Adolescentes centroamericanas migran por la violencia social y sexual
La violencia en el ámbito comunitario y en hogar, sumado a la pobreza, son razones por las que las adolescentes consideran la migración como la única alternativa.
La violencia en el ámbito comunitario y en hogar, sumado a la pobreza, son razones por las que las adolescentes consideran la migración como la única alternativa.
La violencia social y sexual son uno de los motivos por los cuales las adolescentes centroamericanas migran, expone la investigación Mujeres adolescentes en crisis: La vida en contextos de movilidad en la región de Centroamérica y México de Plan Internacional.
La investigación revela que estas violencias son cotidianas y sistemáticas en sus comunidades y que les afecta afecta de manera diferenciada a las mujeres jóvenes, en comparación con los hombres.
Mientras que los hombres sufren mayormente agresiones físicas sin carácter sexual por parte de otros hombres en el espacio público; las mujeres adolescentes viven violencia física y sexual en el hogar, siendo las agresiones mayormente perpetradas por sus familiares, seguido de la violencia sexual en el espacio comunitario.
La violencia sexual también se encuentra en otros espacios para las jóvenes, como las escuelas, en donde las figuras de autoridad son los perpetradores. Este representa uno de los motivos de deserción escolar o desplazamientos internos, indica el estudio.
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«La violencia sexual hacia las mujeres es una razón más para la deserción escolar, también porque hay mucha violencia a las mujeres en los centros escolares, y un factor cultural es que las jóvenes no cuentan estas situaciones y lo que hacen es dejar de ir a estudiar; o la violencia en la familia genera estados anímicos problemáticos que las hacen dejar de ir a la escuela», dice los testimonios de una informante salvadoreña.
Centroamérica es la mayor región de América que vive en situación de pobreza y en condiciones de vulnerabilidad. Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), muestran que casi la mitad de las personas menores de edad en esta región tiene mayor incidencia de pobreza, y la mayoría de ellas corresponden a mujeres jóvenes.
Uno de los motivos son los embarazos en niñas y adolescentes, muchas veces también causados por la violencia sexual. Esta situación interrumpen sus actividades educativas y laborales, lo que le arrebata la posibilidad de adquirir ingresos propios o de conseguir trabajos mejor remunerados. Se estima que el 20 por ciento de los partos en la región son niñas y adolescentes, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
En ese contexto de violencia en el ámbito comunitario y del hogar, sumado a los niveles de pobreza de Centroamérica, son razones por las que las adolescentes consideran la única alternativa para optar a un futuro mejor.
Aunque la migración es la opción que toman como única opción de subsistencia, como lo realizan de manera irregular debido a su situación de pobreza, esta supone un riesgo para su integridad y sus vidas porque reproduce y agrava las distintas formas de violencia que ya experimentan en sus países de origen, y significa interrumpir su trayectoria educativa.
Además, se suman las desigualdades que viven por el hecho de ser mujeres jóvenes y las que suponen ser personas migrantes en contextos de pobreza.
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Las mujeres especialmente se vuelven vulnerables a caer en redes de trata y de convertirse en víctimas de chantaje. En estos contextos es común que se utilice la violencia sexual como herramienta de extorsión de manera frecuente.
“Vivimos una gran impotencia por no poder proteger a las niñas de la violencia sexual. A veces sabes que están sufriendo abusos, pero no puedes hacer nada porque te están apuntando con un arma. Padres y madres prefieren que abusen de ellos antes de que lo sufran sus propias hijas y, en algunos casos, no pueden resistirlo y acaban quitándose la vida. Son historias que se escuchan constantemente”, dice una persona entrevistada en el estudio.
Debido a esta práctica frecuente, las jóvenes optan por vestirse con ropa masculina y fingen ser hombres todo el camino. «Mi mamá tuvo que vestirme de hombre casi todo el camino para evitar que me pasara algo, y aquí cuando tenemos que salir a algún trámite, me siento insegura”, declaró una adolescente de 15 años.
“Para las mujeres pasar la selva es lo más peligroso; mi mamá me vistió de hombre, con ropa muy grande, holgada, una gorra para esconder mi cabello, y siempre iba sucia para que no me intentaran violar»,indicó otra adolescente de la misma edad.
La migración irregular en Centroamérica ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Aunque no hay datos precisos de cuántas personas forman parte del flujo migratorio, la presencia de mujeres, adolescentes y niños y niñas es cada vez mayor, indica el estudio.