En el año 2009 no existía Código de Familia, yo soy abogada desde hace 20 años, pero cuando decidí emprender el largo camino de la lucha por los derechos de mi hijo, no existía el Código de Familia, a duras pena un código de la niñez, el famoso Pr.,
Trabajaba en el ámbito administrativo, no litigaba y menos tenía experiencia en temas de alimentos, tampoco contaba con recursos para pagar un abogado, no confiaba en nadie porque si en algo es experto el padre de mi hijo es en comprar la justicia. Yo ganaba un buen salario, pero mi hijo había sido diagnosticado con una discapacidad, muy costosa, que incluía terapias, medicamentos, educación especial, etc., o atendía a mi hijo y sus necesidades o gastaba ese dinero en iniciar una demanda al padre irresponsable de mi hijo.
Él decía que visitaba al niño, solo si “de paso me podía visitar a mí”, igual los alimentos, es decir yo era parte del canje para que él se dignara a cumplir, me negué y me sigo negando rotundamente a prostituirme por una pensión alimenticia, el día que escoja ese oficio, escogeré a mi clientela, no será un hombre al que desprecio con todo mi ser por ser tan inhumano con su propia sangre.
Con mi duelo acuestas, pero decidida a luchar contra el mundo por mi hijo, era aun una cipota que no tenia ni 30 años, pero con muchas ganas de salir adelante por y con mi hijo, el duelo del diagnóstico de mi hijo, más el dolor e indignación por la actitud de ese mal nacido que era su padre, canalice toda esa energía en positivo y me fui a la Defensoría Pública.
En solo la entrada me reconocieron unos tres colegas, uno que aprecio mucho me saludó y me metió plática, que en qué me podía ayudar y qué andaba haciendo, me preguntó con asombro. No pude responderle sin romper en llanto, fue mi paño de lágrimas, hasta el sol de hoy le agradezco haberme escuchado y consolado. Me dijo no te preocupes, aquí te van ayudar, llené mi formulario, pedí mi cita y gracias a Dios, me tocó un excelente abogado, yo en lo personal recomiendo mucho que vayan a la Defensoría si no pueden costear gastos legales u honorarios de abogados que probablemente no les importe su caso y lo vean como un caso más.
Hoy por hoy entiendo que es el jefe de la Defensoría del área de familia, un gran defensor y ser humano a quien admiro y respeto muchísimo, cuando lo encuentro en ocasiones en las salas de audiencia de los Juzgados de Familia, lo saludo con mucha alegría, pero me alegro mucho mas de pensar que alguien esta contando con su asesoría gratuita, de la misma forma en que hace muchos años, la recibí yo. Allí di mis primeros pasos y comencé a hacerme apasionada del Derecho de Familia, si algo me quedó claro, seas o no abogada, como madre tenes que estar clara de algo, no hay mejor abogada de tus hijos, que vos misma que los pariste, nadie va defender tu caso mejor que vos que somos abogadas por naturaleza.
Semanalmente visité la Defensoría para saber de mi caso, llevaba los escritos, le sacaba fotocopias, le llevaba pruebas que le pudieran servir para defender a mi hijo, realice presupuesto de gastos, guardé facturas, diagnósticos, todo. Por su parte él sin vergüenza padre de mi hijo, contrató cuatro abogados para violarle los derechos a su hijo, compró jueces, magistradas y todo lo que pudo a su paso, jamás me rendí, seguí peleando y ya en apelación yo misma hacía mis escritos y el doctor me los revisaba y corregía.
Gané un poco más de lo que él me quería pagar de pensión para mi hijo y le gané el retroactivo que también pagó a una juez y una magistrada para no pagármelo. Fue mi primera victoria, me costó mucho, pero logré librar la primera batalla entre David y Goliat, la primera de muchas que libré contra él y las que me falta, año con año o cada cierto tiempo deben de pelear y reformas esas pensiones, no se rindan, esa es mi recomendación y mensaje.
Vayan a la Defensoría, pero entiendan algo, tanto al defensor público como al abogado privado, hay que visitarlo o llamarlo semanal, no dejen todo en manos del abogado, ese es un trabajo y una batalla en equipo, en familia se litiga con los sentimientos, ese es otro duelo, es tan horrible y doloroso, te van a humillar, ofender en el proceso, prepárate para que él miserable que le lleve el caso al padre de tu hijo, por unas monedas escriba cualquier tipo de bajezas, mantente con dignidad, deja que ese miserable la pierda por ganarse unas monedas, al final la única opinión que te debe importar es la de tus hijos, que estarán orgullosos de que seas una guerrera, esa leona de tiempo completo, que sos capaz de enfrentarte al mismísimo diablo por tus hijos e hijas.
Ármate de paciencia, es un proceso largo, pero vale la pena. Espero que este pequeño relato motive a muchas a emprender ese camino de la lucha por los derechos de sus hijos.
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La opinión es estrictamente de la autora.