbitrariamente el 2 de junio de este año cuando expresó su intención de ser aspirante a candidata a la presidencia.

Asimismo, se inició una persecución contra los periodistas vinculados a la FVBCh, ya que la Fiscalía citó a 59 periodistas, de las cuales 13 eran mujeres y dos entraron la institución en condición de entrevistas y salieron en condición de imputadas.

Campañas contra las mujeres

Según Medrano, en Nicaragua existe una campaña de difamación permanente de diferentes espacios del espectro público que transgrede directamente el derecho a la reputación y honra de las mujeres periodistas. Duchas campañas tienen como consecuencia una serie de amenazas contra su integridad por ejercer su labor.

Mientras que en el caso de los hombres las amenazas de muerte son personales, en el caso de las mujeres las incluye a ellas y a su espacio íntimo como su familia y sus hijos, siendo principalmente los ataques en redes sociales. “Por ejemplo a las mujeres les dicen «conocemos a tus hijos, sabemos donde estudian tus niños» y le ponen fotos de ellos o postean fotos personales de descrédito”, explica el periodista.

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Asimismo, se tienen que enfrentar a procesos de judicialización por fanáticos del partido de Gobierno bajo los supuestos delitos de injurias y calumnias.

Además, añade que son sometidas a un lenguaje estigmatizante por parte de los funcionarios estatales, que viene desde la Presidencia y se extiende a todas las instancias públicas, ante esas acciones de discursos sexistas y burlescos algunas periodistas han abonando la profesión.

“Una colega que trabaja en La Prensa que por 12 años cubrió la Corte Suprema de Justicia (CSJ), se vio obligada de retirarse del gremio periodístico porque en la CSJ y en todas las dependencias le fueron cerradas las puertas simplemente porque las mujeres hacen las preguntas incómodas y las preguntas que cuestionan el poder, y fue desterrada de todas las instancias del Poder Judicial”, expuso.

“Y cuando la periodista buscó al jefe de prensa de la CSJ, este le contestó con un lenguaje sexista cuando los agentes de seguridad la seguían por todas las instalaciones del complejo judicial, le dijo «tal vez son enamorados tuyos, por eso te siguen»”.

Por otra parte, las mujeres son las que tienen más dificultades en la movilización de las coberturas periodistas debido a la falta de recursos, y son constantemente acosadas sexualmente por los hombres que se encuentran en los eventos a cubrir.

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Pandemia profundizó el machismo en los medios de comunicación

Otro dato importante que destaca Medrano es que los abusos en los diarios y en los medios de comunicación aumentan por parte de los directores o dueños de medios, abusos tales como las agresiones verbales hasta obligar a las periodistas a realizar mayores tiempo en las coberturas periodísticas que van desde fines de semana completos, o 22 y 36 horas de trabajo seguido, “supuestamente para mitigar los riesgos de la pandemia”.

Esto afectó principalmente a las madres de familia que tenían hijos a los que amamantar o personas dependientes de las que tenían que cuidar, así que muchas de las periodistas se retiraron de sus espacios de trabajo ante la imposibilidad de cumplir con el horario.

“Algunos directores y dueños de medios de comunicación dijeron que para conservar la plaza eran mejor los hombres porque ellos tenían mayor disponibilidad y mayor voluntad para hacer turnos largos que el tiempo y el contexto lo amerita”, expone el informe.

Otra situación persistente es la existencia de brechas salariales entre hombres y mujeres, que estando las mujeres en el mismo puesto ganan menos que sus compañeros menores, o no reciben promociones y ascensos como ellos.

No obstante, Medrano asegura que el trabajo de las mujeres periodistas en durante este contexto es ejemplar y admirable. “Las mujeres periodistas de Nicaragua informan con responsabilidad pese a las amenazas, agresiones y a las desavenencias en los entornos de trabajo que muchas veces son hostiles”, señala.

Latinoamérica territorio hostil para las periodistas

De acuerdo a la clasificación de Reporteros Sin Fronteras, los países de América Latina son focos rojos para la libertad de expresión, ya que periodistas y personas que trabajan en medios de comunicación deben enfrentarse a un ambiente hostil y peligroso, debido a las violencias que se materializan en actos que van desde el hostigamiento, la intimidación, las amenazas, el descrédito de la labor, los bloqueos informativos, las limitaciones en movilicación, la retención migratoria, entre otras, indica Lucía Lagunes, periodista mexicana.

Entre los «depredadores de prensa» de Latinoamérica, principales responsables de la persecusión a periodistas, señala al dictador Daniel Ortega; a Nicolás Maduro; presidente de Venezuela, Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba; y Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. Advirtió que Nayib Bukele, presidente de El Salvador, probablemente se encuentre en la lista tras el cierre arbitrario de siete organizaciones feministas y de derechos humanos.

Este contexto afecta especialmente a las mujeres de la prensa comunitarias de México, Guatemala, Brasil y Argentina, puesto que «no encajan con los estándares occidentales y colonialistas», así que se enfrentan a un sinnúmero de agresiones durante las coberturas.

Por su parte, la periodista argentina Miriam Bobadilla, apunta que a diferencia de los periodistas hombres, las mujeres son violentadas en sus propios espacios laborales, donde casi siempre están en puestos sin poder de decisión. Mientras que las periodistas con enfoque de género o derechos son violentadas cada vez que sus propios medios hacen coberturas machistas o visibilizan a las personas LGBTIQ+ en sus informes.

Rachel Moreno, periodista brasileña indica que también las periodistas que cubren política, economía o deportes, áreas consideras masculinas, están más expuestas a sufrir agresiones.

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