Lydia Alpizar, codirectora de la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras), una articulación de redes y organizaciones que trabaja en la protección integral de mujeres defensoras, platicó con La Lupa sobre la situación actual en materia de derechos humanos de la región centroamericana.
Alpizar considera que hay un marcado retroceso en materia de derechos en la región, que aunado a la pandemia del coronavirus, se han profundizado dando lugar a sistemas autoritarios que atentan contra los derechos humanos de la población como EN el caso de Nicaragua y El Salvador, que han dado muestra de un recrudecimiento de constante violación a los derechos de las personas y los estados democráticos.
¿Cuál es la situación de los derechos humanos en la región centromericana?
Hemos visto que tendencias que teníamos muy claramente identificadas se han profundizado. El autoritarismo y el retroceso de los avances democráticos en los países donde trabajamos es muy claro en la mayoría de ellos y creo que tenemos indicadores muy claros de ese retroceso.
Nicaragua es probablemente uno de los extremos que representa un gobierno de lo que es una dictadura, pero tenemos situaciones, por ejemplo en Honduras, este año queda muy claro con el juicio del hermano del presidente Juan Orlando Hernández que habían vínculos claros entre el Estado hondureño y el narcotráfico, entonces, creo que eso es super fuerte, porque mirar Estados en nuestra región donde el crimen organizado opera de la mano con las instituciones públicas, significa un retroceso muy grande y creo que sí se está haciendo más visible.
El indicador claro de retroceso es El Salvador, la instalación de la nueva Asamblea, en la práctica significa una concentración casi total del poder en la figura presidencial y la creación de condiciones para que pasen leyes y hacer persecución de opositores al régimen, que no es algo nuevo, porque desde el año pasado veníamos presenciando esa tendencia de militarización, de ataques contra periodistas, contra defensoras y ataques contra la oposición política.
Guatemala el pacto de corruptos está con todo lo que va al poder con la llegada de Giammattei y creo que la elección reciente de las cortes.
Hay como grandes desafíos en la región, en ese sentido, y también la agenda de las mujeres no es central para la definición de candidatos ni para la definición de agendas. En México tenemos un caso emblemático de un candidato a gobernador que tiene tres casos abiertos de abuso sexual y violencia contra mujeres, que al final no llegó a la candidatura, pero no por eso, sino por una cuestión técnico política electoral.
La agenda de los derechos de las mujeres no es central, en el marco electoral de Nicaragua es muy claro que las posturas son súper conservadoras, por no decir ultraconservadoras, con respecto a aspectos claves con derechos de las mujeres.
La tendencia no es solo en Nicaragua como mencionó, pero ¿en qué coinciden y de dónde viene?
Es un problema que viene del propio sistema capitalista, racista, patriarcal e imperialista, que se sirve de las crisis, que son sistémicas ahorita para poder mantener los privilegios de las minorías que están en el poder en nuestra región.
Nosotras traíamos una identificación de varias crisis interconectadas en la región antes de la pandemia, una crisis de desigualdad profunda, esta crisis de profundización del autoritarismo en los distintos Estados de la región, una crisis climática y de deterioro ambiental, fuertísima, la crisis desatada por el avance del modelo extractivo de despojo de los territorios, hay como una serie de tendencias y crisis que ya existían de forma estructural.
Lo que vemos en el año pandémico es que estas tendencias se profundizan. En América Latina, por ejemplo, la desigualdad crece en 30 millones de personas pobres en el año pandémico, creo que son alrededor de cinco millones en Centroamérica.
Es decir, retrocesos que costó 20 o 30 años en asuntos de desarrollo socioeconómico de la región y viene la pandemia los impacta de forma muy brutal, la precarización de la vida que de por sí no era una vida en condiciones de igualdad es una de las características fuertes del impacto de la pandemia.
Vimos cómo, los Estados aprovecharon para aumentar la militarización de los territorios, entonces vimos a distintas fuerzas armadas jugando roles humanitarios.
También vimos la persecución, porque al encontrar las personas en las casas era más fácil hacer allanamientos, entonces tuvimos reportes de mayores allanamientos o detenciones arbitrarias y asedio en las personas defensoras en sus casas. En Nicaragua eso es una tendencia que ya venía, por ejemplo, todo lo que sucede con las personas excarceladas.
