De las 16.2 millones de personas centroamericanas y mexicanas que migraron en el 2020, el 48.7 por ciento fueron mujeres y niñas, indican datos recopilados por el Banco Mundial.

La organización destaca que en las últimas décadas ha aumentado el flujo de migrantes proveniente de esta región, así como la presencia de mujeres, niñas y adolescentes en estos movimientos migratorios.

Especialmente en los últimos 30 años la cantidad de migrantes de Centroamérica ha incrementado en un 137 por ciento durante los últimos 30 años, de 6.82 millones personas centroamericanas en 1990, a 16.2 millones en el 2020. Y mientras las mujeres representaban un grupo pequeño, actualmente son casi mitad.

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Sin embargo, en la ruta migratorias estas tienen que enfrentar violencias producidas por su condición de género, como la violencia machista, la violencia sexual y hasta el asesinato.

“El fenómeno migratorio en Centroamérica afecta particularmente a mujeres y niñas, quienes enfrentan desafíos en todas las etapas del trayecto, incluida la violencia de género, la discriminación y la vulnerabilidad ante situaciones de trata, secuestro y asesinato”, señala el Banco Mundial.

Se estima que al menos el cinco por ciento de las mujeres estaba embarazada o lactando durante el trayecto.

Mujeres migrantes no tienen condiciones para denunciar la violencia

El Banco Mundial señala que las cifras oficiales sobre violencia de género en situaciones de desplazamiento son limitadas y no están sistematizadas. Sin embargo, los datos recolectados por la organización muestran que la violencia que sufren las mujeres no solo es perpetrada por los grupos que se encuentran en la ruta migratoria, sino que también es ejercida directamente por sus parejas masculinas que las acompañan.

Además, muchas de ellas se niegan a interponer una denuncia debido a temor a represalias, por lo que complica más el recabo de información.

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Entre las razones por la que las mujeres se niegan a denunciar las violencias que viven están el temor a ser deportadas a sus países de origen, el riesgo de sufrir abusos por parte de las autoridades, el miedo a ser revictimizadas por el perpetrador, la falta de información acerca de los servicios disponibles y la distancia geográfica que complica el acceso a dichos servicios.

La falta de servicios para sobrevivientes de violencia de género es otra problemática que enfrentan las mujeres y niñas migrantes. El Banco Mundial destaca que el 81 por ciento de los servicios para víctimas está a más de 10 kilómetros, lo que significa alrededor de dos horas caminando.

Pero llegar a estos sitios tampoco les garantiza seguridad o protección para las mujeres, pues muchas veces no son atendidas por su condición de migrante, que se profundiza más para las que migran de manera irregular.

Estados no brindan recursos para combatir la violencia contra las mujeres migrantes

El Banco Mundial destaca que las condiciones de vulnerabilidad de las mujeres y niñas migrantes se debe a la normalización de la violencia, especialmente la violencia de género que es muchas veces minimizada y mal abordada.

La falta de protocolos de atención y respuesta especializada también contribuye a la insuficiencia de servicios, puesto dificulta la identificación y la atención a las víctimas de violencia de género. 

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Además, existe una carencia de servicios y entrenamiento en el área de apoyo psicosocial para las mujeres y para las personas funcionarias que atienden los casos; y hay una falta de recursos estatales y programas para combatir la violencia de género y brindar apoyo a las comunidades de acogida.

La organización insta que es necesario que los Estados destinen recursos para atender a las mujeres y niñas migrantes que viven violencia, y que implementen medidas para prevenirla.

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