Fátima Vivas, acusó a la Policía de asesinar a su hijo por negarse a reprimir a manifestantes y le costó el destierro. En el último año ha estado en cuatro países huyendo de quienes la quieren silenciar a cualquier precio.
MADRID – Fátima Vivas recién llegó a la capital española, es el cuarto destino que pisa desde que tuvo que huir de Nicaragua para ponerse a salvo. En los últimos dieciséis meses esta mujer perdió todo lo que atesoraba, incluyendo a Faber, el tercero de sus cuatro hijos, quien servía a la Policía de Nicaragua. “Ellos lo asesinaron”, denunció desde el primer momento.
El padre de Fátima también murió a balazos en 1985, en un ataque de la guardia orteguista. “No pensé que esta historia se iba a repetir con mi hijo”, reprocha. Se revela frustrada, dolida, por verse lejos de los suyos. Viviendo casi por inercia.
“Me da nostalgia, me deprime, me da impotencia, quisiera tener el poder de cambiar Nicaragua; porque al igual que yo lloro, lloran todas las madres a las que le asesinaron a sus hijos, las que todavía no encuentran a sus hijos desaparecidos, las que tienen a sus hijos encarcelados o en el exilio”, se desahoga y respira profundo como sintiendo alivio.
(Mi hijo) Había sido arrastrado, le habían arrancado las uñas, le sacaron los ojos y le habían dado un golpe en el tabique nasal, que eso fue lo que llevó a mi hijo a la muerte, después de 24 horas de tortura
24 HORAS DE TORTURA
Faber Antonio López Vivas fue asesinado 48 horas después de pedir su baja por no estar de acuerdo con reprimir a los manifestantes. Su nombre apareció en los listados de víctimas del ataque armado que policías y paramilitares ejecutaron en las ciudades de Diriamba, Jinotepe y Dolores; la sanguinaria Operación Limpieza que dejó 29 muertos en un solo día.
A Fátima las autoridades policiales le aseguraron que su hijo de 23 años había sido asesinado de un disparo entre las cejas por “los terroristas”, pero sin ver su cadáver rechazó esa versión y señaló a la Policía como responsable.
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En las últimas pláticas que sostuvo con Faber este le confesó que había sido amenazado por haberse rebelado a la orden de reprimir y pedir su baja del cuerpo policial.
La versión policial certificada en el acta de defunción emitida por el Instituto de Medicina Legal, Fátima Vivas la refuta con las imágenes que guarda en su teléfono celular: Faber luce con el rostro desfigurado, tenía las uñas desprendidas, marcas de quemaduras hechas con cigarrillos, raspones y heridas provocadas con arma blanca, además de otras fracturas y moretones. Son signos de “tortura” sostiene su madre.
“Había sido arrastrado, le habían arrancado las uñas, le sacaron los ojos y le habían dado un golpe en el tabique nasal, que eso fue lo que llevó a mi hijo a la muerte, después de 24 horas de tortura”, refiere citando el dictamen de dos forenses privados que analizaron el cadáver.
QUE LOS PERDONE DIOS
“No tienen perdón. Lo que nos han hecho no se puede perdonar, que se encargue Dios”, expresa desde un parque en Madrid, hasta donde viajó varias horas para contar su testimonio.
Faber López Vivas fue ascendido en grado y declarado “héroe de la paz” en un acto póstumo en el que la Policía entregó la condecoración a una falsa esposa que resultó ser la investigadora Edith Valle Hernández. Una acción “burda” que Fátima Vivas también denunció.
Faber no era casado, había iniciado trámites de unión de hecho estable en el Juzgado de Santo Tomás con Fernanda Cruz, la madre de la hija que no llegó a conocer. Ella también rechazó el ofrecimiento de casa y dinero que llegó hacerle la Policía a cambio de que respaldara su versión, aseguró Vivas.
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Hasta agosto de 2018 el régimen de Daniel Ortega había desembolsado 7.9 millones de córdobas para los policías heridos y las familias de los fallecidos durante la represión a las protestas ciudadanas, entre asignaciones de dinero, viviendas, becas escolares y paquetes tecnológicos.
En concepto de indemnización directa a familiares de policías muertos se reportó el pago de 6 millones 107 mil 660 córdobas, la familia del oficial Faber Vivas López rechazó cualquier tipo de ayuda y mantiene su clamor de justicia.
Un total de 22 policías se cuentan entre los 328 asesinatos cometidos en Nicaragua en el contexto de la crisis sociopolítica que afronta el país desde el 18 de abril de 2018.
Son cosas que te marcan y que no te dejan ser feliz, el dolor que llevo me está matando… Me duele tanto haber perdido a mi hijo a causa de un dictador
LA PARTIDA
Fátima Vivas abandonó Nicaragua el 6 de agosto de 2018. Había estado viviendo en la clandestinidad junto a su hijo adolescente y no tuvo más remedio de cruzar fronteras. Así llegó a El Salvador, siguió a Perú y fue a parar hasta Uruguay. Huyendo.
“Son cosas que te marcan y que no te dejan ser feliz, el dolor que llevo me está matando… Me duele tanto haber perdido a mi hijo a causa de un dictador”, recrimina.
“Salí con el corazón en la mano, para mí es difícil esta situación, porque he dejado a mi hijo en un lugar donde nunca más lo podré ver”, logra decir hasta que las lágrimas la enmudecen.
Fátima, de 46 años, espera que España sea el destino seguro que lleva más de un año buscando. “Qué injusto tener que huir por haber denunciado todos los atropellos qué vivió mi hijo y mi familia y todos los nicaragüenses, porque esto no lo vivo solo yo, lo vivimos todos los nicaragüenses que hemos levantado nuestras voces y estamos en contra de la dictadura”.
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“Acá mi título no vale nada, acá no soy nada, soy una mujer con deseo de ocuparme en algo”, se queja. Es administradora de empresas, tiene estudios en Derecho y amplia experiencia laboral, pero en España a corto plazo no le vale.
Tiene planes de formarse, trabajar y ayudar a la nieta que no conoce y que espera poder abrazar cuando la dictadura caiga. Entonces regresará, se lo ha prometido.