El objetivo del Frente Unitario sería la conformación de un órgano de lucha por el poder, como órgano de coordinación y, en fin, como el órgano para derrotar a la dictadura militar-policial e impedir el orteguismo sin Ortega.
¿Por qué el Frente Unitario es necesario para la lucha por el poder? Así como los sindicatos constituyen la forma elemental de lucha de los asalariados; el Frente Unitario contra la dictadura es la expresión más elevada de las condiciones en que los distintos movimientos sociales entran en la lucha por el poder.
El Frente Unitario por sí mismo no tiene ninguna fuerza milagrosa, porque no es más que la representación de los diferentes sectores sociopolíticos, con todos sus lados fuertes y débiles.
Precisamente por eso, y únicamente por eso, el Frente Unitario representa una posibilidad organizativa para los movimientos sociales y las diferentes tendencias políticas, con niveles de desarrollo diferentes, de unir sus esfuerzos en la lucha por derrotar a la dictadura.
En el plano político, todas las agrupaciones y todas las capas sociales de la población solamente podrán derrocar a la dictadura a condición de unificar sus esfuerzos con el fin de cambiar el régimen existente.
Esto no quiere decir, sin embargo, que todas las fuerzas sociales comprendan cómo hay que hacerlo y, aún menos, que todos estén dispuestos, hoy mismo, a conformar un Frente Unitario.
La conciencia sociopolítica no madura según un plan rigurosamente elaborado y de una manera metódica; divergencias internas siguen existiendo, incluso en esta época en que los procesos políticos se realizan a saltos.
La necesidad de una organización unitaria, por encima de los partidos, que comprenda a todos los sectores, adquiere una necesidad particular. Dar a esta necesidad una forma organizativa es el destino del Frente Unitario. Tal es su función inmensa.
En las actuales condiciones sociopolíticas, existe una necesidad de organización suprema de unidad. Quien no lo comprenda, no ha comprendido nada del significado de la rebelión de abril 2018. La única forma de superar los lados débiles, las divergencias internas y darle un impulso para superarlas, es la creación de un órgano político unitario.
Creer que el Frente Unitario puede “por sí mismo” dirigir la lucha por el poder sería sembrar un “fetichismo” muy grosero. Todo depende del programa político de “mínimo común denominador” al que se llegue por consenso.
La creación de un Frente Unitario presupone el acuerdo de los diversos partidos, agrupaciones y organizaciones sociales, en un programa político con un contenido “mínimo común denominador” que tiene que ser discutido ampliamente.
La experiencia política del pasado recientes nos enseña que los compromisos por arriba, sin base de principios, sólo conducen a la confusión, a la derrota política o a los pactos de cúpulas.
No se trata de un documento formal; un programa político es fuerte sólo en el caso en que su texto esté ligado a las necesidades y las experiencias de los movimientos sociales, a las enseñanzas de las luchas y a las expectativas de las diferentes capas sociales.
Hay que tomar en cuenta que la historia es dialéctica, un constante ir y venir de flujos y reflujos, una guerra de posiciones entre distintos proyectos políticos.
La plataforma política mínima tiene que hallar una forma conveniente de compromiso que pueda aligerar y acelerar la indispensable unidad en la diversidad y que, por otra parte, no estorbe en nada en la lucha por el cambio de régimen.
Las personas inteligentes pueden hacer tonterías y cometer errores, sobre todo personas que se inician en la política. Pero de ese derecho no conviene abusar.
Si las tonterías políticas de un tipo determinado se repiten sistemáticamente en un período determinado, y, además, en el dominio de problemas importantes; entonces, dejan de ser tonterías y se convierten en una cadena de errores políticos importantes que pueden conducir a la permanencia de la dictadura.
Da la impresión que la Alianza se ha quedado estacionada en el tiempo. Da la impresión que la Alianza ignora la capacidad de maniobra de la dictadura con los diferentes instrumentos del aparato de gobierno que tiene a su disposición. La Alianza no ha podido elaborar una estrategia adecuada para enfrentar y/o contrarrestar las acciones de la dictadura.
En la lucha política real un slogan es inútil y no sustituye a la preparación detallada de respuesta a los problemas económicos y sociales. El slogan es una bandera. Es legítimo hacer política con una bandera. Pero con una bandera no se derrota a un gobierno apoyado en los paramilitares, hace falta una estrategia unitaria.
Hay que tener claro que la política es un arte. Uno de los rasgos de la política es que la experiencia nunca acumula capacidad de previsión y de análisis. Se corre siempre el riesgo de empezar cada día: solo queda la memoria.
Esto viene a cuento por las negociaciones truncadas. Es la misma historia de siempre, solo cambian los personajes. La ingenuidad de las fuerzas del cambio ha sido inmensa.
El régimen Ortega-Murillo lo hundió todo. Estamos viviendo un momento de recesión económica, de desconfianza hacia todas las medidas del régimen y de incertidumbre sobre el futuro.
Además, la población carece de suficientes ingresos para su alimentación. Miles de personas se levantan cada día sin saber si tendrán dinero para comer. La pobreza se ha incrementado sustancialmente.
El régimen apuesta, internamente, a la fatiga de los movimientos sociales y, externamente, a la descomposición social de los exiliados. En el país reina el hambre, la pobreza, el desempleo y las epidemias; en esas condiciones, los problemas políticos tienden a ser relegados al último plano.
El esfuerzo del régimen, que se apoya tanto en la represión y como el desempleo forzoso por la crisis, no hay que despreciarlo; ambos elementos han llegado a ser instrumentos importantes y eficaces en mano de la dictadura para fragmentar a los movimientos sociales y poner en marcha una salida política que le favorezca.
Al interior de los diferentes sectores de los movimientos sociales, no existe a priori, una dirección política especializada en los problemas tácticos defensivos y ofensivos, en la construcción de un frente unitario o especialista en paros generales. Hay que construirlo, formarlo. No se trata de construir lo que fue, sino construir lo que viene.
La aplicación justa de todos estos métodos de lucha no es posible más que si uno es capaz de apreciar sintéticamente la situación en su conjunto, si uno sabe analizar sus fuerzas motrices, determinar las etapas y los cambios de rumbo y basar, sobre este análisis, el sistema de acción que corresponde a la situación presente y que prepara la etapa siguiente.
Hace falta una plataforma programática mínima común que permita la conformación de un Frente Unitario. No entendemos por esto un documento que reproduzca lugares comunes del catecismo político tradicional, sino respuestas claras y concretas a los problemas de la lucha sociopolítica que ha desgarrado a la sociedad nicaragüense durante los últimos años y que conservan todavía toda su importancia candente.
El Frente Unitario tiene que diferenciarse radicalmente de la política tradicional formulando propuestas sociales alternativas y concretas que vayan encaminada a buscar soluciones de los principales problemas de la sociedad: calidad educativa, desigualdad, salud, desempleo, corrupción, impunidad, medioambiente.
Es necesario levantar las reivindicaciones inmediatas más sentida de la población (encarecimiento de la canasta básica, de la electricidad y salud) proponer un programa que las distintas capas sociales se identifiquen con ello basado en la lucha por: trabajo, techo y tierra.
Esa es la única manera que podrá consolidar un apoyo en la juventud, en el campesinado, en los ciudadanos autoconvocados, en los pobres y en las diferentes capas sociales de la población.
San José/Costa Rica, 21 de agosto de 2019.