Lo otro es que todo el ámbito virtual y digital se convirtió en un ámbito de mayor disputa, por la virtualidad a la que nos empujó la pandemia. Hemos visto activismo digital de denuncia, pero también muy fuerte de violencia digital, hemos visto muchos casos de campañas de difamación y de estigmatización, de ataques directos desde el nivel presidencial en algunos casos, como en El Salvador a periodistas, a defensoras y organizaciones de derechos humanos en el marco de la pandemia.
Han ido avanzado legislación que promueve mayor vigilancia y control de sociedad civil, Nicaragua es un ejemplo claro de cómo estas nuevas leyes como la Ley de Agentes Extranjeros y Ciberdelitos que llevan un extremo de control y cierre del espacio de participación de las organizaciones lo que muchas compañeras de Nicaragua han nombrado como una muerte civil.
Todo esto se da en el marco de la pandemia y sí creemos que hay un aprovechamiento, porque la comunidad internacional está en el tema de la pandemia, de las vacunas, de los cambios geopolíticos importantes como el cambio del Gobierno de los Estados Unidos.
Yo siento que la comunidad internacional ha estado poco presente o muy limitada para poner un alto y que se sienta que hay una solidaridad internacional. La pandemia vino a ser un terreno que permitió que todo eso se profundizará.
Frente a ese contexto desolador ¿Cuál ha sido la afectación en los cuerpos y las vidas de las mujeres defensoras de derechos en la región?
En el marco pandémico, las mujeres han enfrentado diversas afectaciones. Por un lado, la violencia, que creo que está muy registrado, es casi una constante en los distintos países de la región, el aumento de feminicidios.
Es bien interesante mirar qué otras cargas que son importantes que han caído sobre las mujeres, el aumento del trabajo de cuidado de las personas de adultos mayores, de niños y niñas, de las personas que se enferman.
Hicimos un sondeo para mirar las afectaciones del COVID-19 en las defensoras y el dato del porcentaje de cuidado de cómo aumentó es sumamente impresionante, porque al final las mujeres asumimos el cuidado, pero en un contexto de encierro en donde el trabajo en la casa aumentó, son ellas, y en el caso de las defensoras son ellas solas las que asumen el trabajo de cuidado.
Este mapeo que hicimos fue con casi 500 compañeras, defensoras, de los cinco países en donde trabajamos. Tenemos un aumento del deterioro de la salud y el 58% de las compañeras dijeron que no tienen recursos suficientes para cubrir los gastos. El 40% no tiene acceso a servicios de salud o no tienen recursos para pagar los servicios que requieren.
El 93% de todas las defensoras tuvieron que asumir el cuidado ellas solas en sus casas. Hay afectaciones que tienen que ver con salud y no es solo por covid, sino porque la salud es precaria porque no hay acceso a los servicios de salud y porque uno de los impactos de la crisis fue sobre los ingresos.
Si la mayoría de las personas perdieron fuentes de ingresos y en todos los países es muy importantes la pérdida de ingresos, entonces con qué ingresos para cubrir necesidades de salud, pero además necesidades de sobrevivencia, vemos que la crisis precariza la vida tanto a nivel de los ingresos, el acceso a la salud, de agua potable y las condiciones de poder conectarse.
Preguntamos, por ejemplo, cómo estaba haciendo la gente para poder mantener el contacto, porque al final estar en contacto es muy importante para protegerse, una buena cantidad de compañeras dijeron que no tenían recursos para hacer recargas en sus celulares, ni tenían acceso a internet.
El 53% dijo no tenemos recursos para el saldo y 34% no tiene acceso a internet. Muchas de ellas comparten sus celulares, la capacidad económica en un contexto así te puede salvar la vida si te están persiguiendo o salvar la vida para tener acceso, también a información de salud, en un contexto de Covid.
Vemos que hay una precarización de la vida y también en lo que ha pasado al momento de las agresiones al estar en las casas, mayor vulnerabilidad, mayor vigilancia.
¿Hay algún dato de defensoras detenidas o víctimas de violencia estatal en la región?
Se triplicaron los incidentes y eso incluyó también detenciones arbitrarias, allanamientos y procesos de criminalización que vienen como muy de la mano.
Defensoras de territorio en los estados de sitio en Guatemala, en plena pandemia, además justificando los estados de sitios lo cual no tenía mucho sentido y que les abrieron procesos de criminalización, las detuvieron incluso con su bebé amamantando.
