La marcha del orgullo LGBTIQ+: “Un día para visibilizar nuestra existencia”
Se cumplen cinco años en que las personas LGBTIQ+ no podrán marchar en Nicaragua por la prohibición del régimen Ortega-Murillo, pero siguen resistiendo.
Se cumplen cinco años en que las personas LGBTIQ+ no podrán marchar en Nicaragua por la prohibición del régimen Ortega-Murillo, pero siguen resistiendo.
En un país conservador como Nicaragua, visibilizar la existencia de las personas LGBTIQ+ es fundamental, dice «Leonel», activista de la diversidad sexual. El 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, era el día que todos los cuerpos disidentes se organizaban en el país para mostrar al mundo sus resistencias, sus demandas y sus reivindicaciones.
“En una sociedad como la nicaragüense que ha excluido, ha marginado y ha colocado en las periferias los derechos de las personas LGTBIQ+, es muy importante hacer visible nuestra existencia”, expresa.
“Marchar ese día es una forma de enfrentarnos a la violencia y a la discriminación cotidiana, mostrarnos al mundo, defender nuestros derechos y expresar nuestras demandas. Para nosotras, nosotros y nosotres es muy importante reivindicar nuestra existencia y tomarnos los espacios públicos”, agrega el activista.
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Sin embargo, desde hace cinco años los colectivos LGBTIQ+ no han podido marchar el Día del Orgullo, debido a la prohibición inconstitucional del régimen Ortega-Murillo que impide realizar manifestaciones públicas.
La última vez que se hizo alguna manifestación por los derechos de las personas de la diversidad fue el 28 de junio de 2018, cuando un grupo de personas realizaron un pequeño plantón en carretera Masaya, que contrastaba grandemente con las actividades públicas que se realizaban en años anteriores en el que unían cuantiosos grupos de personas.
Según Leonel, una persona organizada en colectivos desde su adolescencia, en estas fechas los colectivos de todo el país ya se habrían coordinado para las actividades comunitarias previas, se habría trazado la ruta de la marcha, se habría hecho un plan de medios y habrían finalizado la jornada con una marcha nacional.
“Esta era en la que nos uníamos los colectivos feministas, y los colectivos LGBTIQ+, conformábamos una comisión nacional que estaba coordinada con todos los territorios del país y coordinábamos todo sobre ese día. Había actividades en las comunidades, las universidades, los barrios, había ferias, cine y otras acciones”, recuerda.
El activista admite que no poder realizar ninguna de esas actividades, ni poder marchar por otro año más, le genera bastante tristeza y rabia, ya que no hay condiciones en el país para movilizarse y organizarse.
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Pero con la comunidad de personas nicaragüenses LGBTIQ+ en el exilio, indica que sí se podrá visibilizar el orgullo desde fuera del país, al igual que con las plataformas virtuales. “Hay muchas otras para continuar resistiendo. Aunque sabemos que no hay condiciones, tenemos las redes sociales es posible manifestarnos y tenemos una comunidad desde el exilio que sabemos que se va a movilizar”, señala.
Para «Adriano», defensor de los derechos de la diversidad sexual, no poder marchar este 28 de junio muestra una violación de las obligaciones del Estado nicaragüense como garante de derechos fundamentales, en este caso, el principio de progresividad. Según él, el régimen Ortega-Murillo deja en evidencia que en el país no se respetan los derechos humanos que cada año van más en retroceso.
Adriano, quien se dedica al activismo por las personas LGBTIQ+ desde hace varias décadas, señala que manifestarse el Día del Orgullo fomentaba la integración social entre las personas de la diversidad con el resto de la ciudadanía, y era una actividad importante para fomentar el respeto, la tolerancia y la comunidad.
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“¿Qué significa para nosotros como colectivo, pero también qué significa para una sociedad como la nicaragüense? Significaba un ejercicio de cultura de paz, de integración social, de tolerancia, de ciudadanía, de respeto y de trato digno”, indica.
Personalmente, para Adriano significa celebrar la visibilidad, que a pesar de las adversidades y la discriminación, resiste ante esas violencias. «Significa el orgullo de ser resilientes, de ser lo que somos y de manera pública», dice.
Marchar el 28 de junio también era importante para mostrar apoyo a las personas LGBTIQ+ que vivían violencia en sus hogares por su orientación o identidad sexual, y era una manera de decirles que tenía una comunidad en la que podía apoyarse y respaldarse.
Y era una forma de aprovechar a los medios de comunicación para visibilizar las demandas y los derechos no respetados en el país por la sociedad y por el Estado.
No marchar, ni manifestarse, ni poder demandar públicamente sus derechos en estos cinco años, ha tenido un impacto negativo en las personas LGBTIQ+, de acuerdo con Leonel. Según él, Nicaragua ha retrocedido en el reconocimiento social de los derechos de las personas de la diversidad y en la condena de la violencia.
“Durante todos estos años que nos hemos organizado habíamos logrado visibilizar cuál era el peso de la discriminación y de la violencia sobre las personas LGBTIQ+, las personas LGBTIQ+ conocían organizaciones a las que acudir, y habíamos logrado posicionarnos en medios de comunicación, a pesar que hay muchas políticas editoriales muy machistas, misóginas y discriminatorias”, cuenta.
Pero con la crisis sociopolítica y la crisis de derechos humanos desde 2018, todos esos avances se han replegado, y por el contrario, se ha fomentado la violencia y discriminación.
Adriano coincide, según él, los crímenes de odio que viven las personas LGBTIQ+ son cada vez más frecuentes, pero a la vez, más silenciados. Si bien este año será otro más en que las personas LGBTIQ+ no podrán salir a las calles, el activista sostiene que los cuerpos disidentes siguen denunciado la discriminación y reclamando reconocimiento.