Para la panameña Sara Omi, convertirse en la primera abogada indígena del pueblo Emberá fue toda una carrera de obstáculos. Logró salir de la cerrada comunidad, conseguir becas para estudiar y, lo más difícil, enfrentarse a una sociedad patriarcal en la que ha llegado a tener miedo, pero que finalmente le ha hecho más fuerte.

En una de las decenas de avenidas que rodean la Expo City 2020 que acogió este año la Cumbre del Clima COP28, en Dubái, Omi apareció con accesorios tradicionales que caracterizan a su comunidad para seguir cambiando la mirada de que las mujeres indígenas ya no están solo para acompañar a los hombres.

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«Eso lo cambié y empecé a escalar en mi propio movimiento de jóvenes, a tener una voz muy fuerte y esa voz se fue convirtiendo, se fue fortaleciendo hasta convertirme en autoridad tradicional de mi territorio. Eso me ayudó a ser más fuerte, a ser más resistente también en mi comunidad», afirmó a EFE en el día dedicado a los pueblos indígenas de la cumbre climática.

Unión entre las mujeres

Su madre la tuvo siendo adolescente, y ya eso «es una primera barrera para las niñas y adolescentes» dentro de sus comunidades, «la de no tener acceso a cómo garantizar su propia seguridad como niña, como joven, adolescente y convertirse en mujer», aseveró en la ciudad de Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Omi acompañaba a su madre a las reuniones, donde no entendía lo que pasaba, pero se empapaba de los problemas que había en su comunidad: «Y se me metió en la cabeza que era necesario estudiar» y que había que salir de la comunidad para estudiar y luego, volver a su pueblo.

De la Ciudad de Panamá donde estudió volvió a su comunidad para convertirse en una autoridad: «Me convierto en la primera mujer abogada Emberá y no lo sabía y eso también es algo que da un mensaje» de que hay oportunidad para las mujeres y las niñas, de que las mujeres no están para acompañar a los hombres, para «servir o cargar algo».

Omi, que fue autoridad territorial del Congreso de Alto Bayano de Panamá y que preside ahora la plataforma de Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales de Mesoamérica, ve que dentro de su comunidad la «violencia contra las mujeres» se hace más visible cuando una mujer lidera un proceso.

La panameña Sara Omi se convirtió en la primera abogada indígena del pueblo Emberá. EFE/Isaac J. Martín

«Encontramos que, de mujer a mujer, ves confianza, que se pueden escuchar las problemáticas, pero frente a un hombre… un hombre siempre va a acusar a las mujeres de que son las culpables de la problemática», aseveró, y señaló que sí ha llegado a tener miedo dado que en «territorios débiles» la presión y la amenaza puede afectar a los líderes, sobre todo a las mujeres, que llevan una «campaña de denigración» contra ellas.

Lo llamó también «una persecución» contra ellas, pero instó a que haya más fuerza, más resistencia y se unan las voces y se eleven en todos los espacios para decir que ellas están presentes.

Cuando te dicen que no puedes opinar por ser mujer

Olivia Bisa es otra mujer indígena que ha pisado fuerte y que le ha costado 17 años ocupar un cargo histórico: presidenta del Gobierno territorial autónomo de la nación Chapra, situada en Perú y cerca de Ecuador. Pero ese camino tampoco ha sido ni sigue siendo fácil por ser mujer.

«Discusión y amenazas y extorsión, se podría decir por parte de las empresas extractivistas petroleras», son las que han llegado a su vida, indicó a EFE en una entrevista en Dubái.

«Eres mujer, tú no tienes derecho de estar acá hablando, tú no puedes opinar, tú no puedes decidir por lo que pueden decidir los hombres», replicó sobre lo que le han llegado a decir durante su trayectoria.

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Pero Bisa lo tiene claro: «Nosotros dijimos que somos seres humanos. Tanto el hombre y la mujer viven en esta tierra y más nosotros que trabajamos día y día para que la Madre Tierra rejuvenezca porque está sangrando, la están matando, la estamos matando con las acciones humanas».

De acuerdo al último informe de Global Witness, desde 2012 hasta 2022, en América Latina se documentó la muerte de 1,335 defensores medioambientalistas, lo que supone el 70% del total de las muertes en el mundo en ese periodo.

«Yo tengo cuatro denuncias, que me han hecho por el solo hecho de defender la Madre Naturaleza y sí, efectivamente hay discriminación, hay racismo, hay machismo cuando estás como mujer liderando», sentenció.

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