Este tipo de cosas en donde se cruza el compromiso de las mujeres y su maternidad con procesos de criminalización en donde las compañeras terminaron detenidas sin contar con ningún apoyo para la lactancia y de sanitarios para sus bebés con una criminalización que tiene que ver con la agenda extractivista del control territorial del Estado de Guatemala.
Muchos casos de violencia digital, de ataques sistemáticos en contra de periodistas por redes sociales, eso creció mucho y es muy importante.
¿Qué ha significado esto para las mujeres de los territorios que trabajaban con las defensoras?
Las mujeres de los territorios que estaban siendo apoyadas por distintas organizaciones, en muchos casos vieron disminuidos el acceso a ese tipo de apoyo por la imposibilidad de que las organizaciones pudieran movilizarse y hacer trabajo territorial.
Algo que es muy importante para nosotras es que las redes de defensoras, por ejemplo, con la que nosotras trabajamos sirvieron como redes de cuidado para poder movilizar apoyos de ayuda alimentaria, de insumos médicos, de información verídica por la cantidad de información falsa.
Una de las cosas que nos da esperanza frente a la pandemia fue justamente la capacidad de las mujeres en los territorios para articularse y buscar respuesta alternativa, porque en muchos casos el sistema de salud prácticamente no existe o fue negacionista como en el caso de Nicaragua y no hubo una respuesta.
Estas redes, también ayudaron a dar apoyo psicosocial por teléfono, tenemos países con mucha afectación, como por ejemplo Nicaragua hay muchas personas afectadas, incluyendo defensoras.
Estas redes que conectan a las mujeres de los territorios, que proporcionaron apoyo concreto, que proporcionaron asesoría e información y que además sirvieron como redes de apoyo psicosocial han sido fundamentales para sostener a muchas de las mujeres defensoras de los territorios.
En algunos países han podido empezar a desplazarse, y hubo momentos donde no hubo de otra, por ejemplo, una afectación enorme el año pasado fueron los huracanes, la devastación en lo territorios en donde pegó en Nicaragua, Guatemala y Honduras fue enorme y muchos proyectos que se venían construyendo entre las defensoras en respuesta a la pandemia, pues se vinieron abajo por el impacto de los huracanes, sin embargo, toda esa articulación permitió responder en la medida que fue posible.
Hay como dos caras de la moneda, por un lado hay un impacto específico en las defensoras, este tema de cuido no es menor, realmente creo que hay que ponerle atención porque además es un tema de género fundamental de cómo el cuido cae en las mujeres, cuando tienes el 93% de todas las que mapeamos diciendo que aumentó y que son ellas las que lo asumen es una carga de trabajo enorme, no solo física, económica, sino también emocional.
¿Podríamos hablar de un estancamiento en temas de derechos de las mujeres en la región?
Podríamos hablar de un estancamiento y retroceso de los derechos humanos en la región porque estamos viendo crímenes de lesa humanidad de forma masiva en algunos territorios. En México tenemos casi 90 mil desapariciones, es brutal, es decir matan en este país entre 60 y 70 personas al día, esas no son violaciones a derechos humanos menores.
Los desplazamientos forzados en poblaciones de Guatemala, Honduras. El desplazamiento forzado de todas esas más de cien mil personas de Nicaragua que tuvieron que salir a Costa Rica son violaciones muy importantes de derechos humanos, entonces vemos un clima de retroceso de derechos humanos y los derechos de las mujeres no son una excepción.
Hemos visto como legislación, muy importante, en derechos de las mujeres, Nicaragua es un ejemplo perfecto no solo de cómo se había creado una política, una legislación, una política pública, pero además todo un aparato del Estado para atender la violencia que ahorita no existe y que en los últimos diez, quince años, se acabó y ese tipo de legislación que está cambiando, en Guatemala hay varios ejemplos, la dificultad de avanzar en cuestiones de aborto es un desafío enorme.
Estamos viendo, mayores restricciones para la participación de las mujeres de la sociedad civil, hay un retroceso importante. Hay algunas cosas en donde puedes avanzar en legislación, pero cuando tienes un Estado como el nicaragüense, el hondureño, guatemalteco, donde poder hacer incidencia para lograr leyes esa casi imposible porque estás frente a un régimen autoritario, además que la agenda no les importa.
