El fenómeno migratorio en Centroamérica afecta particularmente a mujeres y niñas, las que en el trayecto al país de destino enfrentan violencia de género, discriminación y la vulnerabilidad ante situaciones de trata, secuestro y asesinato.

De acuerdo a un informe del ACNUR, en la Frontera Panamá-Colombia al menos una de cada cuatro mujeres migrantes, refugiadas o solicitantes de asilo ha experimentado maltrato o abusos en su travesía.

“Durante el viaje hubo un momento en el que estuvimos como hora y media secuestrados y por mi mente es algo que nunca se me va a quitar, saber que dependíamos pues de que se yo, de alguien más por cuestiones de dinero”,

Olinda, migrante retornada en Honduras.

Las denuncias a estas violencias no se presentan, según el Banco Mundial, porque las mujeres temen “sufrir abusos por parte de las autoridades, ser revictimizadas por el perpetrador” y porque no tienen información sobre “los servicios disponibles” durante su travesía migratoria.

“Dos de cada diez mujeres y niñas migrantes reportaron haber sido sobrevivientes de violencia de género (sexual, física y psicológica) mientras cruzaban la selva del Darién, una cifra que se considera ampliamente subestimada”, según el Banco Mundial.

¿Cuál es el perfil de las mujeres centroamericanas que migran?

Estela Aragón, oficial regional de investigación y datos para la Organización Internacional de las Migraciones (IOM), dio a conocer las características de las mujeres centroamericanas que migran, entre ellas que del flujo de tránsito que cruza por la región, el 41% son mujeres.

“De estas mujeres, la mayoría están entre los 26 y 35 años, la mayoría tienen estudios de educación secundaria y son provenientes de Venezuela”, detalló.

Para Aragón resulta relevante que el 75% de estas mujeres viajan en grupos familiares, es decir, “en su mayoría viajan con niños y niñas”.

El país de destino de la mayoría de las mujeres es Estados Unidos, por lo que en el tránsito suelen quedarse un tiempo prudente en países de tránsito para ahorrar recursos y continuar el viaje al país del norte.

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La experta menciona que en muchas ocasiones se quedan residiendo en México cuando no logran cruzar las fronteras, pero por lo general eligen pasar un tiempo en “en Panamá, en Costa Rica, incluso en Belice, pero suele ser por temporadas cortas, mientras juntan los recursos o porque algún niño se les enferma y no pueden continuar el viaje”.

Las mujeres y niñas en este tránsito de un país a otro suelen ser presa de riesgos, en particular, la violencia sexual.

“En la mayoría de los casos les requiere contratar servicios de personas traficantes, que sabemos que como parte del modus operandi de redes de tráfico existe violencia sexual sistematizada, que se enfoca en la población mujer migrante”, detalla.  

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La Lupa Nicaragua