Boleta electoral en Nicaragua: De 24 casillas al partido único de Daniel Ortega
De la participación de 24 partidos políticos a un proceso electoral con un partido único controlado por la dictadura.
De la participación de 24 partidos políticos a un proceso electoral con un partido único controlado por la dictadura.
En las elecciones generales de Nicaragua, la boleta más amplia se usó en 1996. Tenía 24 casillas. Después de 25 años, la papeleta electoral ha perdido 18 espacios, reducida a 6 opciones para votar por los candidatos presidenciales el próximo 7 de noviembre 2021. La diferencia es que esta vez Daniel Ortega, nuevamente candidato, ha eliminado a sus oponentes y controla todo el aparato electoral que no brinda ninguna garantía de un proceso electoral transparente.
“El único partido es el FSLN, todo los demás solo son remedos para fingir que hay pluralismo”, afirma la exdiputada Mónica Baltodano Marcenaro, al brindar declaraciones a La Lupa, y referirse a la participación de los partidos políticos en el actual proceso electoral.
“Solo son parte de la tramoya, del teatro que le permite fingir al FSLN que hay pluralismo, y que van a haber elecciones democráticas, pero eso es toda una farsa montada con apoyo de esas otras casillas que en la práctica no existen. No tienen base, no tienen fiscales, todo eso se lo van a poner una parte el Frente Sandinista para montar el teatro”, puntualiza.
La primera apertura en la votación se logró en las históricas elecciones de 1990, cuando la boleta contó con 10 casillas. La participación de las organizaciones políticas fue mayor en esa contienda, ya que la Unión Nacional Opositora (UNO) integró 14 partidos, cuando derrotó por primera vez a Daniel Ortega, y obtuvo el triunfo de doña Violeta Barrios de Chamorro.
La abogada Asunción Moreno, especialista en derecho constitucional, refiere que “en 1990 como resultados de los compromisos asumidos en los Acuerdos de Esquipulas”, se establece “la celebración de elecciones libres y transparentes, en las que participasen todos los partidos políticos como parte de la creación de condiciones para desarrollar un proceso de democratización y reconciliación nacional”.
Moreno menciona que fue necesario reformar la legislación electoral con el fin de crear “un abanico de garantías para la preparación, organización y movilización de los partidos políticos”. Se reformó la Constitución para adelantar las elecciones al 25 de febrero de 1990.
En 1996, cuando Nicaragua intentaba avanzar hacia un sistema democrático, la papeleta electoral aumentó 14 casillas, 24 en total.
“La reforma (constitucional) de 1995 apuesta por un sistema democrático básicamente pluralista y representativo, en el que también se insertan instituciones de la democracia para ejercer el poder político, como son el referéndum y plebiscito”, resalta Moreno.
Aunque el liberal Arnoldo Alemán llegó al poder después de ganar las elecciones con la boleta más amplia, antes de concluir su mandato, en el 2000, revirtió la apertura al pactar con Ortega, intentando establecer de facto un sistema bipartidista y excluyente.
En ese año, reforman la Constitución, y aprueban la Ley Electoral, ley 331. Como resultado del pacto Alemán-Ortega, en las elecciones presidenciales del 2001, se eliminaron 20 espacios en comparación con la contienda anterior de 1996. La participación de los partidos políticos se redujo a 3 casillas: Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Partido Conservador (PC).
Baltodano atribuye que las nuevas disposiciones con las reformas electorales y constitucionales, generó disminución en la participación de los partidos políticos, ya que se estableció que debían alcanzar el 4 por ciento de los votos, de lo contrario quedaban excluidos, y tenían que devolver el financiamiento que habían recibido para la campaña.
“Antes de las reformas, los partidos políticos recibían apoyo, de forma no sujeta a reembolso, en caso que no pudieran obtener ese porcentaje de votos”, precisa Baltodano.
La exlegisladora menciona que “la reforma del pacto”, también desapareció desde el 2000, la suscripción popular que existía para las candidaturas a nivel municipal, sin necesidad de pertenecer a un partido nacional.
“Eliminaba la posibilidad, que hubiese una fuerza construida por ciudadanos de reconocido prestigio en el municipio, que pudieran hacer competencia tanto al Partido Liberal como al FSLN”, recuerda Baltodano.
“El pacto le permitió a Ortega controlar todos los Poderes, y poner a la contraparte del pacto que es el Partido Liberal Constitucionalista, en completa desventaja hasta llevarlo prácticamente a su aniquilación. El PLC prácticamente ha desaparecido de la escena política como una segunda fuerza, lo que hay es una casilla controlada a partir de la subordinación de la dirigencia del PLC, una casilla subordinada y sujeta a los arbitrios del orteguismo”, analiza Baltodano.