Estamos viendo retrocesos y mucha dificultad para avanzar. Los datos sobre la vida de las mujeres hablan por sí solos, el aumento de los femicidios, el aumento de la violencia sexual, la cantidad de asesinatos de candidatas mujeres en procesos electorales y las propias agresiones contra las defensoras son indicadores que nos hablan que los derechos van para atrás.
Yo creo que si miramos la realidad de las mujeres en la región, desafortunadamente los avances que veníamos reportando, por ejemplo políticas de salud sexual y reproductiva, que habían sido importantes, o la propia cuestión de participación política, vemos retrocesos muy importantes en varios países, lo que se ha logrado es por la lucha de las mujeres y que ahí vamos a estar tratando de que no haya retrocesos y que se pueda seguir avanzando, pero creo que el espacio es cada vez más pequeño y más adverso.
Hablamos de gobiernos autoritarios de derecha, pero también de izquierda ¿a qué atribuyen ustedes este fenómeno?
Qué entendemos por izquierda y de derecha en el contexto actual, porque realmente, yo creo que hay una distorsión enorme y que se han vuelto hasta ciertos puntos etiquetas.
Las prácticas autoritarias, ultraconservadoras, que tú encuentras en gobiernos como el de Nicaragua, yo no creo que sean de izquierda, pero hay todo un debate, porque actores de la izquierda institucional de la región que siguen defendiendo ese tipo de gobierno y es muy complejo, porque creo que realmente críticas y entonces dicen que eres de derecha, pero no somos de derecha, tenemos un compromiso democrático, pro derechos, una agenda por los derechos de las mujeres y otros grupos.
Creo que es una trampa, porque al final lo que estamos viendo son Estados que su agenda no es ni proteger la democracia, ni proteger los derechos de la población, ni proteger la madre tierra, y sin hacer una generalización así brutal, creo que esos rasgos de autoritarismo, de avance de una agenda extractivista, de profundización de la desigualdad y de que la agenda de los derechos de las mujeres se posterga y que no se considera central, al contrario, gobiernos como el de Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, por ejemplo, utilizan una agenda anti género, antiaborto, como parte de sus bandera para ganar popularidad con poblaciones que han sido altamente influenciadas por agendas como el avance del evangelismo y otros fundamentalismos religiosos en la región.
El problema con el contexto actual, el desafío, es muy complejo y que las categorías históricas de izquierda y derecha no las podemos aplicar quizás de la misma forma, yo creo que hay que mirar país por país, la práctica política de cada uno de esos Estados habla por sí solas, en términos de cuáles son las agendas que están detrás y tristemente son agendas que en la mayoría de los casos es de protección de las oligarquías.
Ante el incremento del discurso anti derecho ¿son grupos que están claramente identificados?
Es una agenda organizada a nivel internacional, no es coyuntural, no es que pasó solo en un territorio o dos, hay una agenda concertada de diversos actores, desde la agenda anti género, porque incluso usan un lenguaje de derechos, entonces, son en muchos casos actores contra la diversidad, contra la agenda de derechos de las mujeres.
Es una estrategia que está muy bien documentada a nivel internacional y que tiene un correlato en América Latina. Hay una línea que son las iglesias evangélicas que han crecido muchísimo en la región en las últimas dos décadas, en particular en la última década y que son de las que tienen este discurso, es el evangelismo pentecostal con un discurso muy fuerte, pero con mucho dinero, muy bien organizado y aprovechándose del vacío que fue dejando la retirada comunitaria de la iglesia católica.
En muchos casos, son banderas importantes de los partidos de la extrema derecha y derecha de nuestras regiones, si vez en México el Partido Acción Nacional es un partido de la familia, obviamente la familia nuclear, heterosexual, heteropatriarcal, no te están hablando de un reconocimiento de la familia con una institución diversa, con postura antiaborto, con postura anti reconocimiento de la población LGTBIQ, tienes actores religiosos fundamentalistas que tienen ramas en los partidos políticos.
Y el poder que tienen, porque tienen mucho dinero y porque además resuelven muchas cosas prácticas de la comunidad, los evangélicos que te dicen que tu esposo no va a tomar, se meten a resolver cuestiones que son importantes, pero que son mecanismos de manipulación y llegan a tener mucho poder, Brasil es un ejemplo muy claro.
