De tejido en tejido transcurre el día de Ruth Blass. En ocasiones tiene que hacer muñecas, girasoles o güegüenses. Mientras que en épocas navideñas hace nacimientos y ángeles con tiaras y alas. Los encargos son siempre variados y van a diferentes partes del mundo. Aunque asegura que actualmente no está recibiendo más pedidos porque su agenda está llena y no da abasto.

La artesanía siempre ha sido una habilidad presente en la vida de Blass, a quien en su tiempo libre en su natal Masatepe, le gustaba experimentar, crear y divertirse haciendo manualidades. Sin embargo, nunca pensó que iba a tener que hacerlas como modo de supervivencia en un país ajeno al que nació.

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Blass de 55 años, tenía una destacada carrera como arquitecta en Nicaragua. De manera orgullosa, menciona que ejercer su profesión era una de sus principales pasiones. Y señala que es a partir de ahí donde adquirió la habilidad para la realización de manualidades.

Ruth Blass en exposición de emprendimientos. Foto: Cortesía.

“Yo siempre he tenido muchas habilidades. Los arquitectos somos muy manuales y siempre me gustó eso. Antes en Nicaragua hacía bisuterías y otras cosas”, expresa.

Blass trabajaba como contratista hasta antes de 2018, y no esperaba que eso cambiara hasta que estallaron las protestas contra la reforma a la Seguridad Social en abril de ese año. Rápidamente, ella y sus hijos se involucraron en las marchas y en las denuncias de los asesinatos contra las personas manifestantes.

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La persecución contra ellos no tardó. Amenazas, acoso y hostigamiento de policías y personas fanáticas del Gobierno fueron las consecuencias por haber protestado pacíficamente. La vigilancia de parte de personas de su mismo barrio era constante. “Tuvimos que exiliarnos para salvaguardar nuestra vida”, dice Blass. Así, emprendió el viaje hacia Costa Rica con dos de sus hijos en julio de 2018.

Exilio, el reto de empezar de cero

Es duro empezar de cero, señala Blass. En un nuevo país, acogida por familiares y sin la posibilidad de ejercer su carrera, generar ingresos era todo un reto. “Yo tenía mi vida hecha en Nicaragua. Tenía mi trabajo, uno de mis hijos trabajaba y el otro estudiaba. Tuvimos que dejar todo eso y comenzar otra vez”, indica.

Con la esperanza de poder trabajar como arquitecta en Costa Rica, Blass se llevó todos sus documentos y títulos, pero se dio cuenta que para poder ejercer debía afiliarse a la Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, y debía pagar una cuota mensual que no podía costear, ya que no tenía trabajo.

El emprendimiento era la mejor opción. “Debía emprender y me acordé de las bisuterías que hacía, pero eso aquí casi no se vendían. Era mejor emprender en otra cosa. Miré a una señora que vendía unos muñecos que se llaman amigurumis y tenía bastante aceptación”.

Los amigurumis son muñecos de peluches tejidos que, según Blass, tienen bastante demanda en Costa Rica. Aunque solo tenía conocimiento de algunos nudos básicos de bordados y nunca había hecho ese tipo de artesanía, Blass comenzó a aprender con tutoriales. Rápidamente, comenzó a tener encargos y clientes.

Nacimiento realizado por Ruth Blass. Foto: cortesía.

Chereques Ruth, un emprendimiento de éxito en Costa Rica

Blass no tardó en hacerse destacar entre las emprendedoras nicas en Costa Rica. Gracias a sus habilidades, desde hace dos años forma parte de la Red de Mujeres Pinoleras, un espacio de mujeres nicaragüenses migrantes que viven del emprendimiento. Lo que le ha permitido participar en las Ferias Pinoleras y darse a conocer en otros países.

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El catálogo de Chereques Ruth no se limita a la venta de muñecos tejidos, sino a otros tejidos crochet, bisutería, accesorios, porcelana fría y «todo tipo de manualidades». También realizó creaciones personales como “El Güegüense”, uno de los amigurumis más demandados, al igual que Vincent Van Gogh y El Principito.

Sus manualidades llegan a Estados Unidos, Nicaragua y todas partes de Costa Rica. De acuerdo con Ruth, sus manualidades son constantemente pedidas y en ocasiones tiene que cerrar la agenda para no sobrecargarse. Actualmente, el nuevo proyecto que tiene es dar talleres de bordados el próximo año, aunque señala que todavía está pensando en ello.

Amigurumi de Vincent Van Gogh. Foto: cortesía.

Su emprendimiento le ha permitido que ella y su familia sean totalmente independientes en el nuevo país, y que logren cubrir sus necesidades. Asegura que se encuentra mucho mejor que cuando llegó. Al igual que ella, sus hijos también han podido continuar con sus metas.

“Siempre hay que perseverar. Tengo un refrán que siempre me ha gustado mucho que es “persevera y triunfarás”. Al inicio a uno le parece imposible porque necesitas recursos para empezar, pero vas de a poquito. Y cuando las cosas se hacen con amor, todo va saliendo bien”, expresa.

Su testimonio a otras mujeres migrantes es que pueden salir adelante a través del emprendimiento, no importa la edad. “A mi edad cualquier diría que no se puede, pero he buscado las maneras. Siempre soy muy optimista y me digo que sí puedo salir adelante y lo he hecho”, expresa.

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