Moreno coincide que después de consolidar un sistema bipartidista, que generó reformas a muchas leyes, repartición de cargos en el Consejo Supremo Electoral y a la Corte Suprema de Justicia, principalmente.
“La apuesta le salió mal a Alemán y lo perdió todo. A partir de entonces Ortega consolida y empieza a concentrar el poder político e institucional que hoy lo sostiene», explica.
En las elecciones nacionales del 2006, en comparación con el 2001, la boleta de votación solo aumentó una casilla, para un total de cinco partidos participantes: Movimiento Renovador Sandinista (MRS), Alianza Liberal Nicaraguense (ALN), Alternativa por el Cambio (AC), PLC y FSLN.
En el 2006 que Ortega regresa al poder, después de 3 derrotas electorales, fue la última participación del MRS, hoy Unión Democrática Renovadora (Unamos), como propietarios de una casilla en la boleta, dado que en el 2008 fue despojado de su personería jurídica. Se actuó “de forma inconstitucional”, afirma Baltodano.
“El MRS obtuvo más del 6 por ciento de los votos en las elecciones del 2006. Se cumplió el porcentaje, más cantidad de lo establecido. Estaba en regla, tenía su junta directiva, realizaba su congreso, sus actividades. La personería jurídica cancelada de facto, es solamente porque le crea competencia directamente al FSLN”, argumenta la exdiputada.
Baltodano deja al descubierto que “la estrategia que utilizó el FSLN, fue que existieran más partidos liberales, de derecha, pero no permitir por ningún motivo que hubiese fuerzas que le pudieran quitar voto o parte de su base electoral”.
En las elecciones nacionales del 2011 se mantuvo el número de casillas, cinco partidos ocuparon los espacios en la papeleta, igual número que en 2006. Aunque hubo cambios, aparece Alianza por la República (APRE), el Partido Liberal Independiente (PLI) y la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN).
En las elecciones del 2016 apenas sumó un lugar en la boleta de votación, a seis casillas: ALN, APRE, PLI, y PC, además del PLC y el FSLN.
En el proceso de las elecciones generales del 7 de noviembre 2021, la boleta contará con el mismo número de casillas para la votación presidencial que en los últimos comicios nacionales, es decir seis espacios.
El CSE con el dominio del Frente Sandinista canceló la personería jurídica a 3 partidos, 2 de estos: Ciudadanos por la Libertad (CXL) y el Partido de Restauración Nacional (PRN), se quedaron con sus listas de candidatos. En el caso del PC, sus directivos nacionales, por unanimidad decidieron no participar en estas elecciones.
“La cancelación de la personería jurídica al día de hoy, no obedece a las normadas que están contenidas en las reformas, ya sea en la Constitución o en la Ley Electoral del pacto. Las cancelaciones son totalmente arbitrarias, resultado de una decisión unilateral”, manifiesta Baltodano. El caso CXL, agrega que refleja “el control absoluto que tiene el FSLN y el orteguismo en el Consejo Supremo Electoral”.
Desde la perspectiva de Baltodano, tomando en cuenta que “el PLC pasó de un partido del pacto, a un partido subordinado al FLSN”, sólo la presidenta María Haydeé Osuna y sus directivos, “podrán establecer ¿cuáles fueron los arreglos debajo de la mesa?, ¿qué fue lo que ganaron?, al servir digamos de zancudos o de sapos prácticamente, para solicitar la eliminación de la personería jurídica de CXL”.
Baltodano puntualiza que en Nicaragua hay “de facto, el establecimiento de partido único”, y considera que no hay participación de partidos democráticos. “Son zancudos, existen en función de chupar un poco de la sangre del presupuesto. Sacan algo del proceso electoral, porque les reembolsan supuestos gastos de propaganda (…) ni siquiera hacen campaña. Luego les dan unos puestecitos en el Parlamento, y a lo mejor unos puestos en el Ejecutivo, entonces viven chupando la sangre del presupuesto, y la sangre del pueblo”, expresa la exlegisladora.
Moreno coincide que “Ortega ostenta el poder de forma totalitaria, es un dictador, tirano, y sencillamente controla todos los poderes del Estado, y actúa como dueño de Nicaragua, encarcela y persigue a todo ciudadano que le resulte incómodo, él tiene el poder absoluto y lo ejerce despóticamente cancelando la personería jurídica de los partidos políticos y ONGs”.
La abogada con gran trayectoria en el campo del derecho constitucional y ciencias políticas, agrega que el 7 de noviembre Ortega pretende “autoproclamarse” a través de “una farsa electoral sin competidores ni garantías”, por lo que “fabrica juicios contra opositores y tiene suspendidas de facto todos los derechos y libertades constitucionales en un año electoral”.
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