Eso lo estamos viendo, también en Mesoamérica y con partidos políticos que han llegado al poder y el presidente abiertamente se declara evangélico o donde tenés la situación de Nicaragua donde hay alianzas muy claras con el evangelismo y el régimen de Ortega.
Al lado de eso, y creo que eso es muy preocupante, has tenido un aumento de grupos de fascistas de extrema derecha, que no son religiosos, pero que sí profundamente homofóbicos, profundamente anti feministas y tienes un ejemplo en toda la región y que en la practica están alineados de alguna manera ideológica.
Todo ese clima lo que hace es generar, desde el espacio social más allá del Estado, todo un clima de persecución contra todas las personas que no alcanzan en esa agenda, el tipo de ataques en redes son brujas, aborteras, como si eso fuera algo malo, asesinas, ese discurso no lo veíamos tan fortalecido.
A detalle en Nicaragua ¿qué han conocido de la situación en torno de las defensoras y de las organizaciones?
Nosotras venimos acompañando la situación de Nicaragua, muy de cerca, desde hace varios años, incluso desde antes de la explosión social de 2018. Lo que es muy claro es que hay acciones sistemáticas por parte del régimen orteguista para hostigar, para agredir a defensoras de derechos humanos, personas excarceladas y sus familias y los datos que sacamos es que en los últimos seis meses se registraron 916 actos de este tipo.
Podemos afirmar, y eso lo ha afirmado la ONU, la CIDH que es una cuestión sistemática y que es una estrategia de Estado perseguir de distintas formas y reprimir a todos los grupos que consideran que están en la oposición.
Es muy impresionante que 416 de esas agresiones se produjeron en el mes de abril y que normalmente suben las agresiones al acercarse el aniversario de abril de 2018 y también el de la revolución sandinista.
De todos los incidentes que registramos hay 14 de los 15 departamentos que reportan este tipo de incidentes y aquí estamos hablado de, por ejemplo, violaciones al derecho a la verdad, a la justicia y la reparación, al derecho de vivir libre de violencia, a la información y libertad de expresión.
Si pensamos en las personas excarceladas, que no las nombramos como liberadas, porque, aunque salieron de la cárcel están todavía en procesos de criminalización, hay 387 hostigamientos registrados a esas personas y sus familiares, no es un hostigamiento individualizado y 185 de esos fueron en abril es muy fuerte el aumento.
Muchos de ellos, 210 en los domicilios de esas personas. También hay agresiones a las organizaciones como práctica sistemática, entonces, la criminalización, la persecución, la estigmatización, obstaculizan la labor de defensa de derechos, de documentación y fiscalización al poder del Estado y precarizan también la vida de las defensoras y defensores, vulneran su derecho al trabajo, además de todas las implicaciones psicosociales y psicoemocionales, porque además hay una hipervigilancia en muchos casos.
Todo este tipo de procedimientos que han impuesto recientemente lo único que hacen es aumentar las capacidades del control del Estado para interferir en que las organizaciones puedan hacer el trabajo que tienen derecho a hacer.
Las compañeras en Nicaragua, al final, hablan de que las organizaciones entran en una especie de muerte civil tanto sus integrantes como las organizaciones, porque tienen falta de acceso a los servicios públicos. La aprobación de leyes como la Agentes Extranjeros claramente están hechas para limitar y criminalizar la labor de esos grupos y evitar que otros grupos se formen.
No son nuevas estas estrategias, las hemos visto en el pasado, intentan desmovilizar a personas y grupos, sus familias. Estas leyes están tratando de controlar muchísimo los recursos que entran al país sobre todo en el marco electoral.
Nos preocupa que tres años después del estallido de abril de 2018 esta estrategia represiva del Estado de Nicaragua esté consolidándose, sobre todo en el año electoral, porque obviamente va a tener un efecto, claramente tiene un propósito de influir en cómo transcurren las elecciones.
El hecho que las organizaciones no puedan realizar su trabajo con normalidad, tiene un impacto en la vida en las defensoras, en los territorios y hemos tenido contacto con organizaciones de diferentes partes de Nicaragua, no solo de la capital y es importante la limitación extrema de derechos.
Maryorit Guevara
Periodista Feminista
Fundadora y directora de www.lalupa.press
Fundadora y presidenta del Movimiento de Mujeres Migrantes (España)
Fundadora y activista en @elblogdetumadre