Una fotografía, publicada el 30 de mayo de 2019, en la que aparecían: José Pallais Arana, José Adán Aguerri, Michael Healy y Álvaro Vargas junto a Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Américanos (OEA) abrió en redes sociales un controversial debate sobre el aparente control de los empresarios del Cosep sobre la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.

Quienes cuestionaron la ausencia de grupos como Comité de Presos Políticos o las mismas Madres de Abril, que ese día conmemoraban, con una misa en Catedral de Managua, la masacre del 30 de mayo del 2018, fueron señalados de divisionistas, por aquellos que abogan por la ‘confianza’ en los miembros de la Mesa de Negociación, y el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep).

La Lupa conversó con tres jóvenes activistas sobre este fenómeno que cuestiona y ataca a las voces críticas, hasta el punto de apelar a repetir la obediencia de la militancia sandinista que solo recibe y ejecuta órdenes de sus Jefes Supremos, al igual que la Policía y el Ejército de Nicaragua.

El secuestro de la AC

El activista Yaser Morazán, tuiteó la foto, que Almagro publicó en su cuenta, cuestionando los «conceptos de participación, democracia, horizontalidad y unidad» y señalando el supuesto secuestro de la Alianza Cívica por parte del sector empresarial.Dos de los presentes en la fotografía son miembros de la mesa de negociones; José Pallais Arana y José Adán Aguerri.

«Desde mi punto de vista, claro está que los empresarios tiene que tener una voz y nosotros garantizar que ese derecho se cumpla, pero también esa voz no puede ser en detrimento de silenciar otras voces porque el problema no es que tengan voz los empresarios, el problema son las voces únicas, la falta de diversidad de ideas, estrategias, dinámica, estructuras, de forma de ver el mundo», explica Morazán.

Por su parte, la activista feminista, Yerling Aguilera, considera valida la crítica para lo que considera «ha sido prácticamente el secuestro que ha realizado la cúpula empresarial… al nombrarse de facto y de forma ilegítima como representante de lo que ha sido toda la insurrección. Me parece que ese espíritu habla de alguna forma del espíritu de abril porque cuando salimos a las calles salimos sin partidos, sin la empresa privada lo hicimos bajo un espíritu autoconvocado».

¿Quiénes nos representan?

Los miembros del Cosep han sido cuestionados, desde el surgimiento de la insurrección cívica en abril pasado, por haber mantenido durante 12 años una sociedad con la dictadura Ortega-Murillo, en la que obtuvieron beneficios y réditos económicos sobre los derechos del pueblo.

En este sentido Morazán, quien se encuentra exiliado junto a sus hermanos y su padre ha sido excarcelado después de varios meses en prisión, dice lamentar que un gran sector de la población manifieste sentirse representado por la cúpula empresarial.

«Yo particularmente lamento muchísimo que algunas personas se sientan más representadas por el sector empresarial que por los heridos, mutilados, torturados, secuestrados y asesinados de abril y los grupos que los representan», dice, mientras aprovecha para recordar: «que fue gracias a este sector social que tuvimos una insurrección popular no a los empresarios».

No se trata de divisionismo

Aunque el debate en cierto momento se torna ofensivo y poco abierto a nuevos planteamientos para Aguilera, es una oportunidad ante la necesidad de «rebatir esa narrativa del divisionismo porque prácticamente apunta a mantener el estatus quo y a delegar la voz del pueblo en un grupo de empresarios de saco y corbata».

«Es necesario preservar la critica como una herramienta emancipadora sobre todo para reivindicar a la ciudadanía como sujeto político y también como una herramienta para cuestionar todos esos relatos conformistas, para salir de nuestra propia incertidumbre, para construir una cultura política de cambio, pero también para apuntar a las dimensiones más estructurales que han dado lugar a esta dictadura», afirma.

En este sentido Morazán se muestra preocupado ante el discurso divisionista que asegura ni apunta a la unidad en la pluralidad. «Desde mi punto de vista la unidad tiene que ser incluyente, diversa, plural tanto en la Alianza Cívica como en la Mesa de Negociación… les recuerdo a los nicaragüenses que este modelo corporativo entre el sector privado y el gobierno es una de las principales razones que nos llevó a la realidad que hoy vivimos».

En busca de un mesías

Mientras el activista Luis Blandón, explica que el fenómeno es parte de una reproducción de la vieja cultura política de Nicaragua, en la cual no existe espacio para la crítica, en la que la ciudadanía espera un mesías que pueda rescatarlo de sus problemas.

«Es oportuno dejar de seguir buscando Caudillos y/o mesías. Todo lo que ha pasado en Nicaragua es producto del atasco de la población del irrespeto de los ORMU. La Alianza Cívica nada más su rol es llevar a la mesa de negociación la voluntad del pueblo y es momento que lo demuestren con acciones más contundentes», demandó. Necesitamos a personas con valores y que sea la voz de los nicaragüenses en la práctica. Es evidente la necesidad que pide la sociedad del relevo generacional, pero el problema no lo resuelve un presidente joven, los problemas son estructurales y es momento de ser coherentes entre el discurso y la práctica», puntualizó.

Perfil del autor
Maryorit Guevara

Periodista Feminista
Fundadora y directora de www.lalupa.press
Fundadora y presidenta del Movimiento de Mujeres Migrantes (España)
Fundadora y activista en @elblogdetumadre