Fanáticos sandinistas se ensañan contra periodismo nicaragüense en el exilio

“Me escriben diciéndome -‘ya sabemos dónde vivís, sabemos que tenés hijos y a dónde estudian’-, y hasta la dirección de mi casa me la mandan”, relató visiblemente afectada una periodista nicaragüense que solicitó mantener su identidad en anonimato por razones de seguridad.
La comunicadora colabora con un medio digital en el exilio y denunció que es víctima de una campaña de amenazas sistemáticas dirigidas tanto contra ella como contra su entorno familiar.
Su testimonio está incluido en el informe trimestral de la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED), correspondiente al periodo de abril a junio de 2025 que documenta 40 casos de violaciones a la libertad de prensa en Nicaragua, con una alarmante concentración en el entorno digital —28 de ellos—.
“A medida que el exilio y el silencio forzado reducen la cobertura desde el terreno, las campañas de hostigamiento, amenazas y ataques se trasladan con mayor fuerza a las plataformas digitales, donde el control y la vigilancia también se intensifican”, señala el informe.
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Este desplazamiento de las agresiones al ámbito digital refleja que la presencia física del periodismo crítico en el país es “cada vez más limitada”, revela la FLED.
“Esta gente (la dictadura) es mala. Buscan infundir terror para paralizarnos y que dejemos de hacer periodismo”, expresó la periodista que vive en constante temor a pesar de haber adoptado algunas medidas de seguridad.
La periodista es parte de los 293 comunicadores que abandonaron Nicaragua desde 2018. Entre abril y junio de 2025, la FLED documentó el exilio forzado de cuatro periodistas, según el informe.
“Temo que algo malo les suceda”, expresó con preocupación otra periodista nicaragüense exiliada en Estados Unidos desde 2023, al denunciar que su familia fue víctima de “vigilancia por parte de civiles armados vinculados al partido sandinista”.
Su relato también recopilado por un Promotor de Libertad de Prensa forma parte de las denuncias documentadas por la FLED en este periodo.
Esta acción intimidatoria contra la periodista, quien dirige desde el exilio una plataforma noticiosa, es interpretada por ella como una “represalia por su ejercicio profesional”.
Otra periodista exiliada desistió de gestionar el pasaporte de su hija por temor a represalias del régimen nicaragüense. Aunque no reside en Nicaragua desde 2023, denunció que su familia en el país es víctima de vigilancia constante por parte de “fanáticos sandinistas”, especialmente durante el mes de abril.
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“He querido sacarle el pasaporte a mi hija porque temo por ello, pero ahorita en abril es peligroso, mi familia ha sufrido más vigilancia de paramilitares y policías uniformados”, expresó con preocupación la comunicadora.
La FLED considera que la “vigilancia, el hostigamiento y las amenazas persisten como mecanismos de control y castigo” en el país, incluso para quienes intentan mantenerse al margen de la situación con la dictadura.
En otros casos, el clima de vigilancia y hostigamiento ha provocado un distanciamiento forzado entre los periodistas exiliados y su familia.
Una periodista exiliada denunció que en abril su familia, que reside en una comunidad rural de Nicaragua, fue objeto de vigilancia e intimidación por parte de policías y civiles afines al régimen, lo que puso en “riesgo” la seguridad de sus familiares y “profundizó el distanciamiento forzado entre ella y su núcleo familiar”.
Uno de los periodistas que denunció ser víctima de los “fanáticos sandinistas” expresó que estas agresiones buscan “obstaculizar su labor informativa y generar un clima de inseguridad para que por temor no continúe su labor informativa”.
El informe, titulado Gobierno de Nicaragua intensifica el hostigamiento y las represalias contra familiares de periodistas exiliados, revela que el asesinato del analista político y exmilitar nicaragüense Roberto Samcam, ocurrido el 19 de junio de 2025, provocó un profundo impacto entre periodistas nicaragüenses en el exilio, en particular entre quienes han mantenido una postura crítica contra el régimen.
“Decidí no salir por dos semanas. Ya llevo siete días sin salir de mi cuarto”, confesó un periodista nicaragüense freelance desde su lugar de exilio.
Otra reportera confesó: “Hablé con el casero porque me preocupaba la falta de cámaras de seguridad. Ahora, ya instaló algunas”.
A raíz del crimen, en Costa Rica algunos periodistas optaron por dejar de asistir a encuentros comunitarios o evitar apariciones en espacios públicos, mientras otros limitaron su presencia en redes sociales y medios de comunicación.
Otros comunicadores están realizando trámites para reubicarse en países “considerados más seguros”, como España.
“El asesinato de Roberto Samcam ha sido interpretado por muchos como una advertencia directa para quienes, desde el exilio, han seguido ejerciendo el periodismo o denunciando las violaciones de derechos humanos en Nicaragua”, puntualiza la FLED en el informe.